Diez vinos, diez cosechas, una historia Fabricio Portelli 18/09/2014 Notas, Vinos Notas 1771 Todo aquel que se lleva una copa de vino a la boca de vez en cuando conoce esta bodega. Es más, seguramente si se trata de un consumidor más insistente, hasta seguro conoce tanto a sus vinos como a sus protagonistas. Y nada de esto es casualidad, sino producto de la causalidad de habérselo propuesta varios años atrás. Pero no sólo eso. Porque para tener éxito hay que ir revisando la fórmula permanentemente y; si es necesario; cambiarla sin ningún tipo de miedo al fracaso. Y eso han hecho los Zuccardi en los últimos años. Responsables como pocos del gran auge del vino argentino, y una de las familias vínicas más inquietas, ellos; de la mano de José (Pepe) Zuccardi, no sólo se han ganado un lugar de referencia y respeto, sino que también la admiración y la confianza de todos aquellos que disfrutamos del buen vino. Y una prueba de ello la vivimos en la degustación vertical de su vino top; el Z. Claro, vos podes decirme ahora que el Aluvional está por encima. Y es cierto. Pero el Z fue el primer desafío de toda una familia que creyó en sus condiciones, que venía desde abajo, y a la cual nadie le regaló nada. Y fue el Z el primer vino con el cual pensaron lograr la ansiada consagración. Porque si bien es cierto que hacer vinos es un negocio y que las ventas mandan. No todo son números, y en todo caso, por más positivos que sean los números, no garantizan el prestigio. Ese hay que ganárselo. Y para eso hay que querer ganárselo. Y los Zuccardi saben que querer es poder, sobre todo en Mendoza. Hacia fines de 2005 presentaron localmente en Espacio Dolli, el primer Z (2002), lo recuerdo muy bien. Todos los periodistas presentes esperábamos con ansias degustar ese vino. El gran vino de los Zuccardi. Se lo merecían y todos queríamos que el Z fuese eso, el gran vino. Pero más allá de las pretensiones enológicas y del momento (recordar que recién estábamos despegando hacia los súper vinos que hoy tenemos), el marketing hizo lo suyo. Y fue por eso que el Tempranillo fue casi tan protagonista como el Malbec, que ya insinuaba a convertirse en el gran emblema que es hoy. Y con un slogan algo forzado que sugería a dicha combinación como el nuevo blend argentino, salieron al ruedo. La calidad estaba fuera de discusión, pero (al menos para mi) aquel vino me dejó con ganas. Con más ganas porque yo esperaba más. Pasaron los años y con cambios sutiles, el Z seguía sin convencerme de ser un súper vino. Hasta que probé el 2008 en la bodega. A partir de ese vino, para mi el Z se ganó el limbo etílico. Y con las nuevas añadas no hace más que confirmar su lugar. El secreto. Haber mantenido la intensión de lograr un gran vino y evolucionar hacia eso, tanto en fincas como en bodega. Y el Tempranillo se hizo a un lado, para darle paso al Cabernet Sauvignon. Y luego el hombre; mejor dicho, los hombres y mujeres de Zuccardi, hicieron el resto. Diez cosechas de un vino que siempre quiso estar en el podio y no descansó hasta lograrlo, sin importar que ello implique cambiar de zonas o e variedades. La filosofía es la misma, y las convicciones de la familia también. La degustación vertical Esta es una breve reseña, ordenada por preferencia: 2010-2011-2008-2004-2003-2006-2009-2007-2002-2005. La frescura y nitidez de los tres primeros se despega del resto, hay tensión y u paladar sostenido con una expresión bien moderno. Sorprendente lo bien que están evolucionando el 2003 y 2004; no me lo esperaba. La madurez de la fruta, las notas de crianza o la falta de complejidades, marcan los demás vinos que sobrevivirán por muchos años, pero ya sin brindar tantos atributos. Para ver las notas de cata del Z 2010 visitar la sección Vinos Degustados (https://www.fabricioportelli.com/vinos/vinos-degustados/) Para ver el reporte de cata de todos los vinos degustados en la cata vertical, visitar la sección Vinos Notas (https://www.fabricioportelli.com/vinos-notas/)