Calma, no se trata de una catástrofe meteorológica, sino el gran impacto causado por un vino argentino en un lugar único, durante una cena con muchos y prestigiosos vinos del mundo.

La cosa es así. Hace cuatro años que participo del Six Nations, un concurso de vinos que se realiza en Sídney, Australia. Son seis países (Argentina, Chile, Estados Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia), representados cada uno por un jurado y cien vinos. Al término de tres días de cata en los que todos los jueces degustamos todos los vinos, surgen los premiados en cada categoría.

Pero no todo es trabajo sacrificado, porque créanme que viajar hasta allá por seis días, salir del hotel a las 7,30 y degustar durante tres días, 200 vinos cada jornada, es una tarea ardua; más allá del placer que genera hacer lo que a uno le gusta. Por suerte hay recreos, y muy interesantes.

Uno de ellos es la ya clásica cena de los jueces. EL año anterior fue en el restaurante de la Ópera de Sídney; que ya cerró. Y esta vez, en la suite Australia en el piso 29 del Intercontinental Hotel; con una vista panorámica increíble.

El menú, la charla y los vinos, también lo fueron.

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Cada cual debe llevar un vino. Aunque Huon Hooke, el degustador local, siempre saca ventajas, porque posee una gran cava en su casa, y le encanta compartir vinos guardados. No obstante, cada vez que voy llevo un Malbec; mejor dicho un Gran Malbec. Y siempre debo esperar a descorcharlo, porque como saben, allá en Sídney la mitad de lo que se cocina viene del mar.

Luego de la recepción con un Lanson Brut 2002 (Champagne), llegaron los blancos de añejos de Huon. Primero un Grosset Polish Hill 2002, un Riesling de Clare Valley, vivito y coleando. Luego el Moss Wood 2001, un Chardonnay de Pemberton, evolucionado pero muy elegante. Junto a él un Cullen Chardonnay 2000 de Margaret River, también evolucionado pero con muy buena acidez. Hasta ahí eran todos pequeños y delicados platos de mar (vieyras y cangrejo).

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El primer tinto de la noche fue el Kusuda Pinot Noir 2003, de Martinborough, NZ, delicado y terroso; ideal para la codorniz asada.

A esa altura, mi ansiedad era incontenible, sabía que mi vino se luciría, pero necesitaba salir en el momento justo; ni antes ni después. Y eso me preocupaba, aunque a decir verdad, tampoco tanto.

Dan Berger de Estados Unidos trajo dos tintos de Frogs Leap, una reconocida bodega de Rutherford Valley, cuna de grandes Cabs. Primero fue el turno del Zinfandel 2009; nothing to die for. Y como todos comenzaron a ponderarlo, me empecé a agrandar porque sabía que se venía el aluvión. Igual, el vino acompañó muy bien el impecable plato a base de carne de cerdo. Y se venía la carne roja ahumada de Tajima, ideal para mi vino, pero había que esperar a que pase el Cabernet Sauvignon 2006, especiado y muy clásico, pero con delicadeza.

 

Untitled-49Por suerte el plato se prolongo, y su potencia hizo que el sommelier sirva el Aluvional El Peral 2009, como segundo vino para el mismo paso. Y si bien, a esa altura de la noche algunos podían estar cansados, el vino hizo lo suyo. Porque llamó mucho la atención. Dos de los jurados, líderes de opinión en Estados Unidos y Sudáfrica, reconocieron en el Aluvional, un gran vino. Pero más allá de eso, una nueva generación de grandes vinos. Al punto tal que tuve que enviarles más información sobre la flamante línea de Zuccardi, ideada por Sebastián. La textura y armonía intensa del vino le fue tan bien al plato que todos nos quedamos hablando sobre el Valle de Uco. Y la llegada del noveno vino se prolongó, debido a que varios hicieron re fill de sus copas. Yo estaba orgulloso por partida doble. Primero porque ver a un argentino destacarse lejos de casa, siempre te toca las fibras. Y segundo porque se comportó tal cual lo espera.

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Para finalizar la lista de diez vinos, un Ch de Beaucastel, Chateauneuf-du-Pape 1999, maduro y cálido, pero también muy complejo. Y un Vouvray 1999 para el postre..

Y si bien cada vino fue hablado y ponderado, debo decir que el Aluvional fue el que más impactó. Al menos fue del único que se volvieron a servir, y al que le sacaron fotos o solicitaron más información. Y eso confirma lo que muchos estamos viendo y bebiendo. Vinos como este, ya son el presente. Por eso ahora, convencidos que este es el camino, hay que trabajar en la sintonía fina, pero sin cambiar el libreto. Así, dentro de diez años, puedo llevar el mismo vino y disfrutar de su evolución, sabiendo que el hombre ha llegado y que sólo el tiempo actuó durante la guarda.

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Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.

Una Respuesta

  1. Andres

    Excelente nota hablando de un excelente vino.
    Seba Zuccardi se esta zarpando con los vinos que esta sacando. Vayas donde vayas, si te llevas uno de esos, quedas bien.
    Saludos!
    Andres
    @borrachinfino