Q + Z * (Sz) = JZ Fabricio Portelli 23/09/2017 Notas, Vinos Notas 3772 Parece una fórmula secreta inentendible, pero significa algo muy simple: Evolución; en el más amplio sentido de la palabra. Porque no solo refiere al vino, al método de elaboración y al terruño, sino también a la gente. Y más precisamente a la familia Zuccardi. El flamante vino ícono de la casa marca el principio de un nuevo camino, y no el final. Para hablar de la evolución de un vino hay que hablar de sus orígenes, “han pasado muchas cosas en la vitivinicultura y en la familia, y hay que ponerlo en contexto para entender que significaba cada vino en su momento”, afirma José Alberto. Se sabe que fue Tito Zuccardi quién emprendió el camino de la familia en el mundo del vino. Pero fue su hijo Pepe quién lideró el primer gran cambio de la bodega. Decidido a conquistar el mundo, apostó por impulsar las variedades alternativas y originales que su padre había plantado en 1974 en Maipú. Y fue el Tempranillo el que más satisfacciones le trajo. Así nació la primer línea de alta gama de la casa con el Q Tempranillo 1997. Un tinto argentino que en 1999 se le animaba a los tradicionales españoles de Rioja y Ribera del Duero. Luego vinieron el Malbec, el Cabernet Sauvignon, el Chardonnay y el (discontinuado) Merlot. Por aquel entonces, La Agrícola era el nombre de la empresa, y José “Pepe” Zuccardi recuerda que Brascó le insistía en cambiar ese nombre por uno más del vino. Así nace Familia Zuccardi. “Pasaron muchas cosas en los últimos quince años”, dice Pepe. “Y si bien evolucionamos como familia y como país del vino, lo mejor está por venir. Estamos en el principio de una nueva era, y Sebastián es muy importante por el cambio de paradigma que propuso; un camino inédito y sin retorno”. El camino de la evolución del Z Ya corría el siglo XXI, y la bodega estaba decidida a jugar en las primeras ligas, nacionales e internacionales. Pero para ello necesitaba un nuevo vino top, y nada mejor que un blend. José Alberto, hábil e incansable asistente a ferias internacionales, sabía que el Malbec debía ser protagonista, porque el mundo lo empezaba a pedir. Pero no quería emular a sus pares. Y una vez más fue por el lado de la innovación, tal es así que denominó el “nuevo blend argentino” a su creación. “Este era un corte único en el mundo, y eso reflejaba la diversidad varietal que ya exhibía la Argentina”, afirma Pepe. El Z nació a base de Malbec y Tempranillo. El primero simbolizaba un origen (Argentina), mientras que el segundo era sinónimo de los Zuccardi; al menos en nuestro país. Fue de la cosecha 2002; la mejor de todos los tiempos que se recordaba; presentado con bombos y platillos en un mega evento en la Vinexpo de 2005 (la mayor exposición de vinos del mundo que se realiza cada dos años en Burdeos, Francia). Por aquel entonces, la madurez de la fruta y la crianza en madera eran mucho más protagonistas en el vino que su origen o sus hacedores. Pasaron algunos años y Familia Zuccardi fue creciendo, al tiempo que el Z se afianzaba entre los referentes de la Argentina. Sebastián Zuccardi, tercera generación de la familia, comenzó a trabajar fuera del país como agrónomo, muy enfocado en su pequeño emprendimiento de espumosos con su novia (hoy madre de sus dos hijas) y dos amigos, llamado Alma 4. Pero un día, allá por 2005, decidió incorporarse a la bodega y aportar su visión. Solo el convencimiento de un padre al ver que su hijo heredó sus genes pudo permitir un giro de 360 grados en la empresa familiar. Es que Sebastián, en sus viajes y trabajos por Europa, había entendido claramente que los grandes vinos nacían en grandes lugares, más allá de las variedades y los métodos. Y puso toda su atención en el Valle de Uco. Así se compraron las primeras fincas en la zona y se afianzó la relación con muchos productores de las principales subregiones (La Consulta, Altamira, Vista Flores, Gualtallary, etc.). Con los Aluvional, Sebastián comenzaba a confirmar que sus intenciones eran acertadas. El final se esa historia ya es conocido y derivó en la primer gran bodega en Paraje Altamira, Piedra Infinita. Y por primera vez los vinos de Familia Zuccardi comenzaron a integrar el podio de los mejores exponentes nacionales. Pero el primer cambio que introdujo Sebastián al Z fue empezar a darle un sentido de lugar, y eso lo obligó a dejar de lado el Tempranillo. Fue en la cosecha 2008, elaborada con Malbec y Cabernet Sauvignon del Valle de Uco. Es decir que Pepe aceptó abandonar su eslogan para darle paso a las nuevas ideas de su hijo. Instalado ya en Valle de Uco Sebastián decide jugársela. A él siempre le costó mucho hacer el Z, por lo que significaba para la empresa, pero más por respeto a su padre. Sin embargo, no le tembló el pulso, y sin miedo a ofender a su progenitor, decidió cambiar definitivamente ese vino que había marcado una época en la bodega luego de once cosechas. “Z es la historia de mi familia, cuenta tres generaciones con la misma pasión y energía en la búsqueda de seguir creciendo”, dice Sebastián. Esto le ha significado un desafío mayor, y por eso quiso que llevara el nombre de su padre. No como un homenaje, sino como un reconocimiento a un líder. Alguien que lo sabe guiar sin imponer, y aconsejar dejándolo ser, tanto en la vida como en el trabajo. “El nuevo vino tiene una identidad muy particular, y por eso el cambio de Z a José Zuccardi, para poner en valor la historia de búsqueda y superación de mi padre”, asegura el joven winemaker. Pepe promueve su apertura y libertad de pensamiento. “Hay muchos cambios en este vino, y nunca hubo un no como respuesta, y eso me animó para pensar diferente, siempre comprometido con la identidad de los vinos que hacemos”, dice Sebastián. Quien reconoce que no todos apoyaban el cambio del Z, porque implicaba desarmar el trabajo de muchos años. Pero eso no le importaba porque sabía que se estaba construyendo algo superador. No hay dudas que detrás de un gran hacedor de vinos (como Sebastián) hay un gran bodeguero (como Pepe). Tampoco que detrás de ellos hay mujeres que forjaron sus presentes. “Cuando José se da cuenta de algo, avanza. Y ese empuje me llevó a lograr una selección de las regiones con más identidad del Valle de Uco”, cuenta Sebastián, al tiempo que su padre asegura que las vocaciones no son una herencia. Una vez más, Sebastián proponiendo cambios y Pepe avalando y asumiendo los riesgos comerciales. Y a decir por los resultados, es una fórmula exitosa. La evolución paso a paso Cuando se habla de vinos se habla de gente y de lugar, y eso incluye a los que hacen y a los que marcaron el camino de lo realizado. En los últimos años, Sebastián empezó a darse cuenta que el lugar estaba incompleto sin una mirada o una interpretación, sin alguien que lo pensara. “En los grandes lugares hay vinos y vinos, y sus diferencias están en la gente”, afirma. Sin lugar no hay posibilidad de interpretaciones, pero luego está la búsqueda de cada uno, y eso tiene mucha influencia en los vinos y en el estilo. “Poder hacerlo visible y trasmitirlo desde la etiqueta es un compromiso muy importante, demuestra el desafío, los valores, la personalidad y búsqueda constante de mi familia”, asegura Sebastián. En Narda Comedor, el flamante local del bajo Belgrano de la famosa chef Argentina, se realizó una degustación vertical memorable, en el que cada Z mostró como el camino de la evolución se hace al andar. Z 2002: El inicio. La voluntad y la decisión en busca de superación sin tanta conciencia de lugar pero sí de viñedos, ya que se trataba de una selección de las mejores viñas que tenía la familia. Blend de una gran añada a base de Tempranillo (54%) y Malbec, una selección de vides históricas; el Malbec por Argentina y el Tempranillo por la familia. Un vino que también hablaba de lo que pasaba en la industria; vinificaciones clásicas con búsqueda de más concentración, y un trabajo marcado por la crianza. Con el Malbec criado en barricas de roble francés y el Tempranillo en roble americano. Este aporta los aromas terciarios de especias, cuero y clavo de olor, entra dulce pero tiene un dejo salino muy característico. Evoluciona muy bien en botella, pero cuando es joven parece viejo. Z 2006: Una gran añada. En la que se introduce el primer cambio en el vino; el Malbec es de un parral viejo de La Consulta, una región donde ya tenían viñedos plantados. Un vino más empírico y algo inconsciente según Sebastián. Hoy, los hechos avalan los resultados. Blend de Malbec (64%) y Tempranillo de Santa Rosa. Para el joven hacedor, el vino es más fresco y pierde estas notas maduras y de calidez, y empieza a ser más protagonista el Malbec de zona alta, con más volumen y un carácter frutal más negro que rojo. Z 2008: Valle de Uco, la región. Por primera se elabora completamente con uvas de esa zona. Blend de Malbec (73%, de La Consulta) y Cabernet Sauvignon (Gualtallary). “El crecimiento del Malbec es por ser la mejor variedad para interpretar nuestros lugares, es el mejor vehículo. Además, el Malbec es mucho más cristalino a la hora de expresa lugares, mientras que el Tempranillo es una variedad con mucha impronta varietal y no tanto de lugar”, explica Sebastián. Siempre buscaron una variedad para complementar al Malbec porque le falta algo de estructura a sus taninos, y eso se lo aportaba el Tempranillo. Pero en el Valle de Uco, la variedad elegida fue el Cabernet Sauvignon. “Y encontré en el Cabernet de Gualtallary esa estructura para darle la comuna vertebral a ese Malbec”. “No fue una gran cosecha pero fue fresca, y en esa época no sabíamos que sucedía con las cosechas frescas”, afirma Sebastián que lo ve muy joven al vino. Z 2010: Investigación y Desarrollo. Fue el otro gran cambio de la bodega. Con las mismas regiones y uvas pero mayor conocimiento. “Fue un gran motor de cambio dentro de la familia, un espacio de libertad donde se comenzaron a plantear cosas diferentes” ,cuenta Sebastián. Ya en 2010 se hablaba de la frescura y el uso de madera. Y si bien se trata del mismo origen, hay una visión diferente sobre la forma de hacer el vino. Blend de Malbec (87%) y Cabernet Sauvignon, criado en maderas usadas. Otra añada fresca, que se destaca en la vida de Z, elaborado del 2002 al 2012, y como José Zuccardi del 2013 al 2015. “Al elegir los vinos para esta degustación, comprobé que la influencia de las añadas existe y que la variación es muy fuerte, pero es muy difícil de ver eso en el corto plazo, cuando los vinos son jóvenes. Pero a la distancia se destacan las añadas frescas, y en las cálidas se notan los vinos más evolucionados. No sos vos, es el clima” asegura Sebastián. José Zuccardi Malbec 2013: Mirando al futuro. “Queremos proyectarnos y eso solo se puede hacer desde una empresa familiar. Quizás nos cueste explicar la evolución, pero la hacemos”, dice Sebastián. Para su padre es un reconocimiento a todos ellos, un vino que lo trasciende y tiene que ver con la familia. Además aseguró que no será el último cambio. “Nuestros vinos no son iguales, y en este vino quiero hacer otra interpretación, más tradicional, con el Malbec de zonas calcáreas en guarda de hormigón y toneles grandes, con dos años de estiba en bodega”. Para Sebastián, el vino entra dulce pero queda el grano del suelo calcáreo en boca. Acá hay un cambio muy fuerte, un blend de Malbec con un toque de Cabernet Sauvignon (10%), que busca potenciar el lugar. “Hoy queremos hablar de los vinos de montaña, trabajamos mucho las uvas que entran desde el viñedo, separándolas por vino, y eso es muy importante. Me gusta que la construcción de cada vino sea desde el viñedo y no en la bodega”. Degustando la evolución 1) Z 2002 Aromas intensos y compactos, con cierta evolución. Notas de frutas maduras, pasas, especias y algo de tabaco. Paladar franco y cálido en sus expresiones, pero muy buen evolucionado. Mantiene agarre aunque ya no hay tanto equilibrio en su final de boca. Con un carácter amable donde la madera habla y el Tempranillo se hace notar mucho más que el Malbec. Sobre el final quedan las texturas y el clasicismo de un vino argentino tradicional con más vida por delante aunque sin salirse de su actual libreto. 2) Z 2006 Aromas compactos y no tan expresivos, pero bien evolucionados. En boca se siente la fruta madura, casi pasa. De paladar franco y austero. algo lineal, con agarre pero con taninos muy firmes, y un final no muy profundo. Se nota que es un vino fresco en su concepción, pero superado por la crianza, con los ahumados finales que persisten. 3) Z 2008 Si bien en nariz no es tan expresivo, en boca resulta carnoso y voluptuoso. Hay frescura y juventud, con un carácter más frutal que de crianza, pero sin tanto equilibrio en sus texturas. Con taninos algo sueltos y un final de boca con cierta evolución en el que la madera y la fruta del Malbec conviven. La frescura viva le garantiza más potencial de guarda. 4) Z 2010 Aromas expresivos y actuales, con buen volumen y paso equilibrado. Paladar franco y fresco, con un carácter más de fruta negra. Jugoso, con taninos finos y vivos, y con la madera muy bien integrada. De trago largo y con dejos de fruta negra sobre el final. Hay músculo y frescura que garantiza potencial de guarda y de complejidad. Se nota que es un vino con identidad. 5) José Zuccardi Malbec 2013 Blend de Malbec con toque de Cabernet Sauvignon, elaborado con uvas propias de Altamira y Gualtallary. Sus aromas son densos y equilibrados, elegantes pero compactos. En boca habla la fruta, con algo herbal que resalta su frescura y disimula su madurez, taninos finos y mordientes. De ataque jugoso, llena la boca con mucha fuerza y un agarre consistente. Todavía joven y austero en sus expresiones de fruta roja, bien apoyado en sus texturas y con las notas de crianza totalmente integradas. Se nota que hay un gran vino argentino y con mucho potencial, que mira hacia el futuro respetando el origen. Orden de preferencia: JZ´13 – Z´10 – Z´06 – Z´02 – Z´08