Antihéroe con poderes Fabricio Portelli 13/11/2014 Notas, Vinos Notas 1816 Matías Riccitelli ha demostrado como pocos saber ser hijo de sin dejar de ser él mismo. Por un lado porque se hizo famoso por su cuenta. Primero detrás de una marca que creció a su ritmo; Fabre Montmayou. Y luego desde 2009 cuando se presentó en sociedad con sus propias etiquetas. Y fue más precisamente a partir de su primer Trophy en el Argentina Wine Awards con su Vineyard Selection 2009. Allí salto a la fama vinícola, y se ganó el respeto de sus pares, y poco a poco el de los consumidores. Nunca dejó de ser el hijo del gran Jorge, pero no hay dudas que hizo su propio camino. De perfil bastante más bajo que su viejo, aunque con la mis altura y porte, reconoce que papá lo salvó muchas veces y que fue él y en casa quién lo formó más que la universidad en la materia. Para lanzarse sólo, Hervè y Diane (de Fabre Montmayou) fueron muy importantes. Se nota que Matías es un chico de 34 años pero con esa madurez propia de haber nacido en una cuna de vinos. Porque su abuelo también supo ser enólogo. Nacido en Cafayate, en los tiempos en que Jorge comenzaba la revolución del Torrontés desde Etchart, ha tenido la oportunidad de viajar y de trabajar en Nueva Zelanda. Todas esas experiencias lo han forjado y al escucharlo, sinceramente no parece ser tan joven. Habla con confianza y conocimiento de causa, sabe muy bien lo que quiere de cada vino. Ha pensado cada uno de ellos durante un tiempo antes de lanzarlos y sólo salen a la luz si cumplen con esa misión imaginada. Respeto a las personas que saben lo que quieren y lo trasmiten a través de sus vinos, y logran que eso se sienta en las copas. En 2009 empezó con 15000 botellas, hoy hace 200000, con 12 etiquetas y exporta a mas de diez países. Sus vinos, además de divertidos, son muy interesantes y todos respetan una premisa. Su flamante lanzamiento es el Hey Malbec 2013 ($138). Un vino que expresa toda la fuerza y poder frutal de nuestro cepaje emblema; ugoso, vivaz, intenso y muy bebible. Curiosamente lo que más le costó, y lo que más tiempo le llevó, no fue pensar el vino ni elaborarlo, sino plasmar su idea en una etiqueta. Él soñaba con un mundo en el que las personas en un bar, wine bar o restaurante pidieran desde su sitio un Malbec, como quien pide un cortadito haciendo la seña al mozo. Por eso lo de Hey, como ese llamado universal a la distancia, seguido de Malbec. Luego, lo del enmascarado sentado en el sillón haciendo el famoso “mais um” tiene que ver con su creatividad y energía juvenil. La presentación fue en Basa; el basement bar y restaurante tan concurrido de Luis Morandi y cia, y comenzó inteligentemente con su Rose. The Apple doesn´t fall far from the three 2014 ($160). Un rosado auténtico y pensado desde la viña. Un blend de Malbec con un toque de Pinot Noir (20%) de Gualtallary, para darle esa tonalidad suave y tentadora. Y si a la vista es delicado, en nariz y boca mantiene ese perfil. Un vino fragante, fugaz, con una rica austeridad y una frescura sostenida. Cosechado en Febrero para preservar todo el carácter que un vino de este tipo debe tener, además de estar listo en Mayo y así poder exportarlo en tiempo y forma al verano europeo. Por surte quedan acá varias de las 7000 botellas para que acá se agoten antes que comiencen las clases del año próximo. Luego fue el turno de su primer Sauvignon Blanc, al menos vinificación como varietal, porque en sus otros trabajos lo había concebido como parte de un blend. The Apple … 2014 ($180) nace a partir de tres cosechas diferentes, pero no por puntos de madurez sino porque provienen de alturas distintas (de 1300 a 1600 metros en Altamira y Gualtallary). Es decir que todas las uvas se cosechan en el punto óptimo de acuerdo al estilo que el joven enólogo busca. Influenciado por Nueva Zelanda, ha realizado fermentaciones chicas, con uvas de suelos que no son tan pedregosos. Porque sostiene que la piedra puede quemar la tipicidad, ya que a mayor piedra menor superficie foliar (hojas); y el Sauvignon Blanc necesita protegerse de los intensos rayos del sol mendocino. Por suerte para el consumidor local las 7000 botellas elaboradas están destinadas al mercado doméstico. Matías se define como un arquitecto de vinos, porque los piensa mucho, y los diseña tratando de lograr algo especial en partidas limitadas. Luego llegó el turno del Torrontés gastronómico. The Apple 2014 … $(150). Dice que le enseñaron a hacer vinos que le gusten a la gente y se nota en este vino que para el es un homenaje a su tierra natal. Porque es diferente, tal como se lo propuso. Delicado y con una tipicidad más floral y cítrica que frutal, para nada cansador, y muy refrescante. Esta línea se completa con un Malbec (el más famoso), un Cabernet Sauvignon, un Bonarda y un Chardonnay; aunque hay un Pinot Noir dando vueltas por ahí queriendo salir. Hasta ahí, los vinos acompañaron muy bien las entradas de Basa; burrata con tomates dulces y aceitunas griegas, carpaccio de trucha, el exquisito paré de hígados de pollo y una tabla de jamón tandilense. Para el principal se sirvió el primer vino de la casa en versión 2012, que acompañó muy bien mi ternera braceada al vino tinto, y los ñoquis (de ricotta y papa) e incluso la pesca blanca del día (lisa) de los demás invitados. El Malbec Vineyard Selection ($320), un tinto que nació para ser top, pero que luego quedó en medio del Apple y del República de Malbec; y curiosamente se vende mucho más afuera que aquí, donde aparentemente quedó eclipsado por sus hermanos. Las uvas provienen de viñas viejas (80 y 100 años) de las zonas que más conoce Matías; Vistalba y Perdriel, con un toque de pimienta aportado por La Consulta. Se nota que fue su primer vino y sus pretensiones. Algo más clásico y menos jugado, con una presencia de madera más conocida (16 meses de crianza en barricas nuevas). Pero si fuera de una bodega de renombre su precio se duplicaría seguramente. Sacando este vino, en el cual se siente el consejo (o la mano) paterna, es muy interesante como este joven cosecha 1980 (34 años) ha podido plasmar su concepto en el proyecto, algo que su viejo no pudo porque debió respetar la autopista de Etchart y Norton. Matías reniega de esa autopista que genera el éxito de las grandes bodegas, pero va camino a construir su propia ruta. Este año, además del Pinot Noir, está elaborando un blend con papá Jorge, donde si reconoce su participación. Un vino incógnita a base de Malbec que saldrá a la luz recién a fines de 2015. Matías Riccitelli es un verdadero creador y hacedor de vinos, con un pasado rico, un presente agitado y un potencial enorme. Es uno de los nombres a tener en cuenta y alguien que se ha ganado el respeto sin recurrir a fórmulas heroicas; simplemente con el poder de sus vinos.