La amistad del enólogo en jefe y propietario de nuestra bodega, Alejandro “Colo” Sejanovich, y el químico y enólogo vasco Iñaki Otegi comenzó hace cuatro años.
En su país natal, Otegi creó Malus Mama, una prestigiosa sidra inspirada en las ice cider canadienses. Eventualmente decidió viajar a Mendoza para interiorizarse en la viticultura y la industria del vino, y trabajó en la vendimia de Mil Suelos.
Desde ese momento, todos los años, Otegi repite el ritual. Y el trabajo conjunto de Sejanovich y Otegi derivó en un vino: el cabernet franc Tortoka, cuya primera añada salió a la venta en 2023.
Este año, la segunda edición llegó en compañía de una novedad: Tortoka Blanco 2018, elaborado en base a chenin blanc, con pequeños aportes de chardonnay y semillón. Las uvas provienen de Maipú, y el vino fermentó en barricones de 500 litros con levaduras indígenas para luego pasar 24 meses en los mismos recipientes. A eso se sumó una estiba en botella durante 4 años.

Tortoka Blanco 2018 transmite desde su etiqueta el orgullo de pertenecer a la histórica zona de Maipú y de haber nacido de una de las viñas viejas que caracterizan a la región. Al mismo tiempo, su larga crianza lo relaciona con la tradición de los grandes vinos blancos de Europa.
El perfil de Tortoka Blanco 2018 se caracteriza por un buen peso con boca, con acidez media y un toque de salinidad. La crianza junto a las borras aporta volumen y, así, el vino se vuelve versátil para acompañar no sólo pesca sino también todo tipo de carnes blancas, como aves y cerdo.

Mientras tanto, la nueva cosecha 2022 de Tortoka Cabernet Franc proviene -al igual que la primera edición- de Paraje Altamira. En vasco, Tortoka significa “racimo apretado”. Y a través de este vino Otegi quiso homenajear a la hondarrabi beltza, cepa tinta típica de su región con la que el cabernet franc tiene algunas similitudes genéricas.
Las uvas que forman parte de Tortoka Cabernet Franc 2022 se microvinifican con distintos métodos para explorar las diversas facetas del terruño. Parte de la uva fue fermentada con los racimos enteros para aportar complejidad aromática y estructura. Otras fermentaciones contuvieron granos de uva enteros sin escobajo, que suman extracción suave y equilibrada de los componentes fenólicos. Finalmente, otra parte se trabajó con maceración carbónica para resaltar las notas frutales y la jugosidad.
Mientras tanto, Paraje Altamira, con suelos pedregosos y presencia de material calcáreo, marca en el vino un tanino fino de agradable textura, además de sutiles aromas florales.
 

Sobre El Autor