Opinar en serio y no en serie Fabricio Portelli 22/08/2016 Notas, Vinos Notas 1593 Todos tienen derecho a tener opinión propia sobre vinos, y claramente también a compartirla con los suyos. Pero hay que trabajarla mucho si se quiere trascender más allá, no es sólo cuestión de viralizar lo que se piensa de un vino. Hoy, las redes y sus velocidades han potenciado la superficialidad en diversos temas, incluso en el vino. Y en el medio, hay muchos enófilos que ven pasar frente a sus ojos miles de mensajes hablando sobre vinos, sin poder detenerse a pensar cuál será real. Esto no significa que una opinión propia que se comparte en las redes no sea verídica. El tema pasa por la consistencia de esa opinión, y la consistencia se logra con mucho trabajo previo. No es solo compartir un par de copas con amigos y largarse a twittear, es mucho más profundo si lo que se busca realmente es que esa opinión sea de utilidad a otros, y tenida en cuenta por los seguidores y amigos virtuales. Si realmente interesa comunicar el vino hay que trabajar mucho para opinar. Para conocer bien como percibir sus aromas, sabores y texturas. Hay que leer mucho para saber de dónde y de quién viene. Además hay que degustar mucho, hacia atrás para entender su pasado, y hacia adelante para imaginar su futuro. También hay que degustar muchas veces el mismo vino para poder conocerlo realmente. Incluso hay que poder probar vinos importados para tener una verdadera dimensión de la actualidad del vino argentino. Hay que ir al lugar donde nacen y pasar tiempo con quienes lo hacen. También escuchar a los que lo venden y a los profesionales que trabajan en el mundo del vino, y hay que comer muchas comidas con vinos diferentes, y mucho más para encontrar las formas y las palabras más adecuadas que describan cabalmente las sensaciones del vino. Pero esto no garantiza entenderlos, ni siquiera permite conocerlos a todos, porque hay más de 900 bodegas que producen unas 6000 etiquetas, y todos los años ser renuevan con cada cosecha. Esto hace al vino argentino inabarcable, por más que el 82,5% del mercado (según el último informe de la COVIAR) consuma vinos de precio medio bajo, finitos y Tetra Brik, los vinos con atributos siguen siendo demasiados. Por eso, el que llega hasta este punto se da cuenta que esto recién empieza. Son tantas las preguntas que se hacen con cada copa de vino que da la sensación de saber cada vez menos sobre el tema. Pero no importa, es sólo una sensación, hay que seguir adelante con el foco puesto en poder discernir internamente entre el gusto personal y la apreciación cualitativa del vino. Son muy diferentes ambas visiones, las dos son subjetivas pero la primera lo es mucho más, y con la práctica se gana objetividad. Y así nace la posibilidad de expresarse libremente, sin sentir influencias de amigos, ni de variedades, ni de zonas, ni de marcas, ni de modas, ni de periodistas especializados; de nada ni nadie. Hoy, gracias a las redes sociales la información circula de manera vertiginosa, y los medios están más preocupados por conseguir clicks, ya que al parecer si una noticia no se comparte, no es noticia. Claramente, una manera muy superficial de informarse. Recientemente Katharine Viner publicó un articulo titulado “Cuando la tecnología altera la verdad”, en The Guardian. Allí sostiene que las redes sociales se han comido las noticias, que amenazan la viabilidad del periodismo basado en el interés publico, y que han contribuido a una época en la que las opiniones están sustituyendo a los hechos. Por eso hoy más que nunca, los consumidores y amantes del vino deben apreciar el valor de la información para tomar una decisión, aunque sea tan simple como la de elegir una etiqueta. No hay que dejarse llevar por la velocidad de la era digital y no confiar tanto en un click. Mejor leer bien para detectar cuáles son los que opinan en serio y cuáles en serie, las diferencias pueden ser sorprendente