Alejandro “Pepe” Martínez está detrás de cada vino de Rosell Boher, una pequeña bodega de grandes vinos, tranquilos y espumosos. Su estilo se nutre de la experiencia, los avances tecnológicos y la nueva generación. 

por Fabricio Portelli – para DELIRIO

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En el vino es fácil sorprenderse gracias a la diversidad que está a la orden del día. Ya sea por cepaje, lugar, estilo, método o personaje, romper los moldes y causar impacto en el paladar es relativamente sencillo. Pero lo difícil es mantener ese nivel de impacto en la mente del consumidor. Porque vender la primera botella es mucho más fácil que la tercera, pero esa es la vencida, ya que una vez que eso sucede significa que el consumidor ya la eligió.

Más allá de las grandes bodegas, que se mueven al ritmo del mercado, son muy pocas las pequeñas argentinas que trascendieron las cosechas y se consolidaron, como Rosell Boher; nacida para deslumbrar a través de las burbujas de lujo cuando nacía el nuevo milenio.

Detrás de cada vino de la bodega siempre estuvo Alejandro “Pepe” Martínez, quién ya lleva más de cuarenta cosechas. Reconocido por su amable formalidad y perfil bajo, también creó una línea de vinos que demuestra consistencia con cada cosecha. Pero hace tiempo que los Casa Boher no están solos, porque llegaron un blend y un gran Chardonnay, y más recientemente un Gran Corte. Todos ellos fiel reflejo de su hacedor y del Valle de Uco, aunque en algunos vinos jóvenes ya empiezan a ser protagonistas las uvas del flamante viñedo en Alto Agrelo, que rodean al lodge y a la futura bodega.

Los de Pepe suelen ser vinos equilibrados más que estridentes, como los de antes, pero con una frescura, fluidez y texturas como los de ahora. Esto significa que no causan impacto sino más bien respetan un estilo, amable y armónico, donde la madera tiene un protagonismo lógico. A su vez, cada varietal habla de su tipicidad, y superan las expectativas que generan.

Pero el mayor reconocimiento de la bodega sigue llegando gracias a sus vinos espumosos método tradicional.

Alejandro Martínez puede ser un nombre muy coloquial en nuestras tierras, pero si se le agrega al final Rosell; su segundo apellido; el panorama cambia. Porque Pepe es uno de los enólogos que más ha hecho por el vino espumoso en el país, desde sus inicios en Navarro Correas a principios de la década del 80. A lo largo de su trayectoria, vinos como Maison Deutz, Ruinart o Grande Dame de Veuve Clicquot (especialmente 2002), marcaron su camino.

Pepe, el grande

Alejandro “Pepe” Martínez no sólo está en el proyecto desde sus comienzos, sino que es parte de la familia creadora de la bodega, porque fue su abuelo quien levantó los cimientos originales done hoy se encuentra Rosell Boher, allá por 1900. Recuerda que allí, además de 33 hectáreas de viña que rodeaban la bodega, la familia contaba con una destilería. Su padre también fue enólogo; en 1940 trabajó en la bodega El Globo, donde se hacía el Vieux Tomba. Pepe nació a pocos metros de allí, y se crio bajo los aleros de la bodega construida hace más de cien años. Y es en esas cavas centenarias, que forman parte de su pasado, donde encuentra su mayor inspiración. Y si bien en su haber hay mayoría de espumantes, reconoce también que le apasiona elaborar vinos tranquilos. Por eso, además de Chardonnay y Pinot Noir (las más utilizadas para vinos espumosos de alta gama), conoce muy bien al Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc. Sí, al varietal hoy tan de moda Pepe lo elabora desde los ochenta. Pero sin dudas sus mayores satisfacciones profesionales han llegado de la mano de los vinos espumantes, elaborados con una mezcla de paciencia, dedicación y experiencia, con ese toque final dado por su propio licor de expedición. Para muchos, considerados los mejores exponentes nacionales.

Espumosos de lujo

A partir del método tradicional de la Champagne se pueden hacer muchos vinos en la Argentina, pero no todos logran trascender y ponerse a la altura de los afamados franceses. Para ello es necesario partir de una gran uva, fundamentalmente Chardonnay y Pinot Noir, las cuales deben cosecharse en el momento justo para lograr un vino base excepcional. Luego, con paciencia y dedicación, vigilar que en cada botella se produzca la magia después de la segunda fermentación, para que lleguen a las copas burbujas complejas.

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.