Productores (verdaderamente) amigos Fabricio Portelli 10/10/2019 Notas, Vinos Notas 2624 La industria del vino argentino es especial, como la Argentina misma. Pero la diferencia está en la calidad. Por un lado, nadie discute la calidad del país, ni la de sus riquezas naturales ni la de su gente (bueno, a veces algunos caen en la volteada; merecidamente o no). Pero no hay consistencia en su crecimiento, y por alguna razón u otra, nunca despega. En cambio, el vino argentino empezó a carretear en los 90´, y despegó definitivamente a principios de este milenio. Y si bien, durante el vuelo hubo cambios de rumbo (con turbulencias incluídas); propios del aprendizaje; nadie discute que la calidad ha crecido sostenidamente durante los últimos veinte años. Con el mercado interno en pleno sufrimiento, con un consumo que baila al ritmo de la inflación (a mayor I menor C), el mercado externo siempre fue la salida para; al menos; tener un negocio sostenible. Porque la “sustentabilidad” no está solo en ser amigo del medio ambiente, ni en tratar bien a las personas que trabajan en la empresa (recursos humanos), también está en el negocio. Porque sin negocio, no hay buen vino posible. Así llegó la industria del vino hasta acá, con grandes bodegas, algunas centenarias y a manos de las nuevas generaciones de las familias fundadoras, otras a manos de grupos empresariales, otras de inversores o bodegueros extranjeros, pero la mayoría son pymes vitivinícolas. A decir verdad, en el mundo del vino no hay tantos amigos, o al menos el negocio no los permite. Es cierto que muchas bodegas trabajan mancomunadamente (por ejemplo, en Wines of Argentina), pero siempre los mueve un objetivo en común. Y muchas veces, ese objetivo no atraviesa a toda la industria. Está claro que todos; absolutamente todos; los que vendan vinos argentinos afuera, primero juegan para el país, luego para una zona (léase provincia, región o IG) y recién después para la empresa. Lamentablemente, eso no queda tan bien plasmado. Sin embargo, hay un grupo de “pequeños productores amigos” que está haciendo algo diferente; poniendo un objetivo común por sobre el objetivo individual de negocio. Una feria de vinos amigos El grupo “Productores Amigos” realizó un importante evento en la vinoteca “Lo de Joaquín Alberdi”. Fue la tercera edición de la Feria de “Productores Amigos” en Buenos Aires, en la destacada vinoteca ubicada en el barrio de Palermo de la capital porteña. Este año los “Productores” presentaron más de 75 vinos, la mayoría de ellos originarios de la provincia de Mendoza. El grupo “Productores Amigos” está compuesto por una serie de pequeñas bodegas que han conformado una “alianza estratégica” que tiene como objetivo principal el crecimiento del consumo de vinos en el mercado interno. Más de 200 visitantes degustaron, de la mano de sus hacedores, los vinos de Bodega Pala Corazón, Desquiciado Wines, El Relator Wines, Entrevero Wines, Felipe Staiti Wines, Finca Las Marianas, Frog, Funckenhausen Vineyards, Lo Sance Espumantes, Lui Wines, Malpensado Sparkling Wines, Oid Mortal Wines, Onofri Wines, Paso a Paso Wines y Somos Berracos Wines, entre otros. “Productores Amigos” es una asociación espontánea de hacedores de vinos que se creó en 2017 y que planea seguir marcando una forma de trabajar dentro de la industria. Pequeñas historias de grandes vinos Fernando Gabrielli es, además del propietario de El Relator Wines, uno de “los padres de la criatura”. Con sus espumosos; actuales y guardados; de autor (que llevan la firma del Pepe Reginato), y las cosechas nuevas de sus vinos (muchos de ellos mudados a nuevos viñedos en el Valle de Uco), acaparó la atención de muchos. Y más con su flamante Malbec de Los Chacayes (sin etiquetar), que pronto llegará al mercado. Mariana Onofri y su marido siguen escribiendo la historia, pero ya no solo con el Pedro Giménez (y otras variedades alternativas injertadas en parrales viejos) de Lavalle; algo que enorgullece a la zona Este; sino que ya despliega un portfolio de vinos con personalidad y carácter propio. El Zenith Nadir (blend de Chardonnay y Sauvignon Blanc, con toques de variedades del Ródano para apotrar aromas) se recibió de gran vino argentino. Y si bien se lucen con sus flamantes vinos de Los Chacayes, siguen apostando a full a los de Lavalle. Las Marianas es un pequeño proyecto a partir de una finca propia (4 ha) que asesora Juan Manuel González (De Ángeles). Sus etiquetas coloridas llaman la atención, y el concepto es claro: hacer vinos con las uvas (bien maduras) de la finca. Presentaron sus duetos (un Malbec y un Cabernet Sauvignon; blends de métodos de elaboración) y un assemblge de Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Petit Verdot (el Bonarda quedó afuera). Pablo Marino (flamante enólogo de Solo Contigo) tiene (hace tiempo) dos emprendimientos personales; uno junto a su esposa (Oid Mortales), y otro junto a una pareja amiga de colegas (Somos Berracos). No solo quedó en evidencia que las co-fermentaciones le salen muy bien, sino que además tiene un blanco de Semillón y un tinto de Pinot Noir, que son cosa muy seria. Norberto Páez; junto a Sebastián Bisole; va “paso a paso”, aunque al parecer va corriendo. Porque a los dos vinos fundacionales (un Malbec y un Bonarda artesanales), hoy se le ha sumado una familia de vinos, con carácter y pretensiones. Vinos del Este, de Luján de Cuyo y de Los Chacayes. Una de las estrellas del grupo (siempre hay un rockstar o un cantante) es Lucas Niven. Un joven con tanta experiencia como creatividad. Dedicado a promover el terruño Junin (en Zona Este) donde su padre tiene viñedo y bodega (centenaria). Todas sus locuras en las copas toman sentido. Y queda claro que sabe lo qué hace y cómo lo hace. Porque no solo tiene vinos jóvenes, atrevidos y mordientes, sino tintos complejos y con potencial de guarda (sus más clásicos), y que nada tienen que envidiar a las grandes etiquetas nacionales. Los Desquiciados; los vinos no los hacedores; han demostrado ser muy centrados. Gonzalo, con su curiosidad de biólogo, ha llevado el proyecto por un camino de precisión y búsqueda, propio de una bodega consagrada. Otro emprendimiento que nació hace muy pocos años con dos vinos, y hoy ofrece una propuesta amplia y consistente. Lo de María Sance y sus hermanos es digno de una serie de Netflix. Muchos la conocen como la esposa de Ale Vigil (Catena Zapata y El Enemigo). Pero pocos saben que su historia vínica es más antigua que la de su reconocido esposo. Por esas curiosidades de la vida, este flamante proyecto nace a partir de la muerte de su padre. Ese hecho “obligó” a unir a los cuatro hermanos (de diferente madre), y a tomar una decisión; qué hacer con la finca de El Carrizal heredada. Entre Pablo y María (los mayores) convencieron a los menores de encarar un proyecto diferente y auténtico, en el cuál cada hermano se sintiera identificado con un vino. Así nace Losance (Los hermanos Sance), con cuatro etiquetas de espumosos: un Extra Brut y un Brut a base de Chenin y Semillon (plantados en la finca), ambos Charmat, para resaltar la frescura y gracia de los más jóvenes. Y dos Champenoise elaborados con uvas de Gualtallary, que se lucen en las copas. Un Pinot Noir y un Chardonnay, Pinot de burbujas finas y acidez sostenida, con elegancia y potencial de guarda. Ahí, el enólogo Matías Prieto, logró interpretar a cada hermano y “embotellarlo”, mientras Vigil solo probó y aprobó. Tan bien les está yendo a los Sance, que están al sacar cuatro vinos blancos (las bases de los espumantes con una vuelta de rosca). También estaban los vinos de Entrevero Wines, del joven Matías Prieto; una figurita repetida en muchos de los nuevos pequeños emprendimientos mendocinos; los Lui del “Japo” (Mauricio) Vegetti, los espumantes de Malpensado Sparkling Wines, y los de Funckenhausen Vineyards, servidos por su propio dueño; el nieto de Kurt Heinlein, fundador de la bodega en 2003. Son vinos para conocer, porque más allá de sus pequeñas historias, todos tienen las mismas ansias de hacer grandes vinos; y algunos de ellos ya los están logrando.