Editorial: En 2016, por favor despacio que hay prisa Fabricio Portelli 23/12/2015 Notas, Vinos Notas 1432 Se fue el 2015 y en el mundo del vino al parecer muchos jugaron una carrera contra el tiempo. Viendo quién logra sofisticar cada vez más su concepto, y por ello se volvieron poco entendibles. Para los que estamos atentos y somos espectadores de lujo (periodistas y sommeliers) también fue difícil descifrar los mensajes de cada bodega. Imaginate para vos que sos un consumidor atento, y ni que hablar para el tomador ocasional y desprevenido que, al final de cuentas, suma muchos litros, porque en definitiva disfruta solo de beber vino. Y esa carrera contra todos y a favor de pocos es la que dejó al desnudo varias cuestiones este año. Hoy, el referente de la industria tiene menos de 35 años. Por suerte lo vi venir y desde hace tiempo lo vengo escribiendo. No tuve que irme a un polo vínico opuesto y llegar hasta acá sin escala para notar la consistencia de su trabajo. Y si es así fue porque el líder natural de todos los hacedores modernos de vino está inmerso en una disputa interna profesional. Y hasta que no tome la decisión, no va a recuperar su trono. Por otra parte, esperemos que la inflación no termine desinflando las bodegas y que tampoco la música empañe la fiesta. No olvidar que los viejos saben más por zorros. Están los que hacen gala de su experiencia y la aplican bien, y callados van cumpliendo con lo que les piden y a su vez dándose el gustito de salir con vino propio. Muchos de ellos son los que hoy marcan el camino. A tal punto que un vino popular es uno de los mejores del momento; al menos para mi. Tampoco hace falta buscar al mismo wine maker para que haga muchos vinos distintos. Porque al final del camino, terminan siendo muy similares. Tampoco hay que cortarle las alas al proyecto más importante de la viticultura, antes que pueda despegar; ni que pululen etiquetas en nombre de la tipicidad de un lugar, cuando la mayoría en realidad busca aprovechar un momento, más que las bondades de la naturaleza. Como te imaginarás, cada una de estas frases tiene nombre y apellido, marca y lugar. Pero de qué sirve exponerlos; de nada. A mi me ha servido para sacar conclusiones de cara el año que comienza. Los buenos vinos solos se van a ir posicionando, por más que los bodegueros se apuren por necesidades comerciales, marketineras o de ego. Lo más importante es no borrar con el codo lo escrito. Es cierto que es mejor ir paso a paso, pero esto no significa parcela a parcela, ya que todo esto lleva a los consumidores a una mayor confusión; porque aún no comprenden las ventajas cualitativas de un single vineyard o de una micro-región. Hay tantos vinos para conocer y tantos conceptos diferentes que aprender para poder entender tal o cual etiqueta, que hay peligro de saltearse etapas. Y para comprender al vino e incorporarlo como sano hábito, realmente hay que seguirlo de cerca y prestarle atención a cada una de sus etapas. No se trata de elegir un vino un año como el mejor y un par de años después, otro que está en las antípodas. La diversidad es bienvenida, pero para disfrutarla debe ser clara y fundamentada, en lugar de deambular por el mar de las intenciones. Vos como consumidor podes hacer lo que quieras; pero seguramente necesitas de la industria; además de buenos y nuevos vinos; mensajes claros a los que poder aferrarte. Que en definitiva son los que distinguen a los vinos. Ese mensaje está compuesto por el lugar, la variedad, el estilo de vinificación y obviamente el hombre/mujer, que en forma líquida se transmite de copa en copa. Como nunca antes en 2015 aparecieron en las góndolas Malbec a manos del terroir. Y cuando recién estaba pegando el nombre de Valle de Uco, lo dividieron en miles de pedacitos de tierra. Yo me pregunto; no era mejor tener un resultado embotellado en lugar de embotellar muchas ilusiones de resultado. O, mejor dicho, no es mejor buscar un vino auténtico y sacarlo al mercado, que salir con vinos y esperar que esa autenticidad llegue algún día. Claro que el terruño fue, es y será el indicador más diferenciador de un vino. Pero lograr expresarlo en las copas, lleva muchos años de estudio. Es cierto que el consumidor legitima al vino. Pero para que un vino sea legitimado debe, ante todo, ser consistente. La novedad es solo eso; novedad. Y muchas veces la originalidad marca el principio de un camino y la intención de desafiar límites. Pero para superarlos verdaderamente hay que recorrerlos. Yo no quiero correr detrás de mi copa en 2016. Quiero empezar a disfrutar de todas las promesas vínicas que pulularon este año que se va. Porque para entender a un vino y su hacedor, hay que tomarlo. Y varias veces a lo largo del tiempo. Y si el concepto y el vino son consistentes, se graban en la memorial el paladar y el corazón. Espero que vuelva la calma a la mesa creativa de los vinos, por el bien de todos. Yo comenzaré mi año 17 junto al vino argentino, haciendo lo que me apasiona; degustar y comunicar. Y seguir viendo lo que pasa a mi alrededor, simplemente para poder ser más claro en mis mensajes hacia vos. A veces, con lo que llega de las bodegas no es fácil, pero eso no quita que siga siendo apasionante. La vida profesional me obligó a volver a empezar. Por suerte, la experiencia no me la quitó nadie. Y mis intenciones siguen siendo las de siempre. Quiero estar acá; en mi país; y seguir de cerca a los vinos para poder fomentar entre los consumidores como vos, su buen consumo. No me hace falta hablar de vinos de otros países; estoy orgulloso y soy un gran admirador de lo que tenemos. Y por eso me imagino lo que vendrá. Y me motiva a seguir degustando vinos para contarte qué me parecen. Espero nos sigamos conectando el año próximo. Felicidades.