Pocas hectáreas, pocas plantas, pocas cosechas, pocas barricas, pocas botellas, y pocas personas, pero mucho para pensar, apreciar y disfrutar.

¿Se puede intelectualizar el vino? Sí claro, siempre y cuando el vino transmita cosas y pueda llevar más allá al consumidor. Esto, que parece totalmente subjetivo y superficial, se vuelve muy importante para todo aquel que ve en el vino algo mucho más que una bebida. Ya que, si bien el vino no se hace solo, y detrás de ellos hay personas y lugares, no todos cuentan historias, y muy pocos llegan a contar historias interesantes.

¿Hay que ser un experto en la materia para apreciar estos vinos intelectuales? Definitivamente no, simplemente hay que tener predisposición para aprender de cada copa, como así también de cada palabra de sus hacedores.

Y si bien no todos los amantes del vino pueden conocer personalmente a Edy Del Popolo y a David Bonomi; los vitivinicultores detrás de PerSe, el pequeño emprendimiento que se lleva los aplausos más grandes; pueden hacerlo a través de sus vinos y sus frases.

Se puede decir que en los vinos de PerSe hay “bonomía” y también “popolaridad”, porque tienen mucho de ambos. Y si bien las cantidades producidas son escasas (y los precios altos), el concepto detrás de cada etiqueta es entendible, tan simple como contundente, como la historia de la bodega que nació en la cosecha 2012. Fue con dos vinos y una misma intención; mostrar un lugar, mostrar Gualtallary al desnudo.

Hoy, son los 2016 los que están en el mercado, aunque los 2017 ya llegan. No obstante, algunos degustadores internacionales ya degustaron los 2018. Mientras los 2019 siguen en crianza, y los 2020 acaban de nacer.

Todo comenzó con La Craie y Iubileus 2012 (además del Volare de Flor). Luego en 2014 se sumaron Volare y Francesa, pero este no sobrevivió porque el viñedo cambió de manos, y la uva ya no fue la misma. Más tarde, en la polémica cosecha 2016 se sumó Uní del Bonnesant, y más tarde el Inseparable.

Desde su presentación en sociedad (fines de 2014) tuve la oportunidad de seguirle los pasos a estos vinos. Primero con los dos 2012, a solas con Edy en Fierro Hotel, luego los 2013 en el Faena con ambos. Al otro año, los 2014 en una de las ferias de Ozono Drinks en JA, al igual que los 2015, pero esta vez en el sótano de la vinoteca palermitana.

Esta vez, el encuentro fue en El Preferido, justo el día del 20mo aniversario de Don Julio, von David, Edy, y su hijo Santiago, para degustar los 2016, y ponerme al día con los 2017; más alguna sorpresa para el final.

Sin dudas, fue una cata memorable. De esas que enseñan mucho, en donde se habla más de lo que se toma, y eso que se tomó bastante. Fueron muchos los temas puestos sobre la mesa, y los conceptos para compartir y analizar, también las conclusiones y las polémicas surgidas en torno al intercambio de opiniones, además de la enseñanza que dejó la degustación de ocho de sus vinos, frente a frente.

Con ellos siempre pude degustar primero, pensar cada vino, y después compartir mis impresiones. Claro que no siempre estuvieron de acuerdo (ahora tampoco), pero es la única forma de validar lo que uno percibe, y la mejor manera de ir formando el paladar. Recuerdo mi primera vez con PerSe, me jugué en 2012 por el Iubileus, cuando La Craie era el que iba más allá, para sus hacedores y la opinión pública en general. “Pero a ocho años del nacimiento de ese vino, y cinco de aquella cata; también inolvidable para mi; hoy la opinión está dividida. Y tengo que darte la razón”, me confesó Edy Del Popolo.

Sin dudas, una clase magistral con pocos vinos, pero con mucho para pensar.

PerSe, vinos intelectuales

La historia de PerSe es una historia de vinos, por eso, más que seguir la cronología de los hechos, se puede contar a través de la degustación.

Primero con Volare, luego con Iubileus y La Craie, y terminar con el Uní del Bonnesant (sí, el Inseparable no entró en la cata).

“Un vino nuestro es como una fotografía para el consumidor; pero cuando lo creas, a ese vino lo ves como una película. Las añadas anteriores mostraban el prólogo, hoy empieza a aparecer la acción, la parte más entretenida, y ahora viene una trama diferente; eso es Volare”, explica David Bonomi.

“Nuestros vinos necesitan un montón de tiempo, y a veces la reunión es injusta con ellos, porque son más de fondo de boca que de apretura inicial. Son de fondo, son de fluidez, y se aprecian cuando se termina la copa”, asegura Edy Del Popolo.

Una de las conclusiones reveladoras, y que merece una nota aparte, es que estos vinos no evolucionan linealmente, sino de acuerdo a la conjunción del año con la idea que ellos tienen de cada vino.

“Cuando tenemos que hacer un vino queremos poner nuestra impronta, lo que nosotros interpretamos del lugar. A la hora de pensar el vino nosotros no cambiamos, cambian los años”, explica Edy. Y destaca que suma mucho la experiencia que tienen, pero la 2015 fue fría y húmeda, lo mismo que la 2016, mientras que la 2017 y 2018 fueron más calurosas. “Pero en esas cuatro añadas, a nosotros nos gustaba lo mismo, por eso cosechamos antes o después, y maceramos con el concepto que queríamos de cada vino. Y después el año habla”, afirma Edy. Y David, poniendo de ejemplo al Volare, explica que cosecharon tarde en 2016 por ser un año frío, y maceraron por 25 días. Mientras que en la 2017, cosecharon más temprano y maceraron con la misma idea, por eso fueron menos días. “Por eso decimos que es la conjunción del año y nuestra reflexión. Y luego el vino manda solo”, sostiene Edy.

“Nuestros vinos hablan de la diferencia de las añadas, pero no delatan cuál es más joven por cómo fueron concebidos, más allá de cómo fueron los años”, dice David.

Si bien ambos son de escuchar, Edy es más contestatario, te dice lo que piensa, con mucho respeto, pero sin anestesia. Mientras que David es más bueno y siempre mantiene el tono cálido de su voz, con una sonrisa imborrable. El rostro de Edy durante la degustación y la charla lo dice mucho, pasa del gesto reflexivo a la sonrisa alegre, y a la seriedad que le causa alguna frase con la que no está de acuerdo, sin escalas.

Llega el turno de Iubileus, y la charla se pone más jugosa.

Originalmente cuando se originó el proyecto, Iubileus y La Craie fueron dos vinos que nacieron juntos, fruto de las diferencias en el lugar. “Siempre la idea fue hacer dos vinos (o tres cuando nació Francesa), porque pensamos que podíamos resumir en dos situaciones diferentes lo que el lugar nos estaba dando, por la combinación de suelos, y por las variedades”, resume David. “Teniendo en las viñas las uvas madre de Gualtallary (por el Malbec y el Cabernet Franc), quisimos hacer un Malbec en su estado más puro, y lo que nos parece que es el vino del lugar (por la combinación de Malbec y Cabernet Franc). Hablar de Gualtallary a través del Malbec con Iubileus, mientras La Craie es hablar de Gualtallary”, asegura Edy.

Acá está la diferencia, eran reflexiones de un mismo lugar, pero con las diferencias geológicas, y con el Cabernet Franc aportándole al Malbec lo que no tiene.

Hasta en la concepción del viñedo y en las vinificaciones son puristas, el vino lo hacen con granos de uva y no con escobajos, más allá que gustan mucho de esos vinos. Pero ellos no quieren nada que interfiera en el carácter de sus vinos, y que llegue a confundir; “acá esa discusión no puede existir, porque es el vino con su año y con nosotros, nada más. Si sale, sale y si no, no, porque la textura no puede ser discutida ya que los atributos del vino son del vino, y no nos interesa entrar en la discusión de cuánto influye la técnica”, aclara Edy.

Acá otra gran conclusión, porque más allá de las diferentes metodologías de vinificación, es tan válida la postura de PerSe como la de los productores que se nutren tanto de la naturaleza (fermentando con racimos enteros) como de la tecnología (vinificando en vasijas de concreto o madera, por ejemplo).

Edy y David no los hacen Iubileus y La Craie para que uno sea mejor que el otro, simplemente son dos vinos distintos, pero está bueno poder interpretar por qué. Son vinos de mucha precisión, con pequeñas sutilezas que marcan grandes diferencias.

“Difícil demostrar que las cosechas que siguen son mejores, pero cuando llega el momento de la verdad hay que tener honestidad absoluta, porque hay elementos comunes; mismo viñedo, misma parcela, mismo lugar y uva, pero sabemos que entre la 16 y la 17 hay diferencias enormes, porque mandó el clima”, explica Edy. Y agrega, “uno fue un año frío y el otro caliente, y nosotros cosechamos en un momento determinado pensando en hacer el mejor vino posible ese año, que no quiere decir que sea mejor, simplemente le tocó ser”.

Otra conclusión; y van…; es dónde poner (mentalmente) el mismo vino en función de las añadas, porque eso además tiene que ver con el momento en qué se lo degusta. Por eso, hay veces que antes de jugársela con el veredicto de un vino, es mejor esperarlo. Según Edy, David conoce mucho sus botellas y sabe lo que está sucediendo con cada vino, por eso habla de “esa” botella y lo que le está pasando adentro.

Seguimos avanzando en la historia de PerSe y llega el turno de La Craie, para lo cuál empecé con una simple pregunta: ¿por que La Carie fue La Craie y Iubileus fue Iubileus? “Los nombres tiene mucho que ver no solo con lo emocional sino con el pensamiento. Primero fue un tema de discusión, cuando hicimos Iubileus el Malbec le había hecho muy bien a Mendoza, fue como una expresión de alegría en un momento que te genera un cambio. Y el Malbec le generó algo distinto a Mendoza, fue como un jubileo”, explica David.  “En La Craie miramos para abajo, con los pies en la tierra, pero mirando al cielo siempre. Tuvimos que mirar hacia abajo para poder mirar hacia arriba, para generar una elevación distinta. Hay que volar, si no, no vamos a hacer lo que queremos hacer”, agrega.

La palabra clave en PerSe es credibilidad. En 2002 Edy venía a Bs As con otra bodega, y uno lo recibía con la cabeza del 2002. “Han pasado 20 años, y si bien las cabezas cambiaron, cuando hice aquellos vinos, te lo conté y vos me creíste, y no te quedó otra, porque yo estaba tratando de hacer eso que te contaba. Y hoy, con PerSe es lo mismo, sentimos que es muy importante el background de cada vino. Iubileus es un Malbec que habla del lugar, y La Craie es un vino que habla del lugar por sí solo”, detalla Edy.

La 2020 es la novena cosecha, y queda claro que siempre Iubileus fue Iubileus, y La Craie fue La Craie, que los conceptos nunca cambiaron. Y lo que pasó con Francesa lo demuestra. Aquel field blend de Malbec, Syrah y Cabernet Franc de Los Chacayes, que solo se hizo en 2014 y 2015, desapareció. “Nos mataron el lugar. Lo que era; el viñedo; dejó de serlo. Desde nuestra época en Doña Paula que conocíamos ese viñedo, por eso hicimos Francesa. Pero cambió de dueños, y la esencia del lugar, y la uva no nos sirvió más”, afirma Edy.

“Comemos muchos kilos de uva por año, y cuando probamos la uva de Volare te lo está diciendo, la textura te quiere transmitir otra cosa, distinto a Iubileus y La Craie. Por eso nunca va a llegar a estar a la altura, ya que desde su génesis es muy difícil, y nosotros jamás podríamos romper esa esencia”, sostiene David.

Desde un punto de vista filosófico, David es el profesional, tiene limitada cada parcela en forma muy precisa, mientras Edy es más antropológico, y siempre piensa que, de un defecto, con humildad, puede salir una virtud.

Y si bien se nota que están muy convencidos de lo que hacen, y que ese convencimiento es una de las claves de su éxito, en parte su know how no los deja cambiar. “Porque estamos más viejos y es mucho más difícil cambiar, no queremos movernos del lugar, concebimos lo que concebimos, y cuando hacemos una búsqueda sabemos que la vamos a encontrar en ese lugar”, explica Edy.

“Por esa razón, ya sea defecto o virtud, que sean las otras generaciones las que se muevan, nosotros estamos haciendo lo que hacemos”, agrega David. Tanto Santiago como María Luz, los hijos de Edy y David respectivamente, se han metido en el tema desde muy jóvenes, “a los 30 años nuestros hijos van a ser mejores que nosotros”, afirman ambos.

Es la primera vez que veo una botella del Uní del Bonnesant, el número 312 en la etiqueta refiere a la cantidad de plantas que hay en esa pequeña parcela; 312 cepas.

A esta altura, la intelectualidad del vino se potencia. En mi caso, cada vez que degusto un vino me hago muchas preguntas, es una cuestión intelectual entre la copa y yo. “La gente no cree, pero esto es como leer muchos libros”, afirma David refiriéndose a la cata.

Volviendo al tema de las añadas, y la influencia que puede haber en el consumidor, para ellos no puede haber un mainstream de la añada. “La gente habla muy bien de la 2016 y no tanto de la 2017. ¿Por qué? No importa el resultado, lo que importa es que sea honesto”, destaca Edy.

Y como de añadas se trata, llegó la hora del examen. A ambos vinos los degusté a ciegas sin saber siquiera de qué variedad se trataba. Pero el vino me sacó de Argentina, y me llevó al Viejo Mundo. Es un vino apoyado en sus texturas y muy tomable, pero lo sentí como si aún estuviera en la panza en cuánto a sus expresiones; más amable el 2016 que el 2017.

Edy se muestra sorprendido porque encontré el 2017 más classy, es decir más atado y agarrado. Pero considera que los pensamientos más profundos sobre los vinos decantan al otro día. Por suerte, no fui el primero desconcertado por el Uní, sobre todo tratándose de un Malbec de Gualtallary. “Es muy lógico que Uní te saque de PerSe. Yo creo que PerSe tiene que sacarte un poco del contexto de otros vinos de Gualtallary, y de Argentina ciertamente. Y Uní hace lo mismo sacándote de lo esperado al pensar en PerSe. En cierta manera es un vino muy especial, que nos pone más al servicio del lugar que el mismo Per Se. De eso se trata, servir y no servirse. Es una larga y pensada reflexión, que habla de un momento crucial de nuestra vitivinicultura. Es hora de que empecemos a diferenciarnos, creo que es un ahora o nunca”, afirma Edy.

“Lo que nos queda claro es que el vino tiene algo de particular, es el más distinto de todos. Pero no por una búsqueda, ya que siempre tratamos de transmitir el fiel reflejo de lo que es el lugar. Nosotros tenemos un viñedo, y una imagen de cada parcela que usamos para Iubileus, La Craie y Uní”, cuenta David.  

El viñedo parece un dedo índice, y a lo largo juegan las distintas parcelas plantadas en gobelet de Oeste a Este, y termina en la uña. Y la uña (Uní) es el elemento más importante del cerro, que solo tiene un suelo de 30 cm de profundidad, porque luego nace la roca madre, la base del cerro. Es la montaña propiamente dicha, y está formada por carbonato de calcio puro. “La punta no tiene nada que ver con el cerro, es tan distinta la punta que tiene que ser un vino nos dijimos”, cuenta Edy. Podría ser parte de los demás, meterlo en La Craie o Iubileus, pero genéticamente es tan distinto que a partir de la cosecha 2016 decidieron hacer un vino de esas 312 plantas, en suelos poco profundos, y apoyadas sobre puro calcio. “Es mucho esfuerzo, y sabes que va a salir solo una barrica, pero no importa porque el vino va a ser distinto”, resalta Edy.

El foco no está el negocio, pero…

El mercado interno es el más importante para toda bodega argentina, incluso para una bodega como PerSe. En Napa, por ejemplo, los americanos pagan por sus mejores Cabernet Sauvignon u$s400 la botella, y así los prestigian con su compra, porque pueden hacerlo. Pero acá eso es imposible, porque si bien la Argentina está inserta en el mundo, y los vinos de PerSe merecen competir en esos valores, acá no se pueden pagar esos precios. Porque, en definitiva, los precios de los vinos no los fija el bodeguero, sino el mercado; hablando de vinos que realmente se venden. “Como productores cuando vamos a mostrar los vinos a Nueva York, los profesionales y sommeliers saben que deberían valer más que la mayoría de los demás vinos de la muestra, pero como son de Argentina el mercado (por ahora) no los paga como debería”, explica Edy.

No obstante, hoy en volumen y en precio subsidian al mercado argentino, porque las ventas externas suman mucho más. Pero no importa, porque no pueden dejar de considerar lo que significa el mercado doméstico, y por eso cumplen con los pedidos a pesar del esfuerzo que les implica.

Vinos de otra dimensión

No hay dudas que los que más saben de sus vinos son sus hacedores, por eso es una clase magistral degustar con ellos, cara a cara, con tiempo y muchas ganas de profundizar en la charla, enriqueciendo el intercambio.

“Degustamos añadas o degustamos vinos”, preguntó Edy. Y preferí degustar vinos, porque creo que es mejor para aprender más sobre cada vino, ya que las añadas son añadas, y cada vino es un vino. Esta parece una simple conclusión, pero no lo es. Me hace recordar a la famosa frase de Da Vinci, “la simpleza es la máxima sofisticación”.

Desde el primero de los vinos servidos, en la mesa larga junto a la cava de embutidos, y hasta el último me los tomé, porque así se degustan mejor, y se pueden apreciar más las texturas, “si no se traga el vino no se lo llega a comprender, no se entiende la caída del vino”, dice Edy.

Es la primera vez que degusto la cosecha actual de PerSe junto con la que viene. A la propuesta de Edy y David, se le sumó al principio un bonnus truck, La Craie 2015, descorchado la noche anterior por Pablo Rivero (propietario de Don Julio y El Preferido). Los vinos degustados fueron Volare 2016 y 2017, Iubileus 2016 y 2017, La Craie 2016 y 2017, Uní del Bonnesant 2016 y 2017, y cerramos con el Iubileus 2012, el vino que más me sorprendió la primera vez que degusté los vinos de la bodega, en noviembre de 2014 (https://www.fabricioportelli.com/perque-mi-piache/).

Volare

La primera cosecha fue 2014, y venía de viñedos de la zona, de uvas compradas en pequeñas cantidades. Siempre fue Malbec 100%, pero desde 2016 las uvas vienen del Monasterio.

Hay una gran diferencia con lo que se venía haciendo, ya que pudimos encontrar las cosas que veníamos pensando a partir de ver el lugar. Dentro de la frescura, es el vino más tardío del lugar, el que más tarde cosechamos, alrededor de dos y tres semanas según el año”, dice David.

“Como lo cosechamos más tarde, el contacto con la piel y el vino es más corto. Una diferencia cruzada con los PerSe, que son más tempranos y con maceraciones más largas, mientras Volare es al revés”, explica Edy.

Recuerdo que el Volare 2014 me impactó mucho cuando lo degusté por primera vez. Tenía su propio lugar respecto de La Craie y Iubileus, porque era de otra línea, y se supo diferenciar bien desde el vamos, con un carácter propio. Mientras el Volare 2015 me pareció con algo más de volumen y generoso en sus expresiones.

En este 2016, la frescura del año disimula la fluidez, pero no llega a tener el cuerpo del Volare, que al menos tenía in mente. Igual ganó con el correr de los tragos, pasando de más granuloso a más redondo y equilibrado. Antes lo tenia más musculoso en mi cabeza, siempre dentro del estilo de la casa, lo cual es una evidencia de la influencia de la añada. En este 2016 no llego a pensar en Volare, y siento como si pretendiera ser otra cosa.

Por su parte, el 2017 va un paso más allá, porque no solo sigue siendo un Volare auténtico, sino que ganó en volumen, con texturas calcáreas, y se nota que no pretende ser como los otros. Quizás, hasta ahora, el más Volare de todos.

La influencia del año se entiende, y degustar así también está bueno para comprender al vino. Prefiero el 2017 porque esta más equilibrado, y va a llegar más lejos por ese músculo. Queda claro que estos vinos no evolucionan linealmente, sino de acuerdo a la conjunción de año y la idea que los hacedores tienen de ellos.

“2017 es más normal para Mendoza, clásico para Gualtallary, donde abundan las arenas con calcáreo disuelto. Mientras en la altura y en un año muy frio, como en 2016, se logra más complejidad, y no te da el músculo de un año templado”, aclara David. “La fineza de la variedad hace mucho. El 2017 es más Volare por el músculo y por el año, pero la lectura fue la misma; mismo lugar con dos versiones”, agrega Edy.

Volare del Camino 2016

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020 $4800)

Como desde el 2014 es un Malbec 100%, pero por primera vez elaborado con uvas del Monasterio. Sus aromas integrados y delicados remiten a de frutas de baya. De buen cuerpo y muy buena frescura, con la madera algo presente resaltando sus texturas. Hay fluidez y un paso incipiente, pero sin tanto músculo. Es como si en este 2016 la frescura del año potenciara la fluidez disimulando el cuerpo del Volare. Con muy buen final de boca, franco y muy tomable, casi vibrante, y con un carácter de frutas negras, típico del lugar. Gran vino y con potencial, pero al que la añada lo corrió un poco de su eje, no desde lo conceptual, pero sí desde su mensaje. Beber entre 2020 y 2023.

Puntos: 93

Volare del Camino 2017

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020: aún no a la venta)

De aromas equilibrados y expresivos, con muy buena frescura y un agarre suave. Buen volumen y paso mordiente, se lo siente muy equilibrado, aunque también muy joven. Con muy buen carácter y texturas calcáreas. Acá está muy bien logrado su cuerpo, y se reconoce el espíritu del vino. Este 2017 va un paso más allá que el 2016, porque no solo sigue siendo un Volare auténtico, sino que ganó en volumen, con texturas calcáreas, y se nota que no pretende ser como los otros (sus hermanos mayores). Quizás, hasta ahora, el más Volare de todos, y sin dudas va a llegar más lejos por ese músculo tenso. Beber entre 2020 y 2025.

Puntos: 94

PerSe Iubileus

A diferencia de lo que sentí en Volare, el Iubileus 2016 es más profundo y armado que el 2017, con una sintonía más fina. El 2017 me quedó vertical y más flaco, mientras que el 2016 me explotó en la boca, con delicadeza, notas de frutas negras y hasta algo floral. Con aromas delicados, impresionante. El 2017 no se abrió, y está más compacto dentro de su elegancia, no le siento tanto el carácter frutal, y el agarre se queda solo. No está la profundidad de la fruta que si está en el 2016. Acá hay mucho potencial con sutilezas, mientras que el 2017 no me habla tanto. Me pregunto si este 2017 es un Iubileus que va a tardar en despertarse.

El 2016 es mucho más extrovertido, siempre fue así, siempre ofreció esa generosidad en nariz y en boca explosiva, mientras el 2017 es más calcáreo, un bloque, y se lo siente más apretado. Pero el 2016 tiene más cuerda, y puede aguantar más que la 2017, que se va a quedar algo apretada”, dice David.

“El 2016 tiene la profundidad que el 2017 no muestra. Después de unos años y con los vinos en botella, hay gente que sostiene que el 2017 está mejor que otros años, pero a mi no me parece”, agrega Edy.

Al degustar estos vinos lo que se siente es una sintonía muy fina, suenan delicados, más como una sinfonía que como una banda de rock, como muy pocos en la Argentina. El 2016 me lleva, me transporta al lugar, pero al 2017 no lo siento mostrarse. Está muy tenso, poco expresivo, y muy vertical, bien calcáreo, pero sin la profundidad frutal del 2016. Al menos hoy.

PerSe Iubileus 2016

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020 $12500)

Sus aromas son muy austeros, pero explota en la boca, con buen agarre y acidez firme, hay fruta negra, texturas tensas, y un carácter negro (de fruta) con un leve final de torrefacción, fino, fresco y profundo. También, asoman leves dejos herbales, y la frescura se siente súper bien integrada. Hasta se percibe algo floral. Se nota que tiene mucho potencial con mucha sutileza. Un vino de sintonía fina en sus expresiones, que pasa con mucha delicadeza, y ostenta larga vida. Beber entre 2020 y 2026.

Puntos: 95

PerSe Iubileus 2017 (aún no a la venta)

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020: aún no a la venta)

Mas apoyado en las frutas rojas que negras, aunque hay que esperarlo en la copa para que se abra. De entrada, se muestra muy vertical y tenso, con cierta madurez, hay más fluidez, dejando el agarre al desnudo, y sin la profundidad de la fruta rodeándolo. Es compacto en sus expresiones, y con algo sutil de la madera que asoma sobre el final. Se nota es un vino contenido, que (por ahora) no habla tanto. Me pregunto si este 2017 es un Iubileus que va a tardar en despertarse. Beber entre 2021 y 2025.

Puntos: 94

PerSe La Craie

Si bien el 2015 estaba fuera de programa, y la botella abierta la noche anterior, fue degustado debidamente y sirvió para calentar motores y paladares.

“El año 2015 fue frío y húmedo, un año de tierra, y es un vino que está mostrando que todavía le queda resto. La nota y la textura calcárea en boca se nota con la personalidad de un Malbec, a pesar que fue un año frío, ni la tensión ni la austeridad del Cabernet Franc, sino que gana la generosidad del Malbec”, dice Edy.

“Me da frío, la misma sensación del año, en la primera copa estaba apretado, pero la segunda es mejor aromáticamente, y es la prueba de que a este vino le viene bien abrirse”, dice David.

Acá en la granulosidad está la fineza, hay frutas negras del Malbec de altura, con los tonos herbales y las texturas del Cabernet Franc. Es un vino que te va llevando a su origen, no es eléctrico, ya dejó de ser vivaz, aunque manda la frescura, porque ya está en su etapa de equilibrio.

Sabiendo que a estos vinos hay que esperarlos en la copa, sentí lo mismo que en el Iubileus, el 16 más expresivo y el 17 más atado, pero con más delicadeza. También, con una acidez más sostenida, y me pregunté si es era el más classy de todos La Craie, porque no se sale del molde. Sin embargo, para Edy el 2012 es el más classy.

El 2017 se lo nota con mucho potencial, por el agarre y la firmeza, pero en nariz lo sentí poco expresivo, con un carácter que se aferra, aunque todavía no te quiere contar mucho. La antítesis del 2016, mi mejor vino de la cata, porque tiene una delicadeza sutil y floral (al igual que el Iubileus), y avanza en boca con fineza.

Y si bien no me gusta mucho ponderar la 2016, porque no fue una cosecha lógica, y no hay mucho sustento, estos vinos la disimulan mucho. Seguramente por la influencia de los hacedores y sus convicciones a la hora de elaborarlo. Por lo tanto, es mi mejor vino de la tarde, pero no por el año sino por la interpretación, porque si bien se percibe un efecto de añada, hay más de interpretación.

Nosotros elaboramos el vino con el pensamiento de la añada, lo hacemos y lo maceramos. En La Craie y Uní hacemos maceraciones de cerca de 40 días. Y si bien son parecidos, no se vinifican igual. Estos se hacen en barril abierto y con pisón, mientras que el Iubileus se hace similar a La Craie, pero con barril cerrado y rolando, y Volare lo hacemos en un bin abierto y pisoneado. Son vinos transparentes y desnudos, así son”, explica Edy.

PerSe La Craie 2015 (abierto la noche anterior)

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020 $12500)

De aromas equilibrados, con dejos de frutos negros. Paladar franco y herbal, de trago no muy profundo, pero con garre y buen volumen, con el Cabernet Franc hablando más que el Malbec. De textura fina, con agarre y fuerza que le da profundidad. Acá en la granulosidad está la fineza, con las frutas negras del Malbec de altura, y los tonos herbales y los taninos del Cabernet Franc. Es un vino que te va llevando a su origen, aunque ya dejó de ser vivaz, está en su etapa de equilibrio, pero sigue dominando la frescura.

Puntos: 94

PerSe La Craie 2016

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020 $12500)

De aromas muy delicados, con una sutil nota floral y de frutas negras, todo muy nítido. Hay una acidez sostenida e integrada, con cierto músculo, y eso le permite flotar en el paladar. De agarre fino y muy expresivo, con los típicos dejos herbales que remiten al lugar. Y también a la añada porque se sienten los mismos perfumes florales que en Iubileus 2016. Cada trago avanza en la boca con fineza, y su final es tan largo como elegante. Tiene mucho para dar y más complejidad para soltar con la guarda, pero sin dudas está pasando por un gran momento; y quizás sea su mejor momento. Beber entre 2020 y 2025.

Puntos: 96

PerSe La Craie 2017

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020: aún no a la venta)

De aromas algo cerrados y poco expresivos, y con un carácter muy aferrado, hay agarre que se potencia con una acidez sostenida, que ayuda a contener sus expresiones, aunque la delicadeza de sus texturas es evidente, más allá de la firmeza propia de la juventud. Se nota que tiene mucho para decir, aunque todavía no lo quiere contar.Me pregunto si este seré el más classy de todos los La Craie hasta hoy.

Igual, posee mucho potencial. Beber entre 2022 y 2027.

Puntos: 94,5

PerSe Iubileus 2012 (Bonnus Truck)

PerSe, Gualtallary Monasterio

De aromas equilibrados, con buena frescura sostenida, mantiene músculo con equilibrio y agarre. Muy vivo con cierto clasicismo. Todo está muy integrado, con notas de frutas negras, y esa textura propia del Iubileus, que se siente como acolchonada en su paso por boca. Se nota que es un gran vino y que tiene más para dar, aunque su mejor momento ya haya pasado. Beber entre 2020 y 2022.

Puntos: 94

Uní del Bonnesant

Acá no tenía referencia alguna, es más, los degusté sin saber siquiera de qué se trataba el vino. Y me volvió a pasar lo mismo, el 2016 me habló más que el 2017. En este caso, el 17 mostró una acidez más sostenida que me lo ata más, como en los demás vinos de esta cosecha, exceptuando el Volare. Este es el vino que menos me dice o menos entiendo, pero el 2016 me cagó porque a ciegas me voy de argentina, me lleva al Viejo Mundo. Me saca de la variedad, aunque no se qué es. Me saca de acá por austeridad, por flotabilidad en la boca y por agarre, pero en su expresión me cuenta cosas que no conozco. No tengo fruta negra, ni lo herbal, pero hay algo cárnico y ahumado. Me voy para el lado del Syrah, pero en versión gran vino del Ródano, tipo La Turque de Gigal, con un carácter único, pero más de Viejo Mundo. Y en La Craie y Iubileus nunca me fui de acá, porque habla el Malbec y el Cabernet Franc (nuestro no francés), además del Valle de Uco. Acá gana lo ahumado en nariz, con algo de tinta, cárnico, y por eso me voy para el lado del Syrah, con toque ahumado seco, buen musculo, agarre fino y textura delicada. Frescura integrada, pero muy europeo, franco y austero. En 2017, gana la acidez y el agarre, más classy, pero con fluidez.

“Jancis Robinson (en febrero último en Mendoza), dijo el vino la sacaba del Malbec y que podía ser un Cornas, lo mismo que dijo hace poco Tim Atkin; me sacó de la cancha”, cuenta Edy.

Uní del Bonnesant es un Malbec ciento por ciento, y cuando sirvieron los dos demuestran que tienen la reflexión de cada añada.

“El 2016 se siente ahumado, porque nace sobre una carpeta de piedra blanca, y cuando termina la piedra nace la roca madre blanca, de carbonato de calcio puro. Cuando probamos la uva decidimos hacer un barril porque era muy distinta y la teníamos que respetar”, explica David.

“En el 2017 siento cera de abeja al olerlo, está entre-cerrado, pero empiezan aparecer flores, polen, y sobre el final hay algo de piedra. Un montón de cosas que no son fruta, claramente no es un vino de fruta”, describe Edy.

Soy de los que piensa que el vino dice sus cosas, y acá me desconcertaron.

Uní del Bonnesant 2016

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020: aún no a la venta)

Sus aromas son muy equilibrados, con dejos ahumados, y algo de tinta muy sutil, también con algo cárnico. De muy buen músculo, y con un agarre fino, de texturas muy delicadas pero tensas, y con la frescura integrada. Paladar franco y austero, con leves dejos herbales. Es un vino que te saca de Argentina por austeridad, y por su flotabilidad en la boca, con agarre, y en su expresión aparecen cosas muy distintas a la fruta negra y lo herbal del lugar, gana lo ahumado (también en nariz) pero no de tostados de barrica, sino más cárnico o pedregoso. Beber entre 2020 y 2026.

Puntos: 94

Uní del Bonnesant 2017

PerSe, Gualtallary Monasterio

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Abr2020: aún no a la venta)

Buena frescura y agarre, más classy (como La Craie). No es tan amplio en boca, con una acidez sostenida que se marca un poco, hay fluidez y se lo siente muy agarrado.  

Este 2017 es muy compacto en sus expresiones, como en los demás vinos de esta cosecha, exceptuando el Volare. Sin dudas, es el vino más diferente de la bodega, en el que sobresalen la acidez y el agarre. Quizás el tiempo en botella despierte sus aromas y sabores, y así su complejidad vaya más allá de sus texturas. Beber entre 2020 y 2027.

Puntos: 94

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.