El principio del fin Fabricio Portelli 03/07/2016 Notas, Vinos Notas 1 Comentario 2643 Para entender bien no sólo hay que escuchar, sino también leer bien. Todo tiene un comienzo, un principio, sobre todo un proyecto que quiere hacer historia como PIPA. Un grupo de algo más que buenos vecinos que han decidido sumar voluntades con el mismo fin, promover las cualidades de su territorio haciendo vinos. Por ahora, los Productores Independientes de Paraje Altamira son Altos las Hormigas, Chakana, Fincas Adrián Río, Finca Beth, Finca La Igriega, Finca Las Glicinas, Finca Suarez, Lupa, Son Vida, Teho y Traslapiedra. Viñateros y productores de uva que quieren lo mejor para su lugar, por eso ante todo lo defienden. El fin de todos ellos es lograr los mejores vinos posibles allí y elevar el nombre de Paraje Altamira al mismo nivel de los mejores grand crus del mundo. Pero todo principio evidencia mucho trabajo por delante. Poco se sabe de cómo empezó la Borgoña para llegar hoy a ser el terroir más admirado del mundo y del que provienen los vinos más codiciados. Pero seguro los monjes Cistercienses, hace más de mil años, tenían las mismas serias intenciones que los PIPA. Lo de Burdeos es algo más famoso, con Napoleón III ordenando la Clasificación de 1855 para la Feria Internacional de Paris. Pero fue el Marques de Pombal el primero en preocuparse por clasificar la calidad de los viñedos de la A a la F en el Alto Douro. Champagne y Saint Emilion, ya en el Siglo XX, pusieron más en valor las AOC (Apelaciones de Origen Controladas). Pero no sólo los franceses y los portugueses se han organizado desde hace tiempo para destacar las bondades de un terruño a partir de regulaciones. Las DO (Denominación de Origen) también son famosas en España e Italia, e incluso inspiraron a la creación de algunas en nuestro país como la DOC Luján de Cuyo para el Malbec. Y si bien es muy cierto que hay lugares especiales con viñedos, parcelas, colinas y laderas que se expresan distinto en la bodega, todavía la regulación como medio de protección sigue estando en discusión. Sobre todo en un país amplio como este y con un clima tan benévolo que permite producir uvas de calidad en diversas zonas. Y que además, la falta de reglamentaciones permite mezclar uvas de distintos lugares para siempre abastecer al mercado. Pero los grandes vinos del mundo siguen saliendo de los terruños consagrados, y esos están controlados por los propios productores. Por eso, con el paso del tiempo, los vinos argentinos fueron ganando definición de lugar. Es cierto que a una mayor velocidad que la del consumidor, y es por ello que mientras la mayoría se sigue preguntando donde queda o cómo es el Valle de Uco, ya hay una gran cantidad de bodegas elaborando vinos de parcelas; cuantitativamente la mínima expresión del terruño, pero al parecer, cualitativamente la máxima. El futuro de PIPA Este principio marca el comienzo, más allá de las intenciones, pero desnuda otras cuestiones. En primer lugar que la IG donde se ubica esta agrupación está siendo cuestionada por otros grandes productores. Hoy son casi 4000 hectáreas aprobadas en la IG Paraje Altamira, pero se están peleando por llegar a 12.000, y al parecer van a terminar siendo 9.000 (estas idas y venidas están bien explicadas en esta nota de Joaquín Hidalgo http://www.vinomanos.com/2016/06/radiografia-de-paraje-altamira-la-region-que-reinventa-el-vino-argentino/). En segundo lugar no queda bien claro el concepto que tienen de independiente. Se descuenta que sus diez fundadores son productores que responden a intereses propios y que hay como 120 productores de uva que podrían sumarse en el futuro. Lo que no especifican los PIPA es por qué otros no lo son o no lo pueden ser. Sobre todo teniendo en cuenta que la IG Paraje Altamira nació por un estudio de suelos encarado por tres grandes bodegas (Chandon, Catena Zapata y Zuccardi), ninguna de las cuales figura en la nómina original. Es más, una de esas inauguró la primer bodega del lugar y ostenta “Paraje Altamira” en algunos de los vinos actualmente mejor puntuados de la Argentina. Los PIPA seguramente saben que tienen mucho trabajo por delante, y sus intenciones están fuera de discusión. Pero para poder empezar a destacarlos en el mercado hubiera estado bueno un sello que los distinga, como las estampillas de los Chianti Classico, por ejemplo. Una calco con el logo de Nike, o algo que le diga al consumidor que tal o cual vino es de PIPA. Y más aún, que eso sea producto de una degustación entre los mismos integrantes de la agrupación, y que si el vino los representa se gane la cucarda. Y si no, que ayuden a ese productor a mejorar para que en la cosecha siguiente su vino pueda merecer el distintivo. Esto los obligaría a estar al tanto de los vinos que hacen todos, y estar seguros que todos cumplen con lo propuesto, más allá de “convivir en el mismo barrio”. Por otro lado, contar como van a hacer para proteger su lugar, como van a sumar voluntades y asociados, y qué esperan en el futuro. Qué vinos ofrecen hoy está claro, no así qué tienen en común. Porque los estilos abundan, y no está mal que así sea. El tema es que en las copas se tiene que empezar a notar cuando un vino es PIPA y cuando no. Por algo se quieren diferenciar. Ahí, degustando los vinos es cuando creo que falta mucho trecho. Porque los vinos de PIPA no están exentos a los demás vinos argentinos. Que van buscando su lugar y su identidad a medida que van aprendiendo. Se sabe que los enólogos y agrónomos se van haciendo camino al vinificar. Hoy se tienen muchas estadísticas del clima de Altamira, pero no se conoce profundamente el suelo, ya que es muy heterogéneo. Es cierto que por el cono aluvional donde se apoya, las piedras están recubiertas con carbonato de calcio. Y eso no hace mejor a los vinos, pero ayuda a las raíces a absorver nutrientes del terruño porque retienen humedad por más tiempo. Son una esponja en donde las raíces de las vides se aferran para poder sobrevivir. Pero esto recién lo están aprendiendo. La variedad que mejor expresa el lugar se cree que es el Malbec, pero no se sabe a ciencia cierta. Sino por ser la variedad más plantada y la de mayor salida comercial. No obstante hay Chardonnay, Bonarda, Cabernet Franc y hasta Cabernet Sauvignon que se dan muy bien en Altamira, y también en el Paraje. El estilo de cada uno puede ser discutible, pero deberían tener un atributo que los atraviese a todos, más allá de la denominación en la etiqueta. Hay hacedores ya consagrados en el equipo de PIPA, y que elaboran vinos en otras zonas, como Alejandro “El Colo” Sejanovich, quien es uno de los que más investigó y conoce la zona. Él fue testigo activo de cómo fue la transición de trabajar para lograr la homogeneidad de los suelos en pos del vino, a pasar a respetar la heterogeneidad de los mismos. Esta variabilidad que permite la zona es lo que más deslumbra a este agrónomo, devenido en uno de los wine makers más exitosos de la argentina. Por su parte, Leonardo Erazo de Alto Las Hormigas destaca que en su bodega siempre se trabajó con Malbec buscando suelos distintos. Así se encontraron con la presencia del carbonato de calcio en Altamira, el mismo que da complejidad en zonas top como Borgoña y Piamonte, y por eso le pusieron mucha atención. Ellos saben que allí está todo por hacerse, pero también que trabajar con la seguridad que existe un potencial es un gran punto de partida. Juan Pelizzatti se anima a más, y lo promueve como un movimiento de resistencia de la comoditización para recuperar un lugar desde la individualidad, más allá de ser el propietario de Chakana, una bodega que se hizo famosa por sus varietales de Agrelo. Está claro que PIPA es un grupo de pequeños productores de Paraje Altamira, dispuestos a mostrar su trabajo desde la viña hasta el liquido embotellado, más allá de las variedades. Por otra parte, es obvio que salir a comunicar y vender eso hoy es muy difícil, y que se pueden optimizar muchos recursos trabajando en conjunto. Eso es muy entendible, pero quizás las necesidades apuraron las cosas. No obstante, con todo lo que hay por hacer, ellos eligieron poner a PIPA en marcha. Ojalá este sea el principio del fin; de convertirse en los Grand Cru de Paraje Altamira. Para más información de PIPA, visitar http://www.parajealtamira.org/ 5 vinos para empezar a entender PIPA Zaha 2012 Bodega Teho, Paraje Altamira A diferencia de los Malbec, en este vino su autor no quiere mostrar las virtudes del varietal, sino un vino. También a partir de una cofermentación de Malbec (con Cabernet Franc y Petit Verdot) pero se suma el Cabernet Sauvignon en un 25%, y esto marca a fuego este tinto. De buena frescura y con taninos muy finos. Un carácter especiado propio que rompe con esa generosidad del Malbec, aportando incluso un dejo salino, que en su final se combina con algo de fruta madura. Un vino joven, que se mantiene fresco y con agarre, pero con un clasicismo que lo distingue. Puntos: 94 Altos Las Hormigas Apelación Paraje AltamiraA 2014 Altos Las Hormigas, Paraje Altamira, Mendoza Ante todo un Malbec, por donde se lo sienta. Compacto y prolijo, con taninos firmes y pulidos. Buena fruta roja para nada sobre actuada, con especias y una agradable frescura. Paladar con fuerza y energía, una muy buena textura con firmeza. Un vino con potencial y fineza. Puntos: 92 Ayni Malbec 2014 Chakana, Paraje Altamira $490 Al respirarlo se nota que sus pretensiones son de vino importante, más allá de su juventud. De aromas compactos que necesitan abrirse en la copa. Paladar franco y carnoso, con taninos bien punzantes. Esto le da a su buen cuerpo una interesante textura, que sumado a su paso fresco, le da carácter propio a este Malbec de altura, con buen potencial de guarda. Puntos: 91 2KM 2014 Finca Beth, Paraje Altamira $395 Segunda edición (2600 botellas)de este blend de Malbec y Cabernet Franc elaborado por Juan Pablo Michelini. De aromas frescos y directos pero no tan expresivos. Acidez sostenida y taninos algo firmes, con un final herbal, tenso y seco. Posee una fuerza refrescante, con fluidez y vivacidad, que le augura un buen potencial en botella. Puntos: 90 Traslapiedra 2015 Traslapiedra, Paraje Altamira $250 Blends de amigos (5) y uvas (4), Malbec (46%), Cabernet Sauvignon (40%), Merlot (10%) y Pinot Noir, original por donde se lo mire. De aromas algo maduros más de vino clásico que moderno. Paladar jugoso y fresco, con taninos de cierto agarre. A su paso despliega buena frescura y tensión, con algo de potencia que asoma en su final. Puntos: 89 Una Respuesta Santiago 07/07/2016 Que bueno!!! Nuestra vitivinicultura necesita mucho de este tipo de acciones y mucho trabajo en esta línea de pensamiento! No se calcifiquen!! No conozco a muchos, pero sé que Juanpi Lupiañez ha trabajado mucho por esto.
Santiago 07/07/2016 Que bueno!!! Nuestra vitivinicultura necesita mucho de este tipo de acciones y mucho trabajo en esta línea de pensamiento! No se calcifiquen!! No conozco a muchos, pero sé que Juanpi Lupiañez ha trabajado mucho por esto.