La Bodega Navarro Correas es una de las más viejas y tradicionales empresas del antiquísimo arte de hacer vinos. Su historia se remonta hasta 1798, cuando Don Juan de Dios Correas tuvo una visión y plantó con gran ilusión sus primeras vides al pie de la Cordillera de los Andes.  

En aquel sueño, ya en siglo XIX, le tocó continuarlo a Don Edmundo Navarro Correas, descendiente directo de la familia Correas, quien decidió producir vinos bajo su propio nombre con la idea de perfeccionar ese cultivo. La tradición continuó a lo largo de los años y a quien le toca continuarlo en este Siglo XXI es una enóloga nacida en Mendoza con la misma pasión y el mismo sentimiento hacia la tierra que tan buenos frutos da.

Alejandra Riofrio, es la enóloga elegida para continuar no solo con la tradición de los Navarro Correas sino, además, para cumplir con los sueños de cientos de mujeres a las que las apasiona una industria que hasta hace no mucho era completamente dominada por hombres.

Nacida en Mendoza, desde muy pequeña recuerda los buenos momentos compartidos alrededor de la mesa, acompañados por las preciadas botellas de vino que guardaban en la cava familiar. A los 16 años comenzó su camino en el mundo de la enología, cuando realizó su primera pasantía en una bodega cercana a su casa en Maipú.

Esta experiencia despertó el espíritu inquieto y explorador que la caracteriza, y que actualmente es el motor que la impulsa a concebir cada una de sus creaciones.

A partir de allí, el camino del vino se convirtió en el camino de Alejandra por donde realizó un emocionante recorrido de aprendizaje y perfeccionamiento en la elaboración de vinos clásicos, tardíos, fortificados, biodinámicos y espumantes. 

CONOCIENDO A ALEJANDRA RIOFRÍO

¿Cuánto y de qué manera ha cambiado la industria del vino desde que comenzaste a trabajar con el vino?

Cuando yo empecé en esta industria en el 2008, en una pasantía, eramos muy poquitas mujeres, no sé si habremos llegado a cinco o seis, en su mayoría estaban en el laboratorio pero, lo que era bodega, había alguna, era una sola enóloga. Todos los demás eran hombres.

A lo largo de los años no solamente se han ido incorporando en números y en cantidad, no solo en la bodega sino en el rubro, sino que también han ido escalando puestos cada vez más importantes.

Sin dudas el cambio ha sido significativo en estos diez años ha sido significativo porque todas mis colegas, amigas de la facultad, las que empezaron a trabajar hace una década atrás, estaban más en el laboratorio, en control de calidad, era difícil ir un poco más allá, te insisto en esta última década ha sido muy radical el cambio que se ha hecho. 

Hoy en día tenemos mujeres a cargo de gerencia, que están ocupando puestos muy importantes como algunas que son directoras lo que me hace muy muy feliz.

Ojo, no solamente me refiero a las mujeres en bodega sino en todas las áreas, hoy ya hay mujeres comerciales, en esa época solo estaban en marketing y hoy son buenísimas vendedoras de vino, mujeres a cargo del equipo de agronomía.

Esta es industria muy grande, se necesita gente capacitada en todas las áreas y está buenísimo que ahora haya muchas mujeres dispuestas a ocupar esos lugares.

¿Qué carrera habrías elegido si no fuera por el vino?

Qué carrera elegir a la vez que no se cuando era chica quería hacer tantas cosas quería ser médica pediatra, cirujana, quise estudiar física, profesorado de física pero cuando tenía 16 años, cuando hice mis primeras pasantías en el colegio secundario, me pasó que entendí que yo quería hacer esto, dedicar a hacer esto toda mi vida.

Hoy no me imagino haciendo otra cosa que no sea esto que hago, esto que amo. Si tuviera que elegir otra cosa me iría a trabajar al campo, agronomía, algo que me permita estar en contacto con la naturaleza, que me permita disfrutar de lo que nos da la madre tierra. La verdad no me imagino haciendo otra cosa.

¿Cuál es el mejor consejo que recibiste respecto al vino o tu trabajo?

No sé si fue el mejor consejo que recibí pero son palabras que me han quedado grabadas a fuego.

En el último año de facultad, el último día, una profesora nos dio un mensaje muy especial y muy sentido, lo dirigió particularmente a las mujeres en particular.

Nos dijo que lo que venía no iba a ser nada fácil, que había que ponerse la vida al hombro y pelearla, lucharla. Por los sueños, por nuestras convicciones, que el mundo en el que vivíamos era hostil, que vivíamos en un país donde rigen las diferencias.

Me quedó grabado. Pero hoy por suerte, gracias a Dios, hay lugares como la bodega donde trabajo donde tengo la posibilidad no solo de seguir mis sueños sino, además, la posibilidad de alcanzar mis metas. 

Hoy hago una bebida que me encanta, algo que le gusta a mucha gente, acá y en todo el mundo, es muy lindo, es una sensación que llevo conmigo, que me permite seguir cumpliendo con todos mis sueños.

A medida que miramos hacia el resto de 2021 y más allá, ¿cuáles cree que son los principales desafíos y oportunidades para el vino?

En esta industria tan antigua todavía tenemos muchos desafíos y ciento de miles de oportunidades. Gracias a Dios es una actividad con una enorme capacidad de adaptación. Esa característica nos va moldeando y preparándonos para lo nuevo, lo que viene.

Tenemos grandes competidores, algunos de ellos vienen pegando muy fuerte, a veces de manera un tanto desleal, jugando con otras cartas. Pero en esta industria tenemos la posibilidad de seguir y seguir, hasta la misma naturaleza a veces nos pone en jaque, es algo que nosotros no podemos controlar. Tenemos años con granizo, con viento zonda, con poco agua, sequía y además, a veces, hasta cuesta conseguir personas para seguir creciendo.

La competencia en el vino es grande, algunos compiten mejor que otros pero por suerte nuestros jueces, los consumidores, poco a poco saben más y más de eso que están tomando, cada vez piden más calidad, se vuelven más exigentes y eso para todos nosotros es un enorme desafío poder satisfacer no solo a ese público sino también esos nuevos momentos de consumo que hasta hace unos meses no existían.

Por todo eso, ahora hay vinos para todos los consumidores, para cada estilo, para cada momento.

Y entonces, si tuvieras que elegir un vino y una añada, ¿cuál sería tu botella en una isla desierta?

Si tuviera que elegir… Mira si me das a elegir, no lo dudo, elijo un espumante. Y justamente uno de mis favoritos lo hacemos acá en Navarro Correas, el Brut Nature, sí, lo elijo entre mis favoritos en una isla desierta, aunque no pueda contar con unos hielitos, así como viene, con el frío del mar. Es más, me entusiasmé con la idea. 

Hoy la noche, si puedo, vía zoom, voy a descorchar una botella y voy a brindar con mis amigas, mis primas y mis vecinas por este día tan lindo, donde hay mucho por celebrar, un poco por todo esto que te conté antes, para celebrar todo lo que hemos conseguido y todo lo que va a venir a través del estudio, del esfuerzo, del trabajo, y la dedicación porque no solamente somos mujeres que trabajamos y estudiamos y vamos por la vida cumpliendo objetivos sino también porque somos madres y por las oportunidades que nos da la vida de vivir tantos cambios, para las mujeres y para los hombres también, por la oportunidad de ser protagonista en un día tan tan lindo y tan importante para celebrar por todo lo conseguido hasta hoy y por todo lo bueno que está por venir.

Sobre El Autor