De mendigo a millonario Fabricio Portelli 15/12/2014 Notas, Vinos Notas 2611 Muchas cosas se han dicho de Alejandro Vigil, pero más aún se dicen. En mi caso he escrito bastante, tanto de sus vinos como del personaje, ya que es sin dudas uno de los máximos responsables de la actualidad vínica argentina. Aunque hace rato que no le dedico unas líneas, básicamente porque nuestra coyuntura no nos ha permitido compartir tanto tiempo como en años anteriores. Además, se multiplican las voces promoviendo todo lo que hace, como si cada vino que él toca se convirtiera en oro. Claro, a los consumidores nadie puede quitarles ese derecho, hoy potenciado por las redes sociales. Incluso el propio Vigil se dedica de tanto en tanto a escribir sus pensamientos y sensaciones (cosecha2012alevigil.blogspot.com.ar). Pero es más notorio el caso de la prensa especializada y los tantos blogs que hoy se refieren a los vinos argentinos. Por un lado estoy sorprendido, pero por el otro no tanto. Declaro conocer bastante a Alejandro, él fue (hasta ahora) el enólogo que más me ha enseñado y más vinos ha compartido conmigo. Y tratándose de una profesión bastante autodidacta (la del periodista especializado), esto es absolutamente relevante. Siempre digo que mis maestros son los enólogos y agrónomos y mi escuela, las viñas y las bodegas; aunque por vivir tan lejos me pegue faltazos muy seguido. Por suerte, la mayoría pasa por Bs As a brindar clases particulares. Pero volvamos al personaje. Ale está de moda. No hay dudas que es el enólogo más famoso, y él es muy responsable de ello. Tiene onda, tiene locura, tiene conocimientos y gracia para contarlos. Pero sobre todo es muy humilde, aunque hoy esté encandilado por los flashes. Claro que lo prefiero a solas; quién no. Pero no me quejo, y soy agradecido de cada oportunidad que tengo de degustar vinos a su lado. Lamento un poco que por pasar más horas en aviones que en su casa, y se vea obligado a estar tanto en la bodega como fuera de ella para promover sus vinos, su speach suene como enlatado. Porque lo mejor de Vigil es su sensibilidad puesta al servicio de los vinos. Y es eso lo que más me interesa a mi. No quedar bien con el personaje, sino poder interpretarlo a través de sus vinos. Suelo decirle que me confunde cada vez que terminamos una cata, pero básicamente porque siempre me abre la cabeza y me obliga a ir más allá (si queres conocer más sobre sus vinos mirá www.fabricioportelli.com/2014/12/15/winestorming-by-vigil/). Muchas veces me cuesta creerle, pero son sus vinos los que lo respaldan. Hoy, cerca de las navidades, es momento de balance, y me pareció una buena ocasión para hablar de este personaje. El único capaz de concebir varios y diversos vinos que rompan la barrera de los 95 puntos; el elegido por Tinelli para dar vida al Fede; el hacedor tanto de vinos íconos como de los entry label más vendidos de la Argentina, aquí y en el mundo. Tiene una mochila encima muy grande, muchas responsabilidades vínicas y es él mismo el que va subiendo la vara año tras año. No importa el varietal o el blend, tampoco el terruño, incluso ya no son ni las marcas lo que lo obligan. Es su firma. Porque los máximos referentes del mundo lo buscan él, y si el vino está rubricado por Vigil, se mira con otros ojos. Como si tuviera votos ciegos de confianza. Pero yo lo conozco más de cerca, sin compromisos de por medio. Somos dos jóvenes profesionales aprendiendo el uno del otro (obviamente salgo ganando aquí). Y en este seguimiento o marca personal que le vengo haciendo, y más aún luego del último winestorming by él mismo en el Espacio Dolli, me quedó un blend de sensaciones que comparto aquí. Sigo aprendiendo porque es un libro abierto, pero la info y los vinos llegan como torbellinos. Y de pronto no es sólo Gualtallary y sus Single Vineyards; hoy incluye hasta Junín (zona Este) y sus Bonarda de excepción. Es como ese científico loco que ha descubierto la fórmula pero le cuesta transmitirla. Lo veo más obligado a cumplir con el personaje que enfocado en sus vinos. Igual, no creo que sea tan grave porque en todo caso cada vez ofrece más vinos para conocer. Sin embargo, yo espero mucho más del referente. Lo reconozco como el capitán de este gran barco que es la nueva enología argentina. Y es por ello que cada puntada suya debe ser con hilo. Recuerdo recorrer la bodega con él y degustar 150 vinos en un día. Muchos de línea y muchos otros experimentos de investigación y desarrollo. Pero cada uno de ellos tenía su misión clara. Hoy, su propuesta se asemeja a un brainstorming marketinero. Una lluvia de ideas de las cuales seguramente saldrá la mejor estrategia. Pero Ale es el que marca el rumbo; a sus colegas, a la prensa, al retail, y en definitiva a los consumidores. Y mientras la mayoría celebra su avalancha de vinos sin escarbar en cada uno, yo elijo tomármelos bien en serio e intentar entenderlos. Porque eso me permite comunicarlos mejor. Tranquilamente se puede hacer una analogía de su vida profesional con la película De Mendigo a Millonario, en estos últimos quince años. Y no lo digo por lo material, sino más bien en un sentido filosófico. La velocidad de su carrera, la gran cantidad de logros, la entidad que ha tomado su firma, y las responsabilidades que todo ello implica. Por suerte la fama no ha cambiado su escencia humana. Esa sensibilidad única para interpretar lugares y concebir vinos para la gente, significan 100 puntos al personaje. Por eso siempre será un buen regalo para hacer y hacerse, un vino by Alejandro Vigil.