Saint Felicien Cabernet Sauvignon fue el primer varietal del país en ver la luz con su cosecha 1963, a pesar que la fiebre del varietalismo local comenzó en los ochenta y se profundizó en las siguientes dos décadas. Hoy, ya el varietal no es el que manda en los vinos top, pero sigue siendo la variable de entrada de muchos vinos. Sobre todo, de marcas tan clásicas como Saint Felicien.

Con un almuerzo en Las Pizarras, pensado y elaborado a cada paso y para cada vino por el chef propietario Rodrigo Castilla, se presentaron las novedades y las nuevas cosechas. De la mano de Pablo Naumann (Dir. de Marketing) y del enólogo Ernesto Bajda, quienes contaron los secretos para que una línea de estas características y con semejante prestigio y fama, se pueda mantener vigente.

Los nuevos Saint Felicien

El Pinot Noir sigue siendo una asignatura difícil en la Argentina, principalmente por ser una variedad que gusta más del frio. Por eso, para el Saint Felicien recurren a uvas de los viñedos de Adrianna en Gualtallary y Domingo en Villa Bastia. Justamente en este viñedo, el enólogo recuerda que en los 90´ se plantaron colecciones de diversas uvas, entre las cuales estaban los Pinot Noir, que recién hoy comienzan a escribir su verdadera historia, ya que les llevó mucho tiempo poder interpretarlo en un clima desértico. Claro que estas son uvas de altura, que reciben mucha luz y de clima seco, pero son los primeros resultados. Por otra parte, no había Pinot Noir en la línea, solo había salido un Saint Felicien Tributo a Raúl Soldi.

La bodega lleva cuarenta años de seleccionar lugares, y hace tiempo que sabían que debían ir hacia el Sur y el Oeste en busca de lugares más frescos, el tema que estos viñedos también son extremos, y muy desafiantes por las heladas.

Pablo Naumann sabe del éxito del rosado; la primera cosecha 2018 se agotó en cuatro meses. Por eso, al Rosé 2019 lo van a cuidar más y llevarlo de a poco. Es que es tan atractivo por fuera como por dentro. Y manteniendo las mismas variedades y el estilo “Provence”, han logrado un vino con más frescura, aunque también de partida muy limitada.

Lo mismo que el Bonarda, un cepaje tradicional que ya había llegado a Saint Felicien. Obviamente, como en casi todas las bodegas centenarias de la Argentina, es una uva muy empleada. Y luego del éxito obtenido con el Nicola Catena, llega este exponente, que tiene tanta historia como el cepaje emblema, pensado para disfrutar más seguido. El Bonarda se expandió naturalmente, y principalmente se usaba para los cortes, aclara el enólogo. Y si bien antes de lo maduraba mucho, acá se logró un tinto más fresco, por haber cosechado antes. 

El Nesti (como se lo conoce a Ernesto Bajda) tiene solo 40 años y hace 17 (desde 2003) trabaja en la bodega, codo a codo con Alejandro Vigil y Laura Catena

“Saint Felicien es nuestro cable a tierra, son vinos para que no nos escapemos tanto en la creatividad. Es un vino clásico e histórico, y una pieza fundamental en la vida diaria de la bodega”, afirma el enólogo. Quién aclara que más allá de estos cuatro vinos innovadores, Saint Felicien representa la tradición. Y que todos los cambios sutiles que pueden haber surgido en los vinos en la última década se debe solo al aprendizaje y al mejor manejo de los viñedos y de los puntos de cosecha. También en bodega, haber entendido qué rol debe jugar la crianza en roble.

El Malbec Argentino es el vino que más lo identifica al Nesti; quién destaca al 2015 como el mejor hasta hoy; y ahora está a full con Nicasia (La Consulta) y Lunlunta. Para él, un Malbec Orgánico es recuperar la manera histórica de cómo se hacían los vinos en Mendoza. Ya que, por su clima y suelo, nunca se necesitaron realizar muchas curaciones. “En Mendoza es un papeleo porque no hace falta controlar las plagas, desde siempre se hicieron tres curaciones anuales con caldo bordelés (natural), a los 10 cm del brote, antes de las fiestas y a la vuelta de las vacaciones”, cuenta el winemaker. Por eso, lo importante en este vino es el concepto y no la certificación; “tiene que ser rico”. Sin dudas, este nuevo Malbec sacude un poco a la marca que lo vinifica desde los noventa.

Para el cierre del almuerzo, el enólogo descorchó una de las joyas guardadas y escondidas de la casa; el Saint Felicien Sangiovese 1986. De aromas terrosos y bien evolucionados, paladar fresco y agradable, algo mentolado y con dejos de tabaco.

Este cepaje estaba plantado en Agrelo y daba racimos grandes, y era muy importante en la zona junto con el Cabernet Sauvignon, ya en los tiempos de las familias Baldini y Furlotti, grandes terratenientes en aquella época. Lamentablemente es un vino que ya no existe, porque nunca pudo despegar como otras variedades, a pesar de su origen itálico, tan arraigado en la cultura local. No obstante, este Sangiovese mantuvo su carácter, ese que lo coloca entre los tintos más importantes del mundo (Chianti Classico y Brunello di Montalcino).

Saint Felicien, vinos de ayer, hoy y mañana, varietales (y bivarietales) para tener siempre a mano, y recalcular el paladar cuando sea necesario.

Degustación de los vinos

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.