Hasta hace muy poco tiempo, el vino blanco de nuestro país era ninguneado. Un poco por ese pasado teñido de poca calidad y de mucha cantidad, asociado a los dolores de cabeza. Y esto no se trataba de un mito, ya que antes era necesario curar mucho las uvas y luego el vino con anhídrido sulfuroso (SO2); causante del dolor. Esto, sumado a que siempre los grandes vinos fueron tintos, forjaron su fama.

Pero todo ha cambiado, y sigue cambiando. Hoy, hasta aquellos consumidores fanáticos de los tintos comienzan a reconocer las virtudes de estos vinos. Los cuales pueden llegar a tener tanta estructura y longevidad como sus pares tintos.

Para entender este cambio hay que saber que la única diferencia entre ambos tipos de vino radica en los hollejos de las uvas. La pupa es siempre de color blanco. Y es gracias a la maceración; contacto del mosto o jugo de uva con las pieles; que el tinto se tiñe. Pero no solo gana en color, ya que en las cáscaras y semillas se encuentran los polifenoles, responsables también de aromas, sabores y la estructura de un vino.

Esto explica en gran parte por qué los tintos son más famosos. Porque si bien hay más uvas tintas que blancas, el cuerpo o estructura de los tintos les permite ser elaborados con una mayor diversidad de estilos. Ser partícipes en blends (vinos elaborados con dos o más variedades) o criarse en barricas de roble por más tiempo. Esta mayor fortaleza de los vinos tintos gracias a la maceración, les permite evolucionar (en general) por más tiempo. Y en la longevidad reside gran parte del prestigio de un vino

Viña San Pablo donde nace Salentein Single Vineyard Chardonnay

Por suerte para los blancos; de calidad; la clave está en la acidez. Así, un vino de acidez alta se va a mantener por mucho más tiempo, en todos sus aspectos. Sus colores permanecerán brillantes, sus aromas fragantes y su paso por boca vivaz.

Esto no sólo se logra cosechando temprano sino cuidando la uva en el viñedo. Luego en bodega, si se la prensa suavemente también se puede macerar con sus pieles y semillas. Y así lograr una extracción de polifenoles que sirve de sustento al vino. Otro de los grandes cambios que permitieron el nacimiento de estos vinos fue su contacto con levaduras. Durante la fermentación, si se manejan bien las temperaturas, el vino puede convivir con ellas primero y con las lías (levaduras muertas) después. Y así ganar en estructura y volumen, más allá de la complejidad que esto les pueda aportar si está bien lograda. Vinos así logrados, al pasar a las barricas, no se van a dejar dominar fácilmente por el roble. Y así la madera le aportará lo suyo para darle más sustento.

En nuestro país las variedades de uvas blancas destacadas son varias, pero solo una la responsable de los vinos que ponen en jaque a muchos de nuestros mejores tintos; Chardonnay. Primero porque suele dar vinos frescos, con volumen y elegancia. Y segundo, porque su expresión es bien austera. Y esto es lo que marca la diferencia con sus pares blancos. Porque el Torrontés y el Sauvignon Blanc son muy efusivos, y eso no los deja ser elegantes. Tampoco les permite mantenerse con gracia durante varios años. El Semillón, el Viognier, el Tocai Friulano y el Pinot Grigio, pueden compartir cuerpo y untuosidad con el Chardonnay; pero ninguno logra ser tan elegante.

Hoy, gracias al mejor manejo de los viñedos y a un mayor conocimiento de los terruños, están naciendo varios Chardonnay que están demostrando ser mucho mejor que muchos de los tintos de su mismo precio, o incluso más. Ya que en muchos casos los precios no son más altos por cuestiones comerciales.

Estos Chardonnay de hoy, tienen mucha vida en botella una vez que llegan al mercado, y se pueden descorchar en 5, 10 o 15 años, manteniendo muchas de sus virtudes. También, por cuerpo y texturas, estos blancos modernos van muy bien con platos estructurados, incluso de carnes rojas a la parrilla.

Solo hay que tener en cuenta algo muy importante, y es la temperatura de consumo. Porque para disfrutar de todas la sutilezas que presentan estos vinos, no hay que servirlos tan frío como se acostumbra. Y si recién salió de la heladera, servirlos en buenas copas y esperarlos a que se atemperen. Ya que así, los aromas y sabores se desprenden más fácilmente.

Y los Chardonnay de excepción ya están llegando al mercado. Vinos como los White Bones y White Stones, creados por Alejandro Vigil en Catena Zapata, o el proyecto “Hermanas” de Sofía Pescarmona en Gualtallary, pronto saldrán a la luz y demostrarán que la calidad y el prestigio de un vino, nada tiene que ver con su color.

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Siete vinos blancos para tomarse en serio

Primus Chardonnay 2012

Salentein, Valle de Uco $350

Agradable y elegante Chardonnay, con ciertas tonalidades intensas que delatan algo de madurez. Muy agradable frescura, también delicada. Buen cuerpo y cierta tensión con agarre, y aunque no es muy profundo, sus leves dejos amielados y mantecosos, persisten en boca. Un estilo elegante y maduro, como le gustan a Pepe (su hacedor). Y si bien ya acusa evolución, se nota su potencial, por estructura y firmeza fresca. Es decir que seguirá ganando atributos, siempre maduros, por los próximos 3 a 5 años.

 

Zuccardi Q Chardonnay 2013

Zuccardi, Tupungato, Mendoza $250

Si bien el cambio, o mejor dicho la adaptación, se siente en casi todos los Q, el blanco de la línea es uno de los más elocuentes. Porque si bien mantiene un perfil frutado y cierto volumen, su frescura es la que domina el paso por boca. Con dejos mantecosos leves y perfumado, de carácter generoso y muy buena estructura. Tanto que se lo puede servir ahora o seguir esperándolo un par de años más en la botella.

 

Guarda Selección de Viñedos Chardonnay 2013

Bodega Lagarde, Gualtallary, Mendoza $250

Este flamante Chardonnay 2013 marca el inicio de una nueva era de los blancos de la bodega. Porque Juan Roby hace tiempo que puso el foco en el terroir, y está logrando embotellarlo. Este banco posee aromas de agradable tipicidad y un buen paso graso. Linda frescura, de trago largo y agradable. Franco y fresco, con carácter delicado y las notas de crianza muy bien integradas. Hay vivacidad y buena complejidad potencial que se nota en el final de boca. Un blanco para prestar atención, disfrutar hoy y guardar dos o tres años más.

 

Grande Reserve Chardonnay 2013

Diamandes, Valle de Uco $240

De aromas delicados, buen músculo y cierta austeridad. Paladar graso con tensión, largo y agradable con muy buena tipicidad. Refrescante y untuosos pero nada meloso. Su textura es muy agradable y delicada, porque marca el paso pero su largo de boca es muy sutil, y recién sobre al final surgen suaves notas de tostados, propias de la crianza. Un blanco que se suma a los pocos exponentes de elite nacionales, con gran potencial de guarda.

 

Altitud Chardonnay 2013

Bodega Andeluna, Gualtallary $207

Mucha tipicidad, pero bastante mas clásico en su carácter. En eso es mas parecido al Cabernet Sauvignon que al Malbec de la línea; y en eso la austeridad del cepaje tiene mucho que ver. Un blanco de buen volumen y paladar untuoso, con cuerpo y estructura. Ideal para llevar a la mesa acompañando carnes blancas y pescados con salsas contundentes.

 

Kaiken Ultra Chardonnay 2013

Bodega Kaiken, Mendoza $190

Este blanco no sólo llegó para complementar la línea, sino para hacer su propio camino. Elaborado con uvas del Valle de Uco, Vistalba y Agrelo, por Rogelio Rabino (enólogo). Logra mantener el estilo de una línea que se caracteriza por ser expresiva y delicada. Porque ningún Ultra cayó rendido a los pies de la moda, y eso que nacieron con la cosecha 2002. Este blanco regala aromas agradable sy bien del varietal, con dejos tostados y leves notas de manteca y frutas secas. En boca es franco y vivaz, también profundo ya que su estructura se hace sentir, pero su frescura equilibra cada trago. Es más bien un vino para celebra la buena mesa que para tomarlo solo por copa. Por su carácter tiene mucho más para dar. Beber entre 2015 y 2017.

 

Terrazas Reserva Chardonnay 2013

Bodega Terrazas de los Andes, Mendoza $170

Un Chardonnay de manual que con las cosechas va ganando nitidez en su carácter. Algo cremosos y con tipicidad evidente, pero esta vez con su acidez más sostenida. Final de boca clásico, con toques tostados y buen músculo. Más refrescante que en versiones anteriores y por ende con potencial de guarda para ganar complejidad, al menos por un par de años más.

 

 

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.

Una Respuesta

  1. Musu

    Que bueno que le empiecen a dar más dedicación, y nosotros los consumidores, mas lugar a los blancos, hay un nicho de consumidores, que cada día los están valorando más y más!!