Luego de 10 años de llevarse a cabo los Argentina Wine Awards, no muchas cosas han cambiado. Y eso que esta vez el leitmotiv fue “creando el futuro”.

Lo único que salió a la luz, hasta el momento al menos, fueron los resultados y algunos comentarios de los referentes internacionales invitados para la ocasión. Es decir, lo mismo que todos los años.

Desde la primer edición traté (sin éxito obviamente) poder integrar el jurado con la única intención de intercambiar mi parecer de la actualidad de los vinos argentinos con colegas (ya que en su mayoría son periodistas y sommeliers), además de otros profesionales (restauranteurs, distribuidores, enólogos, etc.). Es muy cierto que cada uno de los jurados merece formar parte, sobre todo porque su opinión es muy valiosa respecto del mercado donde se desempeña (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Chile, etc.), pero también lo es que ellos y ellas, que vienen desde tan lejos, no estén al tanto de lo que está aconteciendo. Es más, algunos es la primera vez que llegan al país. Claro que todo buen profesional del vino puede degustar vinos de cualquier parte del mundo y dar su opinión de manera efectiva. Pero eso no significa estar empapado, ni mucho menos al día de para donde va la cosa.

Hace poco, también invitado por Wines of Argentina (creador y organizador del AWA), visitó el país Tim Atkin; para mí, el periodista internacional que más sabe de nuestros vinos y más objetivamente lo comunica. Degustando con él en una cena informal el día de su llegada unos cuántos vinos, le consulté como hacía para volver a conectarse con los vinos argentinos. Y me reconoció que si bien viaja una vez por año, y degusta 1000 vinos en cada viaje, durante el resto del año le es muy difícil volver a degustar en profundidad un vino argentino. No obstante, sus extensas visitas anuales y el nivel de profundidad en su trabajo, lo destacan por sobre el resto. Los demás, salvo algunas excepciones, distan mucho de poder hacer esto y se conforman con degustar los vinos argentinos que le llegan a sus escritorios. Para acortar esas distancias, y si el panel está formado en su mayoría por periodistas y sommeliers, suena lógico que quieran (o necesiten) codearse con los referentes locales, más allá de degustar junto a renombrados enólogos. Por suerte Anthony Gismondi (referente de Canadá @TheSpitter) lo solicitó antes de su partida.

Pero este no es el problema, si es que se puede denominar problema. El tema, se supone, es que la industria del vino celebra esta fiesta para sacar conclusiones para mejorar, sobre todo si estamos creando el futuro. Pero durante casi una semana se somete al jurado internacional a extensas catas y luego se reparten en visitas a bodegas y demás eventos sociales.

Hasta el momento no he leído nada; más allá de las recomendaciones que cada uno dio mirando a su mercado de origen (algo muy valorado por WofA) con motivo del seminario pre-organizado; que no fueran los resultados. Y si bien se premia a casi todos los vinos participantes (590, de unos 700 estimo) es curioso que los premios más importantes cómo los Trofeos Regionales (Regional Trophies) los Trofeos y las medallas de oro, no coincidan con los famosos puntajes de los referentes internacionales que tanto se festejan cada vez que salen publicados, porque suponen adjuntos a un boom de ventas. Es más, algunas medallas de plata y bronce del AWA sorprenden (como todos los años), justamente porque son vinos que dichos referentes, también convocados en forma individual por WofA para sus respectivos reportes, destacan por sobre el resto.

Con esto no pongo en tela de juicio los resultados del concurso ni mucho menos, porque soy muy consciente que son una foto; y lo digo después de haber participado en más de 30 concursos internacionales. Además, es muy difícil calibrar el paladar entre un enólogo (perfeccionista y técnico) y un periodista internacional que tiene en su cabeza lo que se disfruta en su mercado de referencia y degusta en base a ello para poder destacar los vinos en cuestión.

Si a esto le sumamos el grado de influencia que ejerce el que los AWA (donde los degustadores fueron invitados) sean una fiesta de la industria y para la industria, se puede esperar que el nivel de crítica no llegue a ser tan estricto y de altos puntajes. Pero eso siempre pasa en un concurso porque se hacen para promover vinos y no para criticar.

Pero si se quiere mejorar de cara al futuro, la crítica constructiva debería ser la base de toda opinión sobre nuestros vinos.

Una vez, y van diez, pasan los AWA y me quedo con muchos premios pero más preguntas que respuestas. Cuales son mejores, los Trofeos del AWA o los vinos de más de 90 puntos de los referentes internacionales. Supongo que muchos vinos no han participado, porque no integran la lista de los 590 premiados, y muchos participantes no deben haber quedado afuera.

Pero para entender mi confusión, basta un solo ejemplo. Desde hace un par de años que el Cabernet Franc es la estrella en asenso, incluso habiendo logrado mayores puntajes que el Malbec, alcanzando los 98 del Wine Advocate de Robert Parker, por citar al máximo referente. Lo curioso es que el mismo vino, aunque de una cosecha más reciente, en los AWA sacó 88 puntos. Y no sólo eso, sino que de los 20 Cabernet Franc premiados, ninguno tuvo medalla de oro; hubo 20 de plata y 8 de bronce. Pero encima el mejor puntaje (93) se lo llevó un vino de entre 13,00 y 19,99 dólares; superando a otros exponentes concursantes de 50 dólares.

En todo caso, una de las ventajas para los consumidores del mundo es que aquí los vinos se degustan por rangos de precio y esto permite destacar tanto los vinos económicos como los vinos de más alto precio.

Estoy convencido de la necesidad de promover los vinos argentinos en el mundo, aunque nuestro mercado interno siga siendo, y por lejos, el destino más importante de los vinos argentinos. Pero quizás, luego de 10 años se debería empezar a trabajar en otro formato que no sea el del concurso si lo que en realidad se quiere es aprender de las críticas. Invitar a referentes, someterlos a degustaciones temáticas en zonas bien determinadas para que entiendan las características de los terruños, que participen de workshops con nuestros mejores enólogos, o de degustaciones comparativas de vinos del mismo varietal pero de diferentes precios para que comprendan los saltos cualitativos, o que analicen junto a nuestros técnicos las evoluciones del año. También, que ellos puedan exponer cuales son las problemáticas que enfrentan nuestros vinos en cada uno de sus mercados.

Sólo si escuchamos bien a los invitados nos van a poder ayudar a mejorar los vinos, a entender las ventajas de los vinos del mundo para ser más competitivos, y comprender cuales siguen siendo nuestras debilidades vínicas para (así sí) mejorar de cara al futuro.

Todos los resultados en este link

https://www.dropbox.com/s/p8bssgli6ce84qp/ListadoGanadoresAWA2016-COMPLETO-BAJA.pdf?dl=0

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Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.