Cada vez hay más Malbec en el mundo, y si bien los franceses fueron pioneros, por suerte la mayoría del que se produce y se disfruta es argentino.

Es una cepa que ya es marca, sobre todo cuando se la asocia al país, es el vino estrella, el que marca la diferencia del vino nacional en un contexto global, por más que no sea una variedad tan sofisticada o tan respetada como el Cabernet Sauvignon, el Chardonnay o el Pinot Noir.

Pero el auge del Malbec argentino es tan real y contundente que nadie se anima a desafiarlo. Es cierto que en Chile hay 6000 hectáreas (la misma cantidad aproximada hay en Burdeos, concentradas en Cahors, su cuna), pero la ventaja argentina es tan grande que el liderazgo no corre peligro.

Cómo se llegó a esto. Principalmente por una gran evolución cualitativa que tuvo al Malbec como principal protagonista en las últimas tres décadas.

Pero para que eso fuera posible, fue indispensable la historia, pero no la leyenda sino la que forjó los vinos anteriores, base de una industria fuerte que permitieron que el Malbec se adapte y se acomode genéticamente a las condiciones vitivinícolas de las regiones de Cuyo, Patagonia y los Altos Valles Calchaquíes.

Claro que el hombre es muy importante, sobre todo cuando puede respetar la historia y sacarle el jugo. También fue muy importante lo que hizo Michel Rolland desde el Valle de Uco, inspirando a todos sus colegas (locales y extranjeros). Igual de importantes fueron también sus predecesores; pero más allá de los nombres propios (claramente necesarios) están los viñedos.

Por eso hoy, Luján de Cuyo vive una especie de renacimiento de la mano de esos Malbec añosos, plantados tradicionalmente y regados a manto. Allí. en Vistalba, cuna del Malbec argentino, nace el Mai, un Malbec hecho a su manera.

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Vistalba, la base

Rogelio Rabino despegó como enólogo en Gualtallary. Y si bien hoy sigue haciendo de las suyas en el Valle de Uco, particularmente en Vista Flores donde Kaiken tiene viñedo propio, es en la primera zona donde más se entusiasma. Allí conduce las viejas viñas con la filosofía biodinámica desde 2014, cuando arribó a Kaiken. “Hay un paño de más de 125 años, con el material genético que trajo Pouget (el agrónomo francés contratado por Sarmiento a mediados del siglo XIX), es el Malbec más puro que tenemos”, cuenta el enólogo. Evidentemente esa viña, que rodea a la bodega, se plantó en tres etapas: viña baja con mucha densidad, parrales (hay un Merlot de los 80´ muy especial), y espalderos altos con riego por goteo de los 90´. Es decir que allí tienen conviviendo la viticultura tradicional con la moderna. Entre los parrales más viejos de Malbec, también hay Cabernet Sauvignon (de 75 años), plantados por el Ing. Calise, el fundador de la bodega. Ambos son selección masal. Esto y la edad de la viña los hace naturalmente de rendimientos muy bajos.

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“El manejo de la finca es biodinámica pero no certificada” aclara Rogelio, quién busca así volver a los orígenes, con huerta y animales, creando un sistema cerrado energético y basando los trabajos agronómicos en el calendario lunar.

El suelo es bien aluvional, de un metro de profundidad con sedimentos gruesos. Es permeable, con mucha mineralidad y contenido de calcáreo (más que en Agrelo). “Es un suelo muy lindo para trabajar” afirma el joven enólogo, con un 15% de arcilla, franco arenoso y luego canto rodado.

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Parado en la Casita BIO, donde se elaboran los preparados naturales para tratamientos, asegura que “en estos tres años las plantas son mas sanas, creció la microbiología y el contenido orgánico del suelo, volvieron los animales y redujimos los pesticidas”. Rogelio y su equipo intentan que la planta no se ofenda, están convencidos que proteger el suelo y el medioambiente es bienvenido por la viña. Allí tienen plantas de Malbec y Cot, clon Perdriel y 505, que son la base del Mai, y dependiendo del año, lleva pequeños aportes de Agrelo y/o Vista Flores, exclusivamente de viñedos propios.

 

Mai, él Malbec

“La vendimia 2016 fue atípica, una cosecha extraordinaria, fuera de lo común, ni buena ni mala, con menor madurez azucarina en general” anticipa Rogelio Rabino antes de largar con la degustación vertical del vino ícono de la casa. Ciertamente fue una cosecha de mucho terreno por las pronunciadas lluvias entre Enero y Marzo, eso requirió un control diario cuartel por cuartel, agrega el enólogo, asegurando que Vistalba y Agrelo se destacaron tanto como Gualtallary en el Valle de Uco.

Entonces, la 2016 permitió vinos de muy buena calidad, bajos de alcohol pero con lindos colores, vinos con personalidad única, según Rabino.

Y luego de degustar nueve añadas del Mai, que significa “el primero”, debo darle la razón, porque me resultó el más expresivo y el menos concentrado, y puedo imaginar su gran evolución, no solo para cuando salga al mercado (entre 2019 y 2020), sino también por su potencial de guarda.

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Gustavo Hörmann es el enólogo chileno que trabaja junto a la familia Montes hace muchos años, por eso conoce muy bien los vinos de Kaiken, y el Mai principalmente. Desde 2016 está instalado en la bodega mendocina del grupo, y se encarga, junto con Rogelio, de dar vida a los Kaiken. Hay tres momentos, el Mai controversial, por su sobre madurez marcada en el 2007, 2008 y 2009. Luego, una evolución muy positiva, con cambio desde la 2010, que se refresca en 2012, se mantiene en el 2013 pero con más cuerpo, y en el 2014 con mayor frescura. Y el tercer momento comenzó con la pausa del 2015 (no se hizo el Mai) que nos dio un envión”, narra Gustavo con gran conocimiento de la historia del vino. Agregando que en 2016 hay un despegue y una nueva concepción, en la que Rogelio es el principal responsable. Él llegó para la vendimia 2014 a Kaiken, y realizó los blends 2011, 2012 (la cosecha actual del Mai en el mercado) y la 2013. Rogelio también prefiere el 2016 por encontrarlo floral a full. Pero para él fueron cuatro los momentos del Mai: madurez, linealidad, equilibrio y el salto. “El 2007 lo siento muy maduro, el 2008 es similar pero me gusta más porque es algo más fresco. Los 2009, 2010 y 2011 los encuentro muy lineales. Y al 2012, que me gusta más, le falta un toque de redondez. En el 2013 se consolida la frescura con más equilibrio, y en las dos últimas (2014 y 2016) surge la tensión, que es lo que marca el salto en este vino ícono”, relata Rogelio convencido a la vez que entusiasmado.

Las 5000/5500 botellas anuales estibadas junto con las barricas de Mai reposan a oscuras en una de las cavas subterráneas de la bodega, en un ámbito dominado por el Feng Shui y la música gregoriana, esperando pacientemente su turno de salir a escena.

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Degustación vertical

(nueve cosechas ordenadas por preferencia)

 

Mai 2016 (componente principal recién elaborado y en barrica, sale al mercado entre 2019 y 2020)

De aromas intensos y directos, sale la torrefacción y tiene tonos herbales marcados. Los taninos son incipientes y firmes, se parece en eso al 2014 pero con la fruta más fresca. Es el más expresivo y el menos cargado, con un gran futuro.

 

Mai 2014 (recién embotellado, en la estiba de la bodega, llegará entre 2018 y 2019 al mercado)

De aromas equilibrados, con fruta y madera, de paladar franco, con fluidez a pesar de su concentración. Sus taninos son compactos pero no duros. Habla más la fruta y la viña que la vinificación. Un carácter más de fruta negra matizado por toques herbales. Su trago no es muy profundo pero tiene un gran potencial. Al final aparecen las notas de crianza, pero es su textura la que vale.

 

Mai 2012 (cosecha actual)

Sus aromas son densos e integrados. De entrada compacta pero con vivacidad mas que firmeza, no es muy profundo porque es un vino  muy de ataque y con una impronta más fresca que sus antecesores. También resulta más expresivo y conjuga muy bien cuerpo con calidad y equilibrio, cediendo en concentración. Un Malbec de zona tradicional y con carácter y un buen potencial de guarda. Es interesante porque recupera cuerpo y gana expresión cediendo concentración. Beber entre 2016 y 2022.

Puntos: 92

 

Mai 2013 (próximo a lanzarse)

De aromas intensos, con cierta densidad y buena madurez. Vuelve a ser compacto y de carácter más negro, con los ahumados bien integrados y taninos incipientes casi firmes. De buen potencial por textura y frescura, sólo necesita de más tiempo para que las notas de crianza se amalgamen con el carácter del vino. Sin dudas es un vino que quiere reflejar un lugar y sobre todo es fiel al clima de la cosecha. Beber entre 2018 y 2024.

Puntos: 91

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Mai 2010 (vino guardado)

De aromas algo más etéreos y menos compactos, con leves dejos herbales. Buen volumen, taninos incipientes y mucha fluidez. No es del estilo de los anteriores, de trago poco profundo pero con cierto potencial por la estructura que le da sus taninos. Está pasando por un momento de elegancia, con un carácter frutal maduro pero propio y un final sutil con tonos herbales. Beber entre 2017 y 2020.

 

Mai 2008 (vino guardado)

Compacto pero no tan denso como el 2007, con cierta fluidez y frescura. Muy láctico, con taninos firmes y algo de profundidad. El carácter frutal es bien maduro, tiene potencial aunque ya no se lo sienta tan expresivo. Beber entre 2017 y 2018.

 

Mai 2009 (vino guardado)

De aromas intensos y maduros, no tan denso y más empireumático. Con frescura y muy licoroso, es el que expresa más fruta pasa y con los taninos más duros. Se siente la sobre-madurez, con buena frescura pero paladar muy compacto. Hay una evolución evidente, algo más fluido que el 2007 pero en la misma línea. Beber entre 2017 y 2019.

 

2007 (vino guardado)

Es la cosecha fundacional, de aromas compactos, con buena frescura pero fruta negra y un carácter licoroso. Taninos firmes, con fuerza y potencia final. Habla más la evolución que su carácter, aunque tiene estructura para sobrevivir 20 años más así. Beber en 2017.

 

Mai 2011 (vino guardado)

De aromas intensos a regaliz con algo ahumado. De trago poco profundo, con taninos firmes. Su carácter frutal es muy maduro y las notas de crianza, con ahumados pronunciados, aún no logran integrarse. Beber en 2017.

 

 

 

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.