La Unión Europea celebra cada 23 de septiembre este día con la intención de generar conciencia en la comunidad internacional sobre la importancia de elegir bebidas; como el vino; y alimentos producidos de manera más sostenible y sin pesticidas, no solo por el cuidado del medioambiente sino también de los consumidores.

El 23 de septiembre es el día internacional del orgánico, decretado por la Unión Europea (EU) para todos los productos agrícolas orgánicos, y eso incluye al vino. Y si bien el plan de la Comisión Europea es para ayudar a los agricultores y ganaderos del continente a virar hacia la producción ecológica, es un espejo en el cual los demás países se miran. Y en la Argentina, el vino orgánico es uno de los productos agroalimentarios sin uso de pesticidas que más ha crecido, en producción y ventas, y que más valor agregado aporta gracias a la diversidad de opciones que ofrece. Sin dudas, ir hacia lo orgánico o sustentable es una de las tendencias más fuertes en la industria vitivinícola.

Desde Bruselas sostienen que este tipo de producción es el futuro, y por eso han fijado como objetivo lograr para el 2030 que al menos el 25 % de la superficie agrícola de Europa sea con manejo orgánico. Esto demuestra la importancia sobre la producción ecológica y la promoción a cambios hacia una industria alimentaria más sostenible. En 2019 había cerca de 13,79 millones de hectáreas dedicadas a ese tipo de producción (8,5 % del total de superficie agrícola), frente a los 12,98 millones de hectáreas de 2018 y 12 millones en 2017, lo que representa un incremento anual del 7%. Pero está claro que, en Europa, no todos los países apuestan de la misma manera, y lo mismo sucede en otros continentes; también en la Argentina. Pero el ejemplo del vino es muy elocuente, y sirve de inspiración para los demás productos del campo, ya que el futuro de los vinos orgánicos en el mundo es muy promisorio, y la Argentina puede crecer mucho su participación.

Si bien todos los consumidores coinciden en el placer por el vino, las costumbres son muy diferentes, esto hace que el vino orgánico sea más valorado en mercados desarrollados, generalmente no productores ni consumidores tradicionales. Porque en los mercados tradicionales de consumo, el vino está muy asociado a la tierra y, por ende, a lo natural, más allá del uso de algunos productos químicos en vitivinicultura.

Los que elaboran vinos orgánicos tratan el viñedo de la forma más natural posible para expresar lo mejor del terroir, independientemente de las certificaciones de turno. Esto quiere decir que no es ni mejor ni peor sino distinto, ya que no se utilizan agroquímicos para curar las viñas; solo algunos productos autorizados por las certificadoras y en muy bajas dosis. Y, según los hacedores, es un camino de ida, una filosofía, primero de trabajo y después de vida. Y si bien en la Argentina vitivinícola los suelos son generalmente desérticos y, por consiguiente, más sanos, curar los viñedos con productos naturales, que no sean de síntesis química, significa cuidar más la tierra y valorar ese microambiente que se genera alrededor de cada planta, con microbios, insectos, gramíneas y nutrientes que conviven naturalmente, realzando el carácter único de cada terroir.

Es por ello que hoy se habla tanto de los insectos, las flores y las gramíneas que habitan en los viñedos como de las vides y su riego. Porque todo eso conforma una “matriz viva”, que es un concepto mucho más amplio que el del suelo. Porque busca, de una manera orgánica y no invasiva, encontrar el equilibrio ecológico de cada lugar en busca no solo de una mejor calidad en los vinos, sino de vinos más sustentables. 

El futuro de los vinos orgánicos en el mundo

Es interesante como esta apuesta a largo plazo, que comenzó en 2009 cuando ningún mercado se los exigía, se ha convertido en la tendencia más importante de los últimos años. Así lo demuestra un estudio global reciente de la consultora Wine Intelligencesobre los vinos SOLA (sostenibles, orgánicos, bajos en alcohol y alternativos), que describe la proyección de la categoría. 

Se podría decir que hoy; y sobre todo las nuevas generaciones; todos los consumidores son más conscientes del cambio climático y sus efectos. Esto hizo que el consumismo ético esté en auge, y es por ello que en el mundo del vino el movimiento orgánico está ganando terreno, en la misma línea del uso de energías renovables, también del uso sostenible del agua y de los automóviles eléctricos.

En este contexto global para el consumidor, el vino emerge como una actividad agrícola-artesanal con gran impacto social, por su historia y por su influencia en el desarrollo de las distintas culturas. Sin embargo, como revela un índice global de vinos SOLA, las actitudes de los consumidores y las oportunidades de productos no son consistentes en todos los ámbitos. El proyecto de investigación SOLA de Wine Intelligence encuestó a 12 000 consumidores en 15 de los principales mercados de vino del mundo en 2019, con una muestra que representa alrededor de 250 millones de bebedores regulares de vino. Teniendo en cuenta la influencia y el potencial de cada mercado, el modelo SOLA creó un índice de oportunidad ponderado para cada estilo de vino alternativo. Los 13 subgéneros medidos incluyeron estilos ‘verdes’ o ‘éticos’ como orgánico, biodinámico y de comercio justo. También categorías free-from como vegano o bajo en alcohol y opciones más esotéricas como sin conservantes ni sulfitos y orange wine (vinos naranjos).

Los datos se compararon primero con una ola anterior de datos recopilados 12 meses antes para ver si había habido algún cambio general en el interés por los productos de vinos éticos. Y si, todas las categorías de vinos alternativos, excepto Fair trade, mostraron una puntuación más alta en el Índice de Oportunidad para 2019 respecto de 2018.

Al parecer son los consumidores más jóvenes los que están impulsando el cambio. De manera consistente en todos los países participantes, los bebedores menores de 35 años mostraron una apertura e interés en estilos de vino alternativos, mientras que los bebedores mayores (mayores de 55 años) fueron menos receptivos. Resulta que los bebedores más jóvenes se sienten particularmente atraídos por los productos que se consideran “más saludables”, buenos para el medio ambiente o ambos.

Por su parte, el vino orgánico fue una de las tres respuestas principales en 12 de los 15 países encuestados, su puntaje ponderado del índice de oportunidad de 48, cómodamente por delante del Vino Producido Sosteniblemente en segundo lugar y muy por delante (7 puntos) del Vino de Comercio Justo en tercer lugar. Esta posición privilegiada se basa en su creciente reconocimiento y afinidad por parte del público consumidor. El conocimiento sobre vinos orgánicos aumentó más de tres puntos respecto al año anterior; más de diez puntos más que para cualquier otra categoría de vino SOLA. La oportunidad es más fuerte en Finlandia, Suecia y los EE. UU., que ocuparon los primeros lugares en la encuesta. Al igual que con las cuestiones éticas en general, los consumidores más jóvenes son los mayores defensores del vino orgánico. Alrededor del 21% de los bebedores regulares de vino en los EE. UU. de entre 21 y 34 años, por ejemplo, habían comprado una botella de vino orgánico en los últimos seis meses. A partir de los 55 años, esta cifra se redujo al 6%. En Australia, las cifras fueron 16% y 4% respectivamente. El respeto por el medio ambiente y la salud son factores clave para este grupo de edad, y ambos factores se unen en el vino orgánico. Y si bien, en casi la mitad de los 15 mercados encuestados (EE. UU., Irlanda, Australia, Singapur, Canadá, Australia y el Reino Unido), hicieron referencia que era “más caro” que el vino normal, evidentemente esto no es necesariamente una barrera para la compra, ya que el factor de sentirse bien supera las consideraciones del precio, o tal vez el precio actúa como una garantía de que el vino en el interior se ha cuidado adecuadamente.

Hay más de 300 organismos de certificación de vino orgánico en todo el mundo, todos los cuales tienen diferentes interpretaciones de lo que está permitido bajo el término “orgánico”. Solo los EE. UU. tienen tres categorías separadas para el vino orgánico: ‘Elaborado con uvas orgánicas’, ‘Ingredientes: uvas orgánicas’ y ‘Vino orgánico’. En otras palabras, parece ser una categoría en la que los consumidores responden a señales emocionales en lugar de información concreta real.

No obstante, el vino, como ninguna otra bebida, puede hablar de cuidar el medio ambiente impulsando la producción más sostenible, reduciendo el uso de fertilizantes, pesticidas y antibióticos en animales, y así conquistar a los paladares jóvenes.

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.