No a la grieta en el vino argentino Fabricio Portelli 17/02/2020 Notas, Vinos Notas 1345 Mientras el gran desafío de los países vitivinícolas del primer mundo es combatir el calentamiento global, mediante la disminución de los gases de efecto invernadero de manera sostenible, acá la discusión sigue siendo sobre el protagonismo y la representatividad del sector ante los gobiernos. La política se da en todo ámbito empresarial, y es necesaria para el crecimiento de cualquier industria. Y actualmente, la del vino es una de las más atractivas y respetadas de la Argentina (segunda, detrás de las energías renovables, según un relevamiento de la empresa Luis Costa & Asociados). Sin embargo, a mediados de 2019 se desató una interna; que en realidad ya lleva varios capítulos desde hace varios años. Fue justamente cuando Bodegas de Argentina (BA); la cámara más importante del sector; renovó sus autoridades. Patricia Ortiz asumió la conducción en mayo de 2019, y desde entonces en la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) sostuvieron que esa nueva dirigencia estaba conformada por CEOs de empresas que no habían surgido del ámbito vitivinícola. Cabe destacar que BA agrupa a más de 250 bodegas, la mayoría de las principales del país (grandes, medianas y pequeñas), representando el 60% de las ventas en el mercado interno en envases de cartón (tetra brik), el 85 % del vino embotellado, y el 90% de la exportación de vinos fraccionados. Además, obviamente es integrante de la COVIAR. En Bodegas de Argentina están las empresas que fueron pioneras en el cambio tecnológico a comienzos de la década del noventa, también las que trabajaron en la apertura de los mercados internacionales, en el desarrollo del turismo vitivinícola, y las protagonistas de los cambios cualitativos que caracterizan a los vinos de hoy; responsables de la buena imagen que gozan el Malbec y los demás vinos nacionales en todo el mundo. Por su parte, la COVIAR es un organismo público-privado que gestiona y articula las acciones necesarias para cumplir con los objetivos del Plan Estratégico Argentina Vitivinícola 2020 (PEVI), que en 2005 asumió el gran desafío de transformar el sector vitivinícola y potenciar sus fortalezas y oportunidades, tanto en el mercado global del vino, como del jugo concentrado de uva, de las pasas y uvas de mesa. Actualmente, la COVIAR reúne a representantes de todos los actores de la vitivinicultura argentina, lo que asegura una visión colectiva de los distintos escenarios, y decisiones tomadas sólo por consenso. Pero al parecer, esto no fue lo que ha venido sucediendo en los últimos meses. Es por ello que, en septiembre de 2019, las principales entidades vitivinícolas del país lanzaron un comunicado cuestionando el accionar de la COVIAR. La misiva aludía a la disconformidad en la conducción, justamente por decisiones tomadas sin haber sido compartidas entre todos sus miembros, además de cuestionar la gestión de algunos recursos económicos, que las mismas bodegas aportan por ley. Otro punto clave de ruptura fuela oposición al uso de la institución como entidad gremial empresarial de segundo grado, sosteniendo que algunas entidades privadas que la componen utilizan a la misma como canal para la gestión de sus propios intereses en nombre del conjunto. Esto supone que, ante la falta de fuerza de alguna cámara o sector minoritario, la COVIAR tomaba partido. La postura de BA quedó endurecida al asegurar que “en la actualidad la COVIAR ha perdido su Norte, con una falla enorme en los canales de comunicación interna dentro del Directorio”. Cabe recordar qué la COVIAR fue creada para: Fomentar la promoción del consumo de vino en el mercado interno y externo.Promover la inserción internacional del país para el ingreso de nuestros productos sin aranceles en mercados clave.Impulsar a lo largo de toda la cadena mejoras en productividad e integrando pequeños productores.Generar condiciones para que la producción primaria y la elaboración de vino y otros productos sea sostenible económicamente. Desde BA aseguran que la han convertido en una entidad gremial empresaria nacional, por ejemplo, contratando consultoras para posicionar a la COVIAR en vez de posicionar los productos de la vitivinicultura argentina. Y que esto nada tiene que ver con su misión. Sin dudas, otro de los detonantes de esta situación fueron los resultados que arrojó el Plan Estratégico Vitivinícola 2020 (PEVI); Argentina ha perdido más del 75% del mercado interno de vinos en las últimas cuatro décadas (dos de las cuales están incluidas en el plan), y las exportaciones están estancadas hace 10 años, siendo el país vitivinícola líder que menos se ha internacionalizado, exportando solo 20% de su producción. Para la COVIAR, la actual conducción de BA lanzó una llamativa embestida contra la entidad, cuestionando enérgicamente la falta de logros del PEVI 2020, sin tener en cuenta el marco existente provocado por los serios problemas económicos que padeció el país, y culpando directamente a su entidad por la caída de las exportaciones de vino y el consumo interno. Si bien las cartas están echadas, lo curioso es que hay referentes importantes que pujan para su lado en ambos lados de la grieta. Por un lado, está la vieja guardia que promueve la inclusión y vela por los derechos de todos los productores, sobre todo de los más pequeños. Por el otro, las compañías que promueven el profesionalismo, denunciando los conflictos de interés que existen en diversos sectores, y reclamando más participación de las bodegas en las decisiones. Algo muy común en la Argentina; se habla más de lo que se hace. Cómo se sale de la grieta La política ha demostrado que es casi imposible salir de la grieta sin dialogo ni consensos. Pero a diferencia del país, el vino está viviendo su mejor momento cualitativo, ya que las bodegas producen los mejores vinos de su historia, el Malbec sigue siendo un ancho de espadas para abrir mercados, y la relación calidad-precio en todos los segmentos es de las más destacadas del mundo. A esto, hay que agregarle el gran auge que está viviendo el enoturismo nacional, habiendo recibido más de un millón de turistas que recorrieron bodegas y terruños, llevándose consigo una grata imagen del país, y el gusto por el vino argentino. Y si bien la mayoría de los responsables de esta situación forma parte de ambas entidades; al menos hasta ahora; se supone que el futuro del vino nacional depende de todos, y que el camino hacia el éxito es el mismo para todos. Por lo tanto ¿cómo puede ser que no haya diálogo para evitar este intercambio epistolar entre cámaras que seguramente el consumidor no disfruta. José Alberto Zuccardi ha sido designado como nuevo presidente de COVIAR. Sin embargo, entidades vitivinícolas de todo el país rechazaron su nombramiento, y el de las nuevas autoridades electas. Aluden que a menos de un año de la finalización del PEVI 2020, se debe tomar el tiempo necesario para analizar los resultados, y en caso de seguir, deberían ser políticas consensuadas entre todos los actores. Justamente José Zuccardi es uno de los emblemas del gran auge del vino argentino, acá y en el mundo. Y si bien ya anunció que su visión estará enfocada en la innovación, la fuerte articulación público / privada, y definición estratégica, no fue suficiente para calmar las aguas. El traspaso de mando y la asunción se llevará a cabo el próximo 7 de marzo durante el tradicional Desayuno que la Corporación realiza en el marco de las celebraciones por la Fiesta Nacional de la Vendimia en Mendoza. El tema será saber si habrá algo para festejar. “Pepe” Zuccardi siempre defendió una vitivinicultura diversa e inclusiva, aunque también es símbolo de evolución, como muchos de los que hoy están del otro lado. El primer año de gestión de Zuccardi como presidente de COVIAR coincide con la discusión y redefinición de lo que será la nueva estrategia de toda la cadena vitivinícola de cara al 2030, a partir del cumplimiento en 2020 del Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) que se comenzó a implementar en 2005. Aspectos como el desarrollo inclusivo de los pequeños productores, innovación, sustentabilidad medioambiental y adaptación de la industria a los desafíos que impone el cambio climático son clave de la discusión que se viene. Y seguro que nadie se va a oponer a esta temática, porque se nota, es por el bien del vino argentino. El tema evidentemente son los modos los que están objetados. Pero para BA quedó un sabor amargo, y por eso renunció al Directorio de la COVIAR, advirtiendo alteraciones en la sucesión de la institución, ya que le tocaba la presidencia a La Rioja, y no a Mendoza. Además, toda la promoción del vino en el mercado interno que realiza la COVIAR lo hace a través del Fondo Vitivinícola de Mendoza, presidido por el titular de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), uno de los principales jugadores de la entidad. Es decir, que allí hay un claro conflicto de intereses, advierten desde BA, más allá de no estar de acuerdo con la promoción del vino genérico que se realiza todos los años sin consultarlos. Mientras en COVIAR sostienen que BA torció su rumbo, y de manera constante intenta llevar la representación de la vitivinicultura a Buenos Aires, dejando en claro que el sector productivo primario no está en sus planes como miembros integrantes de la cadena con representación en COVIAR. Desde BA advierten varias fallas en este proyecto de hacer de la COVIAR una cámara de cámaras, que además le cuesta millones a todos los que aportan la contribución obligatoria por ley, y se agrega la falta de apertura para permitir que sean las bodegas quienes lideren el programa de promoción del vino en el mercado interno, siendo desestimadas reiteradamente sus opiniones respecto al diseño de las campañas publicitarias y la contratación de proveedores, entre otros. “La COVIAR, con una nueva dirigencia que deberá estar a la altura de las circunstancias, también debe hacer su autocrítica. Sin embargo, destruir la institucionalidad, tal como lo pretenden algunos actores, solo traerá más desazón a un sector muy golpeado”, le comentó Zuccardi a Pablo Pérez Delgado para Estrategia & Negocios (http://estrategiasymercados.com/index.php/2020/02/14/jose-alberto-zuccardi-sera-el-nuevo-presidente-de-coviar/). Veo bodegas y actores importantes a ambos lados de la grieta, y no puedo creer que con los vinos que hacen, que tanto placer nos dan y tan bien nos representan, no puedan sentarse a una mesa a dialogar y consensuar las políticas generales del sector. El vino argentino quizás también ha sufrido la crisis económica recurrente que azota a la Argentina, sin distinciones políticas. Es una cuestión sistémica. No obstante, y más allá de algunos números del negocio, no quedan dudas que, en valor, reconocimiento y mercados abiertos, el vino argentino ha tenido mucho éxito en estos veinte años. Y no importa si es más mérito de unos o de otros, en definitiva, todo el vino argentino se benefició. Y, sobre todo, se puede beneficiar más si entre todos transforman el gran potencial que ostenta en una realidad constante y sonante. Esta semana se dio un hecho sin precedentes, en Mendoza coincidieron tres de las voces más resonantes del vino mundial. Tim Atkin MW, para su Reporte 2020; el periodista norteamericano James Suckling; y Jancis Robinson MW, la voz femenina del vino más influyente del mundo. A todos ellos se los puede ver sonrientes y felices en las redes de las bodegas, en sus visitas para degustar los vinos argentinos. Esto demuestra que los vinos están hablando más que nunca, solo hay que escucharlos, y ponerse a trabajar todos juntos tirando para el mismo lado. Porque, así como una grieta en una copa puede romperla, la grieta en el vino puede acabar con su futuro tan promisorio.