Para los enófilos sin dudas ha sido una década ganada, y los podemos comprobar día a día en nuestras copas. Porque la evolución alcanzada por la industria desde los comienzos del milenio nos permite tener a disposición una amplísima variedad de etiquetas. Y más allá de los precios de góndola; que hay para todos los bolsillos y de buena calidad; lo más interesante tiene que ver con los lugares de donde provienen los vinos. Hasta hace muy poco se hablaba de provincias, ni siquiera de zonas, con Mendoza a la cabeza, seguida por San Juan, más lejos Salta, La Rioja y Río Negro. Por suerte hoy, no sólo se amplió el mapa sino que además se especificaron las zonas. Ya no hablamos de Luján de Cuyo o el Valle de Uco en Mendoza, ahora hablamos de Las Compuertas, Vistalba, Gualtallary o Altamira, por sólo nombrar algunos lugares que ofrecen grandes vinos.

Y si bien las fronteras varietales se han ampliado, incorporando al mapa vitivinícola regiones en provincias como Catamarca, Córdoba, Neuquén, La Pampa y más recientemente Buenos Aires y Tucumán, lo interesante es el concepto de lugar; el famoso terruño. Qué quiere decir. La intensión de hacer un vino que transmita identidad y sentido de pertenencia a un lugar. Recordemos que eso es lo único que no se puede copiar, ya que el resto se puede hacer como lo hace el vecino (variedades, conducción, elaboración, crianza, packaging, asesoramiento, etc.). Los vinos que elabora Las Cañitas (Córdoba) o Fernando Dupont (Jujuy) en la Quebrada de Humahuaca, son apenas dos de los innumerables ejemplos. Porque una vez alcanzado los estándares de calidad, lo que importa es otra cosa. Es poder trascender a través del vino, con el fin último de lograr ser reconocido como único. Y es ahí donde el todo resulta más que la suma de las partes. Porque seguramente el vino estará bien elaborado, pero su magia será más efectiva siempre y cuando el lugar tenga algo especial para ser contado. Y es por ello que hay que celebrar que aparezcan vinos por todos lados. Claro que no es fácil lograrlo, y que tampoco es algo que deban alcanzar todos los vinos. Porque a los de todos los días no se les puede pedir además de que sean agradables y expresivos, carácter de terruño. Pero a muchos otros sí; sobre todo a esos que disfrutamos en ocasiones especiales y no tanto.

Nota publicada en Revista Convivimos Ago2014

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.

Una Respuesta

  1. Rodrigo

    Comparto con la mayor diversidad que tenemos a la hora de elegir, pero lo raro es que al expandirse la oferta no se produjo la bajá del precio esperado. Más opciones, más calidad, y alguna que otra mentira solo para posicionamiento.