Hace rato que el vino argentino vive una verdadera re-evolución (revolución+evolución), y eso es evidente. Pero como todo proceso de transición cultural y transformación, tiene su “otro lado”. La velocidad con la que avanzan, o quieren avanzar, los vinos nuestros evidencian algunas problemáticas. Es cierto que aún son más conceptuales y existenciales que vínicas. Pero si cada vez son más los vinos hijos de la diversidad que, en lugar de aportar a la noble causa de acercar más consumidores y motivar un mayor disfrute del vino, suman confusión, los objetivos nunca estarán cada vez más cerca.

Pasamos del vino común al de calidad, de los varietales a los ícono, de los de zona a los single vineyards y de los de terroir a los de parcela, casi sin escalas.

En el medio, el condimento que nunca falta en nuestro país y que afecta a todas las industrias, la inflación. Que no solo obligó a crear innumerables segmentos de precios, impulsando los máximos hasta un nivel impensado apenas cinco años atrás. Pero no es solo el freno en el consumo que generaron los precios inflados, sino que detuvo el avance cultural del vino por parte del consumidor. Hoy, en lugar de estar mirando hacia arriba de la pirámide y estar pensando en cómo generar una ocasión de consumo para degustar esos vinos, la gente mira para los costados o para abajo. Se quedó en el mismo segmento de hace unos meses y sólo puede aspirar a comprar un vino de similar calidad al que tomaba un año atrás.

En este contexto hay muchas cosas que me llaman la atención, pero una más que las otras. Con esta aparición de vinos cada vez más precisos en cuánto al origen de sus uvas, se vieron perjudicados sus pares de línea. Y esto lo puede notar en las copas todo aquel que preste atención.

¿Qué significa esto?

Antes un vino estaba elaborado con ciertas uvas, pudiendo ser de distintas regiones o de un mismo viñedo. Hoy, la misma bodega ha sacado un nuevo vino, sin discontinuar el original, con las “mejores” uvas de esas regiones o de ese viñedo. Esto, más allá de aportar una nueva etiqueta al mercado, significa indefectiblemente que el primer vino se elabora con las mismas ganas que antes, salvo que las mejores uvas ya no participan del mismo. Es decir que ese vino ha desmejorado, o al menos ha modificado su camino evolutivo.

Esto es inversamente proporcional a lo que pasa con esos vinos que están debajo del vino top de la casa. Siempre pensado en grande más allá de la cantidad de botellas finales, y luego del corte final el sobrante va a “mejorar” las otras líneas.

El famosos dicho “el que mucho abarca poco aprieta” sirve para describir mejor esta situación. A veces, por querer estar a la altura de los demás o por querer ganarles de mano a los vecinos, las bodegas se apuran más de lo debido. Y buscan conquistar paladares desde lo cualitativo pero también desde la cantidad de etiquetas. ¿No es mejor poner foco?. Si hay un vino que es exitoso gracias a un montón de factures, pero principalmente por el vino en sí mismo, por qué se ha de cambiar. ¿Por la evolución del mercado, del consumidor?

Muchas veces me preguntan por qué tal o cual vino ya no es como era, en una clara alusión que ahora no les gusta tanto. Y la única respuesta que me viene a la cabeza es que ya no se hace con las mismas uvas. Porque la tecnología, el know how y el terruño han mejorado seguramente. Y esas uvas que hicieron famosa a esa etiqueta hoy prestan servicio a favor de otra.

Me pregunto si es ese el camino del crecimiento. Porque una cosa es la búsqueda, la investigación y el desarrollo que llevan adelante las principales bodegas, y que recién muestran algún resultado cuando están seguros de haber cumplido el objetivo. Y otra cosa es abrir el juego a costa de los buenos vinos.

Imagino que, independientemente de las expectativas de cada vino en particular, el fin de todos es el mismo, que guste al consumidor y que se venda. Pero el éxito de un vino no es sólo eso, sino mantenerlo en el tiempo, cosecha tras cosecha. Y para eso deben ser fiel a sus principios cualitativos.

El consumidor argentino hace malabares para poder seguirle el paso a las bodegas. Y mientras estas aumentan sus precios al ritmo de la inflación, muchos amantes del vino van quedando afuera del baile. Si encima de esto, la calidad no se cuida como se debe, quién puede asegurar que el futuro del vino argentino será mejor .

 

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Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.

3 Respuestas

  1. gustavo lalla

    estoy de acuerdo con la nota , a mi pasa lo que decís en lo que respecta a seguir el ritmo de las bodegas se complica por que se dispararon a precios casi de primer mundo cuando no lo estamos (obviamente) en el , y para completar el panorama algunas bodegas quieren despegarse del rotulo que elaboran a granel y sacaron productos a precios altísimos,

  2. Eleonora

    Muy interesante! Me permito ser optimista, muchas veces las revoluciones se viven en diferentes etapas desde diferentes lugares. Lo importante es que algo pase, que hagamos y acompañemos, que comuniquemos, y que se respete a quien hace las cosas con nobleza y correctamente en todos los eslabones de la cadena. Abrazo

  3. cesar diaz

    Muy cierto. Justament una charla sobre est tema tuve alla por el año2005 con un amigo, el mendocino d pura cepa, yo hacia poco comenzaba a adentrarme en el mundo del vino. Me hablaba d como varias bodegas sacaban nuevas lineas y en muchas ocasiones en desmedro d lineas inferiores en cuanto a precio al tener q migrar esas uvas a las nuevas lineas. Hoy varios años despues me toca dxperimentar la misma …… desilusion porq son vinos con los q uno se llega a identificar y ya no son lo q eran. Pero bueno a tener fe y probar cosas nuevas. Saludos