Si bien la cuarentena no detiene al vino argentino, al parecer a Michel Rolland lo ha frenado un poco, porque en los últimos 35 años, nunca había estado en el mismo lugar durante cinco meses. Y justamente había sido Argentina el destino de su último viaje.

Por zoom y desde su casa en Burdeos, lanzó la última cosecha del Clos de los Siete, el vino del millón de botellas.

Dejando la pandemia de lado, a pesar del difícil momento que se vive en el mundo y en Francia, por tener hoy más casos que en junio, el afamado flying winemaker se dio el gusto de hablar de la actualidad del vino argentino a nivel global.

El Clos de los Siete es uno de los vinos nacionales más internacionales, porque desde su lanzamiento se comercializa en Francia a través de un “negociant”, y desde entonces ha llegado a casi 70 países en el mundo. Se sabe que en Burdeos los vinos se venden a futuro (En Primeur), y a la cosecha 2019 le ha ido muy bien. Salvo para Champagne, que atraviesa una crisis de precios, y también de caída de ventas por falta de eventos sociales y ocasiones de festejos. Y más allá que los restaurantes; importantes puntos de venta; estuvieron cerrados por tres meses, para el enólogo francés las ventas no bajaron tanto, ya que las vinotecas vendieron muy bien. Por eso no cree que la crisis vaya a afectar realmente al consumo de vinos.

Por su parte, Gustavo Paolucci (Director de Ventas) confirmó esa tendencia en el mercado local: “No ha caído el consumo a pesar de no tener restaurantes, y algo cambió, porque aumentó el consumo personal y la comercialización online que antes no estaba tan desarrollada”.

Ramiro Barrios (Gte. General de la bodega) cuenta que el CD7 está en casi 70 países, y se vende entre 20 a 35 dólares, dependiendo de los impuestos de cada lugar. Europa y Asia, sobresalen, y en Latinoamérica ya están en casi todos los países, y han podido regresar a Méjico. Sin dudas, y más allá de su precio, el Clos de los Siete se ha convertido en un icono, y en el más internacional de los vinos argentinos de media gama, con gran presencia en canales de distribución de imagen, como son vinotecas y restaurantes. Y si bien la pandemia algo afectó, el importante aumento de las ventas en vinotecas y cadenas compensó la caída en el on trade; por ejemplo, en USA hay una reducción en el 90% de ventas en el sector de botella abierta.

Y si bien es una industria muy competitiva, la Argentina se posicionó y hoy compite de igual a igual en el mundo. La dificultad del vino argentino en cuanto a competitividad está dada por el tipo de cambio, que es muy cíclico. Otras complicaciones son la ausencia de tratados de libre comercio, y la falta de apoyo estatal en la promoción, según Barrios.

Para Michel no hay un vino de esta calidad en Francia y a este precio (usd 20), básicamente porque allá los costos de producción son más altos. “Si hacemos un benchmark de usd 20/25 con vinos franceses versus el CD7, seguro va a salir muy bien, y ese es su éxito en el mundo. Porque si bien la imagen del vino de francés es más importante que la de Argentina, que es menos conocida, el suceso de este vino es su calidad que sorprende a todos”.

Sorprendentemente para muchos, durante la cuarentena se ha tomado más vinos de alta gama. “Nos aumentó la venta de Val de Flores y Lindaflor. Al parecer, muchos que no salieron a gastar en restaurantes decidieron tomar mejores vinos en sus casas”, dice Paolucci.

Rolland conoce muy bien al consumidor global, porque ha pasado la mayor parte de su vida recorriendo el mundo, haciendo y promoviendo sus vinos. “Un solo consumidor se puede equivocar, pero el conjunto de consumidores nunca se equivoca con el vino. Nuestro mercado es el mundo, y hay un momento que se debe buscar el propio posicionamiento. El buen vino cuando se vende a $500, debe ser de una calidad, y a $1000 de otra y así. No existe una definición única de la calidad, para mi es el vino que se vende, y con el Clos estamos bien posicionados en calidad y precio, por eso vendemos un millón de botellas al año”, comenta Rolland.

La calidad es lo más importante para Michel Rolland, pero sabe que el precio también lo es, sobre todo para el consumidor. Por eso a Chile le va mejor en el mundo, porque gracias a sus tratados de libre comercio puede ofrecer una mejor relación calidad-precio. “En Argentina, el precio aumenta más rápido que la calidad de los vinos, y eso hace que los buenos exponentes estén caros, y la gente quiere sentir placer tomando vinos sin pagar de más”, alerta Michel.

Hoy, el CD7 sigue andando muy bien, y cada vez que se juntan a hacer el corte (este año de manera virtual), tratan de pensar como está evolucionando la cosa para seguir. Michel asegura que no harán un vino loco, pero quizás puedan evolucionar un poco, porque ahora con mejores uvas les es más fácil hacer vinos redondos y suaves.

Desde siempre el gran objetivo del emprendimiento fue elaborar 100.000 cajas (de 12 botellas). Ese 1,2 millón de botellas, es el límite que les impone el campo, porque se trata de un “estate wine”, es decir que solo se utilizan uvas propias.

En estos últimos meses apoyaron mucho a las vinotecas, haciéndoles la logística hasta que volvieron a abrir. También a través de las redes sociales, direccionando a los compradores hacia las tiendas de cercanía.

Gustavo Paolucci advirtió que al parecer hoy todo el mundo quiere vender vinos en distintas regiones del país, y que muchos lo ven como una oportunidad laboral. Pero no se trata de descuentos sino de cuidar el precio sugerido, más allá de alguna promoción puntual, para que haya negocio. Y anunciaron que en breve lanzan un e-commerce con productos exclusivos.

Clos de los Siete 2017

Después de dos años bastante complicados, como fueron 2015 y 2016, la cosecha 2017 volvió a ser una temporada bien argentina y muy buena. El único problema fue la producción más baja por tema de heladas. Pero la calidad fue muy alta, especialmente en el Malbec.

Para Michel Rolland, este 2017 es “demasiado rico”, en el amplio sentido de la palabra.

Un tinto que va perfecto con las carnes argentinas (en El Nacional de Burdeos, Hugo se las sirve en su punto justo). Con volumen graso y fruta, “en el estilo de CD7 es un vino arriba del nivel que se busca, pero nadie se va a quejar”, dice Michel.

Sin dudas, 2017 es un gran número del CD7, que paradójicamente no fue un gran año para Burdeos, que dio buenos vinos, pero no de la calidad de los argentinos. Es un blend con un futuro excelente y un potencial enorme. Y si bien no es un vino pensado para la guarda sino para beber, asegura que va a envejecer muy bien.

En esta cosecha la composición exacta fue Malbec 52%, Merlot 21%, Syrah 15%, Cabernet Sauvignon 7%, Petit Verdot 3% y Cabernet Franc 2%, y la producción fue de 790.000 botellas; algo más baja que las que le siguen (2018 y 2019).

Llama la atención que haya más Merlot, y eso se debe principalmente a la evolución del viñedo. Ya que Miche Rolland es de la cuna del varietal (Pomerol), y su nivel de exigencia para con el cepaje fue siempre muy alto. “Este año el Merlot fue notable, y eso le da al Clos el lado suave, redondo y carnoso”. Y solo recuerda otro año en el que se dio un CD7 por arriba del nivel buscado; 2006, otra añada de poca producción y de un nivel muy interesante, aunque las viñas no estaban tan equilibradas como ahora con 18 años. Para Rolland la frescura también es parte de un gran año, porque favorece al balance, y a que se sienta todo bien integrado en un vino con cuerpo, fuerza y taninos. También destaca el toque de Cabernet Franc y de Petit Verdot que al principio no había, porque suman detalles, siempre buscando la mejor fórmula para dar un vino de placer. Desde hace 25 años, cuando empezaron a pensarlo, este no era un vino de guarda o súper alto nivel, sino un vino de consumo, para tomar y disfrutar, y que la gente diga “quiero más”. “Ese es el espíritu de este vino”, afirma Michel, y agrega, “en veinte años hemos mejorado nosotros y el vino, y hoy estamos en un gran nivel. Este 17 es divertido porque la cosecha nos ha permitido hacer un vino un poco arriba de lo que buscamos”.

Fue una cosecha con poca uva, por eso es mas denso, y los próximos también seán muy buenos. En julio, y con muestras que le hicieron llegar hasta su casa, elaboró el blend 2018, “y va a salir estupendo, sin la misma intensidad en boca que el 2017 pero perfecto de fruta y con suavidad de taninos”, sostiene el hacedor francés.

Está todo dado para que el 2018 sea bueno y el 2019 viene bien también, con otra buena cosecha para el Merlot (por eso el Mariflor Merlot 2018 se destaca), y por eso vuelve a participar en el orden del 20%. Y además con el Malbec va muy bien.

“Hoy vivimos un ciclo bueno, no como 14/15/16, ya que 17/18/19 fueron cosechas muy positivas, a pesar de la baja producción de la 17, pero ya se recuperó, con muy buena calidad. Por eso en 2018 lograremos el millón de botellas, una muy buena noticia para CD7, y de alto nivel. Y la 2019 será similar”, asegura Rolland.

Hubo grandes cambios en estos años en el proceso de elaboración, tratando de aprovechar mejor la calidad de la uva. Siempre por gravedad, y ahora con menos extracciones que al principio, “pero hay mejor uva, por eso no hace falta hacer tanta extracción. Buscamos más frescura, fruta y taninos suaves, porque también hay un tema de modas, y este vino está hecho para un consumo rápido”, dice Michel. Para el, la madera es un problema porque no quiere mucha, pero el vino la necesita. Por eso trabajan con más con fineza y precisión que al principio, incorporando algunos lotes en madera, pero buscando que no se perciba, porque no es le estilo del CD7, y no necesita tanta madera, “pero sin madera no serviría”.

Más allá de acompañar las carnes argentinas a la parrilla, a Michel le encanta el Clos de los Siete (un poco refrescado) acompañado de pastas, y rodeado de sus hijas y nietos.

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.

Una Respuesta

  1. Sherry

    Siempre me había gustado el vino, pero ahora si quiero importarlos y conocer más de este mundo tan maravilloso