Maestro del disfrute Fabricio Portelli 05/09/2014 Novedades 1 Comentario 1682 En el mundo del vino las siglas MW son muy valoradas, ya que identifican a los maestros (Masters of Wine). Sin embargo, por estas tierras los enófilos podrían usar las iniciales MB al pié de su firma, en reconocimiento al gran maestro que fue Miguel Brascó (1926-2014). Ya todos los amantes del vino conocen al dedillo cuales fueron sus dotes en diversos rubros del arte, por eso aquí voy a poner foco sólo en los vinos. Ante todo Miguel fue un visionario. Porque agarró un fierro caliente allá por los setentas, sin conocer mucho del tema. Y se hizo cargo de un suplemento del buen vivir de la revista Claudia. Fue don Federico López, padre de Carlos (actual director de la bodega homónima) quien le enseño a dar sus primeros pasos en el protocolo culinario; hace casi cincuenta años. Y si bien se dedicó todo este tiempo a sus múltiples funciones, fueron los vinos y su auge, los que más entretenido lo tuvieron. Y por ende, lo que la mayoría más recuerda. Miguel se ha ido, pero sigue y seguirá entre todos nosotros. Por que su influencia mucho tuvo que ver para que, en mayor o menor medida, cada uno de nosotros disfrute más. Sobre todo de los vinos argentinos. Defensor acérrimo del paladar genético, ya que para él nosotros heredamos la cultura latina del buen beber. Por otra parte, hace años que venía despotricando contra los vinos concentrados. Esos que impactaban y estaban en boca de todos, pero que a su vez costaba que fluyan. Porque una vez abiertos y servidos, duraban más en las copas que en los paladares. Eso sí, todos se llenaban la boca hablando de esos vinos y de sus puntajes, mientras él y solo él, les pegaba con un caño. Basta solo con ojear alguno de los Anuarios de Vino que escribimos juntos hace algunos años. Desde siempre defendió los vinos amables, de paladar envuelto; de esos que en la mesa no corren sino que vuelan, en el mejor sentido de la palabra. Admirador de enólogos de la talla de Pepe Galante (Salentein) y Mariano Di Paola (La Rural), siempre bogó por el vino servido en la mesa; con la comida. Nunca entendió la fashion de disfrutarlos de dorapa en degustaciones. Sin embargo aceptó con buenos ojos que era parte de la nueva movida. También ponderaba mucho a los vinos guardados, ya que creía que le tiempo todo lo acomodaba y sacaba unos vahos únicos que convertían a cada etiqueta en una experiencia bebible Hoy, varios años después de sus dichos los vinos argentinos le dieron la razón. Porque ese camino duro y parejo que habían tomado nuestras etiquetas más importantes allá por principios de milenio, ha sido abandonado; y por completo. Los buenos vinos argentinos de hoy son intensos, pero mucho más bebibles. “Drinkables” diría él si estuviera sentado ahí. Por otra parte, con su prosa era capaz de embellecer la frase más lapidaria. Porque Brascó era picante, pero siempre dejaba ver que su intención era la mejor. Los años, sus múltiples vidas en una sola y su vasta experiencia gourmand, le permitían ver un mundo mucho más amplio que el de cualquiera. Eso sí, la lupa era siempre la misma: la de él. Por eso se hacía muy difícil discutirle. Trabajador incansable, supo ganarse el respeto de todos, y la admiración de la mayoría. Miguel no está pero nos ha dejado un muy lindo legado. Porque fue el responsable de enaltecer el vino en la mesa; ya que nos convenció que una simple comida hecha con esmero y dedicación, en casa y acompañado con el vino que se pueda, podía terminar siendo un banquete de lujo para los sentidos. No hay dudas que se comió y se bebió todo y que vivió con mucho sentido del humor. El vino le permitió tener una llegada más masiva que el dibujo, la poesía o la literatura. Sin embargo, tenía una habilidad única para combinar todo eso cada vez que escribía o hablaba de vinos. Fue un ser superior, y por eso yo lo bauticé por ahí como el dios del vino argentino. ¿Por qué no? Si los griegos adoraron a Dionisio y los romanos a Baco, por qué nosotros no podemos hacer lo mismo con nuestro Brascó. Miguel puso su gran inteligencia al servicio del disfrute y nos enseñó a todos a comer bien y tomar mejor. Estará en cada uno tomar en serio su legado. Pequeñas anécdotas 1) Mirando la TV a la hora de la siesta en el hotel durante un viaje juntos a Jerez de la Frontera (España) me pregunta qué hacían esos hombres. Era un partido de fútbol, y por ende le contesté jugando al fútbol. Me tuvo media hora explicándole cómo era el fútbol porque me hizo creer que no sabía de que se trataba. Algo que obviamente no era cierto. 2) Felipe Pigna esperaba ansioso su encuentro previo a la presentación de su flamante libro Al Gran Pueblo Argentino Salud, del cual participaría Miguel. Luego de los saludos y mi presentación protocolar le pregunta ¿y Miguel, qué le pareció el libro?. Miguel lo miró fijo y le dijo: aburrido. A los cinco minutos bajamos, y apenas Miguel agarró el micrófono, Felipe respiró aliviado, y la gente al final aplaudió de pie. 3) Almuerzo de hace un año a solas en uno de sus restaurantes porteños favoritos. Llega el mozo de siempre, pide el pescado de casi siempre y agrega enojado “pero que sea solo vuelta y vuelta”. Al preguntarle por qué se enojó con el hombre que nada había hecho me dijo; ”Fabricio, me queda poco tiempo como para desperdiciar un almuerzo y comer mal, por eso me aseguro”. Nota publicada en Revista Imagine de Ligier www.ligier.com.ar Una Respuesta Pablo 16/09/2014 Me alegra encontrar el formato “magazine”. Leía El Conocedor y lo extrañaba. Los consejos sobre vino, y de hecho probé algunos de los recomendados en aquel articulo “50 Top Value”, los de mejor relación precio-calidad. Son los que puede consumir. En cuanto a Miguel Brasco, leia sus columnas en revista de La Nacion, un conjunto de articulos editado bajo el titulo de “Pasarla bien” y me gustaba su estilo tan desetructurado y tan fluido, se extraña. Este articulo es muy bueno, un recordatorio sin melancolia.
Pablo 16/09/2014 Me alegra encontrar el formato “magazine”. Leía El Conocedor y lo extrañaba. Los consejos sobre vino, y de hecho probé algunos de los recomendados en aquel articulo “50 Top Value”, los de mejor relación precio-calidad. Son los que puede consumir. En cuanto a Miguel Brasco, leia sus columnas en revista de La Nacion, un conjunto de articulos editado bajo el titulo de “Pasarla bien” y me gustaba su estilo tan desetructurado y tan fluido, se extraña. Este articulo es muy bueno, un recordatorio sin melancolia.