Desde afuera parece todo inventado en el mundo del vino. Pero no es así, y queda demostrado cuando aparecen nuevos emprendimientos bien pensados, a partir de suelos y paisajes únicos, y con vinos que dan placer beber.

Altupalka es un nombre inolvidable (créame) como sus vinos (vuélvame a creer); y el origen tiene mucho que ver en esto. Y si bien detrás de estos flamantes vinos hay muchos nombres, hay uno que sobresale. Porque de no haber sido por la curiosidad del Ing. Alejandro Martorell, cuando escuchó de su amigo que su tío vendía unas pocas hectáreas de viñas, ni siquiera estas líneas existirían.

Él no solo paró la oreja, sino que al otro día se aventuró hasta Tacuil, a reunirse con el mismísimo Raúl Dávalos. Quien con una nobleza señorial a la vieja usanza le vendió de palabra cuatro de las mejores hectáreas del valle; incluyendo una represa de agua. Clave para dar vida a este proyecto.

Claro que hay muchos más nombres que hicieron posible los vinos de Altupalka. Empezando por la mujer del ingeniero que, más por amor que por conocimiento, apoyó a su marido en su nueva locura. Digo nueva, porque Alejandro suele correr carreras de autos antiguos.

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A las pocas hectáreas de Malbec a casi 2700 metros de altura, le siguieron otras en Cafayate. Pero de Tacuil viene su vino ícono, extremo en todo sentido. No sólo por la altura, sino también por las condiciones para poder trabajar esa viña. Muchas veces imposible de acceder por los caprichos climáticos. También, muy susceptible de heladas tempranas y tardías, que complican la naturaleza del ciclo de la vid. Por suerte, otro nombre le sugirió plantar en alta densidad. Es decir que en lugar de 4200 plantas por hectáreas fueron 7200; fue el enólogo Mauricio Lorca. Y esto no solo lo catalogó como el viñedo de alta densidad más alto del mundo, sino que colaboró a controlar las heladas, madurar un poco antes,   concentrar las energías en pocos frutos, y así poder tener uva de calidad todos los años. Esta es la clave de la concentración natural de Tacuil, porque al luchar más la planta por su supervivencia, todo es más chiquito (vides, racimos y granos) pero mucho más concentrado Es cierto que costó convencer a don Raúl y su tradicionalismo, pero la innovación y el esfuerzo valieron la pena. Allí, además de Malbec, se plantó en su momento variedades para ver que pasaba como Pinot Gris, Merlot, Tannat, Petit Verdot, Chardonnay y el Sauvignon Blanc que protagoniza por segundo año consecutivo, el blanco de la casa.

Otro nombre, y de importancia si los hay, que rodea a Martorell es el de Roberto de la Mota, un asesor de lujo. Ambos coinciden en vender las uvas de Torrontés que salen de sus 9 hectáreas de Cafayate, hasta tanto no encuentren un estilo de vino que los distinga. Como lo han logrado con los Malbec y con el Sauvignon Blanc. Y ya algo tienen in mente.

En ese equipo cada cual ocupa su lugar, como si tuvieran el puesto asegurado. Alejandro marca un estilo, el terruño aporta su impronta natural y Roberto le da elegancia.

Por el momento no lo desvela la bodega propia, vinifica en Dávalos y en Colomé. Sabe que tiene lo más importante, un pedazo de valle que con sólo mirar las montañas ya delata que el suelo es ideal para la vid. Porque son cerros puros de granito, y eso ha formado los suelos aluvionales, pobres y austeros que, junto a ese paisaje aguerrido, dan vida a vinos con carácter.

Alejandro ya dejó una camioneta Ranger en el camino (se la llevó el agua literalmente) durante un día difícil de cosecha en Tacuil. Pero su pasión también es extrema. Ha sufrido hasta las lágrimas el año que se le murieron 18.000 plantas. Sin embargo, al igual que la altura a la vid, eso lo hizo más fuerte.

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Hoy produce unas 30.000 botellas por año entre sus tres vinos. Un Sauvignon Blanc distinto a todos; más en 2013 que en 2014. Un Malbec de dos alturas y uno extremo, con mucha personalidad. Pero en el vino no es sólo cuestión de desafiar límites o embotellar carácter, para tener éxito también debe ser agradable al paladar. Ahí es donde la mano de Roberto de la Mota más se nota (sí, rima).

Y ayudado porque el auge de las pequeñas bodegas se frenó en 2013, Altupalka es sin dudas el lanzamiento más impactante, después que en 2013 los Viña Vida de Oscar Marcovecchio (otro loco lindo del vino); o casualidad también tocados por la varita de Roberto; irrumpieran en el mercado.

Martorell sabe que probablemente no viva de esto, pero es muy consciente que Altupalka le está dando vida a él. Este nombre inolvidable ayudará a posicionar los vinos entre los conocedores. También la altura, que por suerte viene acompañada de blancos y tintos consistentes con su origen. Pero sobre todo que sean concebidos para un paladar que conoce y disfruta los mejores vinos argentinos.

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Altupalka Sauvignon Blanc 2013

Altupalka, Salta $180

Un Tacuil puro, hijo de una viña de alta densidad a 2590 metros. De carácter vegetal, con dejo herbal y notas de arvejas. Diferente. De buen cuerpo y cierta calidez final, con un paso bien fresco pero sin chillar por la acidez. Voluptuoso, largo y con mucho carácter. Todo un logro para un vino cosechado como se pudo.

Puntos: 88

 

Altupalka Sauvignon Blanc 2014

Altupalka, Salta $180 (próximo a salir)

Este fue cosechado en dos veces y sin las complicaciones de 2013. Y se nota en sus aromas más austeros y equilibrados y su paladar agradable y amable. De buena fruta pero sin tanto carácter ni tipicidad, como su antecesor. Pero al abrirse en la copa suelta su tipicidad y buen volumen.. Un buen consejo para disfrutarlo a pleno sería decantarlo antes de server.

Puntos: 87

 

Altupalka Malbec-Malbec 2013

Altupalka, Salta $240

Elaborado a partir de un blend de alturas, 65% de Tacuil, y 35% de Cafayate. Este le aporta la frescura y la fruta, mientras que de Tacuil trae el color y la concentración natural. De buen volumen casi untuoso y con carácter. Hay especias frescas, buena fruta, y una frescura nada exagerada, que levanta el final de boca, en el que asoman dejos a romero marcados. Un tinto para tentarse hoy y dentro de algunos años.

Puntos: 89

 

Altupalka Malbec Extremo 2011

Altupalka, Salta $480

Tinto de aromas densos y maduros, classy pero con fuerza. Ostenta carácter y las especias con dejos herbales que despliegan su paladar denso hablan de un lugar único. Con vida por delante, tiene un estilo definido. Es un vino importante y equilibrado pero sin darle la espalda a su terruño. Hay volumen y carnosidad con un ímpetu domado por el tiempo, y una amable concentración que dignifica la altura en los vinos.

Puntos: 91

 

 

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.