Cuando hay que seguir trabajando, o cuando en la mesa no hay con quien compartir el vino, lo mejor es descorchar una botellita. De esta manera, no hay desperdicio y el comensal puede disfrutar de su comida habitual con un buen vino.

La oferta de mini botellas no suele ser tan amplia, las hay de 187, 375 y 500 cm3. Otro de los inconvenientes suele ser el precio, que como todo en formato más pequeño tiene un costo proporcional mayor, si se la compara con el precio de carta de su equivalente en botella clásica (750cc).

Por eso, para dar en el blanco; y en el tinto también; hay que elegir aquellos vinos que ostentan una relación calidad-precio destacable, incluso en las cartas de vinos de los restaurantes. Porque si bien es allí donde se paga más por un vino, por el servicio que lo rodea – más allá de la propuesta gastronómica del lugar -, no es necesario invertir mucho para disfrutar de un buen vino.

Dos etiquetas que se lanzaron recientemente a conquistar los restaurantes de Capital Federal y alrededores con sus botellitas de medio (500cc) son Argento y Cuesta del Madero Roble, que llegan a un precio sugerido de $75 y $65 respectivamente. Si vas a ir a comer solo; o los que te acompañan no toman vino; a Dambleé, Sarkis, La Perlita, Don Lechón, Melo, Almacén Suipacha, o a muchos otros, podes pedir uno de estos Malbec o Cabernet Sauvignon y disfrutar a lo grande.