¡Atención! No se trata de vinos de oferta en el súper de la esquina sino de los bi-varietales. Tintos y blancos elaborados con dos cepas, con intensiones muy diferentes a las de los blends; al menos desde lo conceptual.

Si bien es una moda derivada de los varietales; que irrumpieron en el mundo en los 60´para poner a competir los vinos del Nuevo Mundo con los del Viejo Mundo; en realidad existían hace tiempo en algunas zonas vitivinícolas tradicionales. Aunque en esos casos tenían más que ver con los blends, porque cuando se mezclan dos o más variedades para lograr un vino que tenga personalidad propia, las uvas pasan a segundo plano.

Pero en el Nuevo Mundo los varietales son muy importantes, a tal punto que nacieron los bi-varietales. Al principio fue solo por una novedad marketinera. Pero pronto los enólogos entendieron que, combinando un cepaje con otro que resaltara sus atributos sin perder los suyos, se lograban vinos diferentes y con carácter propio.

Hoy, hay bivarietales en todos los segmentos de precio. Desde el tradicional Malbec-Bonarda que escondían los genéricos; porque seguramente ya no haya Malbec en ellos; hasta el novedoso e impactante Malbec-Cabernet Franc.

Quizás en los vinos más económicos no se puedan percibir tanto los detalles de esta combinación, pero a medida que se sube la apuesta, el carácter de cada uva se siente en los vinos. Y lo más interesante, es que se puede apreciar cómo en la combinación se complementan, pero no para dar un vino superior, sino para ofrecer un “dos por uno”.

Está claro que la diversidad es algo que el vino nacional puede ostentar en cada esquina, pero más allá de las diferencias en las etiquetas, la idea es que el consumidor pueda apreciarla. Es decir, que si el enólogo hizo un Cabernet-Syrah, el consumidor copa en mano debería, además de disfrutar el vino debería poder entender qué se buscó con esa dupla.

Las combinaciones más atractivas   

Los enólogos tienen dos alternativas para lograr un buen bi-varietal, más allá de las presiones que puedan llegar del departamento comercial. Lograrlo en bodega a partir de componentes elaborados, o bien hacer un “field blend”, combinando dos uvas desde el momento de la cosecha. La co-fermentación abre otro capítulo en la combinación de variedades, ya que durante el proceso las uvas se confunden en un solo vino. Pero en los bi-varietales la idea es que ambas uvas mantengan su carácter, y en todo caso lo potencien estando juntas.

Malbec-Bonarda fue la protagonista de los antiguos Borgoña nacionales, pero eso era más por disponibilidad. Luego, inspirado en los vinos de Burdeos, apareció el Cabernet-Merlot con el Saint Felicien como ícono. Y más tarde el Cabernet-Malbec de Rutini. A mediados de los 90´, los Finca Los Nobles (Malbec-Verdot y Cabernet-Bouchet), surgieron como los primeros “field blends” de dos variedades.

Todos estos pioneros nacieron antes que explotara la fama del Malbec, sin embargo, antes hubo un vino que lo puso en valor; el Iscay desde 1997. Esa combinación de Malbec-Merlot que representaba a la unión vínica de dos países (Argentina y Francia), a través de esas uvas y de dos grandes personajes como Ángel Mendoza y Michel Rolland.

Justamente, a partir de este vino es que empiezan a surgir nuevos bi-varietales de la mano de Daniel Pi, que sin atarse a un concepto predefinido encontró en el Syrah-Viognier (típico del Ródano) y en el Malbec-Cabernet Franc, dos duplas que dieron mucho que hablar. Quizás esta última sea la más impactante, porque al Malbec le viene muy bien el Cabernet Franc (no por casualidad uno de los enólogos más famosos de la Argentina a todos sus Malbec les pone un toque de Cabernet Franc, y viceversa). Ya que mantiene toda su fuerza frutal, pero suma frescura y vivacidad, gracias al toque herbal y los taninos finos del Franc.

Esta combinación no existía en el mundo, es algo exclusivo de la Argentina, a partir de ser el “dueño” del Malbec. Y ya ha demostrado que es un vino con gran potencial, en todos los segmentos. Incluso en lo más alto de la pirámide, gracias a que puede lograr ser fiel reflejo del terruño, como lo hace el Iubileus de PerSe, por ejemplo. Pero este vino trasciende al concepto de bi-varietal, porque sin dudas es un vino de lugar.

Y mientras unos siguen optando por inspirarse en las zonas tradicionales como el Ródano, Saint-Emilion (Cabernet Franc-Merlot) o Burdeos (Sauvignon-Semillón), otros siguen apostando a la plasticidad que permite el Malbec.

Claro que vale combinar dos uvas de la misma variedad pero de deferentes zonas, como la línea DV Catena o los flamantes Blend de Extremos de El Esteco. Porque si bien se trata de la misma uva, la expresión de los vinos es muy diferente, y su combinación las potencia.

Ya saben, si no saben qué varietal elegir, pueden optar por un bi-varietal. Y en lugar de “matar dos pájaros de un tiro”, pueden “probar dos vinos de una copa”.

10 Bi-Varietales destacados

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.