Con tantos vinos nuevos que surgen a diario y miles de etiquetas por conocer, parece aburrido volver a descorchar un mismo vino, justamente porque lo que más mueve al enófilo es la curiosidad.

Por suerte, cada botella de vino es una historia en si misma, una experiencia siempre diferente. Pero no se trata de tener una memoria sensorial infalible, ya que nadie puede recordar exactamente las sensaciones que le dejó un vino. Sino simplemente volver a disfrutar de un momento, acompañado de un vino que dejó un buen recuerdo en el paladar.

Pero cómo hacen los vinos más famosos, más producidos, más difundidos y más tradicionales para seguir copando la parada, ante la permanente avalancha de novedades. Simple. Proponen una excusa para volver a ser descorchados.

Todos las necesitamos, y no estoy hablando de justificar un momento, sino de la elección de tal o cual etiqueta.

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A la hora de seleccionar cuál descorcharemos se desencadenan un montón de pensamientos. Y claro que hay que tener en cuenta el lugar, la compañía, la comida y el momento en general. Pero para elegir qué etiqueta descorchar hay que tener una excusa.

La primera y más obvia es conocer un vino desconocido. Es fascinante, aunque el resultado no sea el previsto. Hay que recordar que nunca hay que grabarse un vino por una sólo vez, sino hay que darle varias chances hasta ubicarlo en nuestra vinoteca mental.

La variedad suele ser una excusa recurrente, aunque aún no sepamos a ciencia cierta la tipicidad de cada una de ellas. Sólo el Malbec, el Torrontés, el Pinot Noir, el Sauvignon Blanc y algún que otro Chardonnay y Cabernet Sauvignon, la tienen clara. Las demás, hay que seguir explorándolas. Pero a los recuerdos no se los interpela, solo se les hace caso. Por eso el Syrah sigue teniendo sus adeptos, el Cabernet Franc se puso de moda hace un par de años y el Petit Verdot asoma con cierto protagonismo.

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Y si la variedad es compleja, el terruño lo es mucho más. Aunque eso no impide ahondar en una zona. El problema es que hay muchas interpretaciones de un mismo lugar, como así también elaboraciones. Y esto nos lleva a otra de las excusas más utilizadas últimamente; los personajes. Sí, hoy los hacedores son los verdaderos héroes de la película, porque logran conectarse con el consumidor más allá del vino. Sus personalidades tientan a descorchar sus obras. Pero a veces no hay variedades ni personas ni terruños, sino simplemente una marca. Y eso se ve mucho más a fin de año, cuando la gente se junta con la familia, amigos y compañeros de trabajo a celebrar. Las marcas también son una excusa.

Y como dijo recientemente Emilio Garip, alma mater de Oviedo en el festejo de su 30 aniversario, “a los clientes hay que ofrecerles excusas para que vuelvan”. Claro que allí, en su restaurante, la experiencia es integral, y cada comida termina siendo inolvidable. Pero los vinos suelen estar solos al momento de su descorche, y dependen de muchos otros factures para lograr su cometido, ofrecer una excusa para volver a ser descorchados. La calidad ya está fuera de discusión, y las sutiles complejidades del vino solo pueden ser percibidas por muy pocos. ¿Entonces?

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La calve está en su mensaje. El vino debe ser agradable, y a la vez estar a la atura de lo que pide (su precio). No pasar desapercibido por boca como cumpliendo y listo, sino jugársela por dejar una huella. La etiqueta y todo lo que diga debe estar en sintonía y aportar a ese mensaje.

Y después, todo lo que se diga del vino, ya sea desde la bodega como desde el mercado. Los referentes son eso, una referencia que pueden servir de guía. Pero sobre todo aportan a clarificar ese mensaje del vino, cuales son las intenciones del hacedor, cómo es ese hacedor y cuán bien logró plasmar sus intenciones en el vino, etc. En este sentido la publicidad no ayuda tanto porque suelen ser mensajes genéricos y con el fin comercial antepuesto. Pero hoy, con las redes sociales, la comunicación del vino la hacemos entre todos. Y aunque sea más difícil decodificar los mensajes de cada emisor, también generan nuevas excusas para volver a descorchar un vino.

Porque no hay bebida que proponga tantas experiencias diferentes en una sola botella. Dale, hacé tu lista de vinos y excusas.

 

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7 vinos y sus (o mis) excusas para descorcharlos

 

Zuccardi Aluvional Altamira 2013

Zuccardi, Paraje Altamira, Valle de Uco

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Ante todo es un vino muy completo que plasma todas las intenciones que su hacedor, Sebastián Zuccardi, viene persiguiendo hace años. Tiene energía y textura propia, y una profundidad solo digna de los grandes vinos. Un vino increíble pero muy real por donde se lo tome. De buen volumen, con frescura, cuerpo y carnosidad, y con un carácter frutal tenso y refrescante. Es largo, moderno y todavía muy joven, así y todo se las arregla para ofrecer aromas delicados que hablan de presente y futuro, y un paladar a la altura. Tomable y consistente, no sobre actúa en nada. Cuánto hay de lugar y cuánto hay de mano del hombre  acá, es la cuestión a dilucidar. Beber entre 2016 y 2025.

Puntos 96

Excusa: porque este concepto nació con la llegada de Sebastián Zuccardi a la bodega y se empezó a cristalizar en 2007. Ya pasaron varias cosechas y varios terruños, siempre del Valle de Uco, y me sigue pareciendo un vino con un mensaje muy amplio y que se va clarificando con cada cosecha. Y si bien el Finca Piedra Infinita ha causado un mayor impacto, en los Aluvional hay un concepto arrollador, y esta es su mejor versión hasta hoy.

 

Pasionado Malbec 2014

Bodega Andeluna, Gualtallary, Valle de Uco

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Muy buena expresión y agarre, paladar jugoso y tenso. De Malbec moderno pero austero, con tipicidad de zona, y muy buena frescura. Es voluptuoso, franco y con muy buen potencial. Taninos filosos, largo, joven y con buen carácter de frutas rojas y negras, con toque herbal delicado. Lo mejor del vino es su carácter de fruta, diferente a sus antecesores. Más vertical y a la vez con mayor potencial. Beber entre 2016 y 2022.

Puntos 93

Excusa: Este flamante vino propone varias excusas para descorcharlo una y otra vez. Es un Malbec y siempre es buena noticia que surjan nuevos exponentes que suban la vara. También su terruño, Gualtallary, el responsable de los vinos mejor puntuados últimamente por varios periodistas internacionales. Pero hay una más, la dupla. Porque a Manuel González se le sumó Hans Vinding –Diers, el primer enólogo que logró transmitir claramente un mensaje terroirista a través de su vino, el Noemía. Y hoy llega al Valle de Uco con muchas ganas de hacer de las suyas.

 

Montchenot Gran Reserva 15 Años 2000

Bodegas López, Maipú, Mendoza

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Es el vino con más vigencia en el mercado argentino, ya que va por su añada número 50. Y hoy, su versión Gran Reserva es la cosecha del milenio. Un blend tinto en el que manda el Cabernet Sauvignon, acompañado sutilmente del Merlot y del Malbec. Sus secretos son varios, pero la consistencia en las uvas y la elaboración del eterno Carmelo Panela lo distinguen. Aquí los aromas y sabores se unieron en una expresión, profunda y delicada que permite imaginar el pasado. Hay equilibrio y complejidad del tiempo en cada trago. Paladar suave y fresco, demostrando que así, en su estilo, puede perdurar al menos otros quince años más. Se recomienda decantar un par de horas antes de servir.

Puntos 91

Excusa: porque solo los vinos que evolucionan bien pueden llevarnos atrás en el tiempo y disfrutar de los recuerdos que nos generen, ya sea con el vino o con la vida misma. Y el Montchenot, con sus 50 cosechas en el mercado y su consistencia única es el vino ideal para eso. Por eso siempre quiero tener uno a mano.

 

Pulenta Gran Cabernet Sauvignon 2012

Pulenta Estate, Agrelo, Mendoza

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De aromas integrados, entrada en boca clásica pero con paso moderno. Hay fruta negra sin nada de tonos vegetales (piracinas), pero sí especias con cierta madurez de fruta. Taninos incipientes algo firmes, con volumen y frescura, para nada exagerada, y su textura le da profundidad. Está redondo y amable pero también ostenta buen potencial de guarda. Beber entre 2016 y 2020.

Puntos 91

Excusa: porque en un país que se hizo famosos por el Malbec, siempre es una buena noticia que aparezcan los buenos Cabernet Sauvignon, ya que muchos creen en su gran potencial. Y quizás, en el futuro sea también un gran representante de nuestro y se puede medir de igual a igual con los “reyes de burdeos”

 

Luigi Bosca Rosé 2016

Luigi Bosca, Barrancas, Maipú

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Sin dudas fue el vino que sacudió al 2015. Hoy, ya son varios que siguen su línea, más allá que sigue siendo sumamente original desde el viñedo. Ya que la combinación de Pinot Gris y Syrah sigue siendo única. Hay estructura y tensión, no es un rosado para beber muy frío ya que tiene una expresión frutal muy sutil. De paladar franco, con cierto agarre y un carácter interesante, potenciado por las características particulares de la cosecha 2016. Beber entre 2016 y 2017.

Puntos 90,5

Excusa: porque fue el primero que se animó a patear el tablero de los vinos rosados y demostrar que también se pueden hacer grandes vinos de ese color, y con ese método. Por suerte empiezan a aparecer varios y mejorar muchos otros. Y su especialidad es derribar mitos, sobre todo de los invitados que se sorprenden a degustar un rosado elegante y complejo.

 

RD Sauvignon Blanc 2016

Tacuil, Tacuil, Altos Valles Calchaquíes

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Hace muchos años llegó por casualidad a Tacuil, ya que el Torrontés no lograba madurar bien todos los años. Así empezó la historia de este banco que promete mucha capítulos. Es un varietal con tipicidad indiscutida, pero también con carácter. Hay fuerza y volumen, con buena frescura y dejos verdes (arvejas) y notas de frutas blancas. No es muy  profundo peor por su acidez y estructura demuestra potencial de guarda, más allá de su gran actualidad.

Puntos 90

Excusa: Este varietal y en los Altos Valles Salteños me parece el último gran hallazgo vitivinícola de nuestro país. Un vino que nació para suplir al Torrontés en aquellos lugares donde no se daba bien su madurez, y que tiene una personalidad propia que se puede percibir claramente en los pocos exponentes que existen hoy. Y estoy seguro que se irán multiplicando sin preocuparse por causar furor o ponerse de moda.

 

Clos de los Siete 2014

Clos de los Siete, Vista Flores, Valle de Uco

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Es la 13r a cosecha consecutiva de este vino que inspiró uno de los proyectos vitivinícolas más imponentes del mundo. Un blend a base de Malbec como siempre, y con un concepto muy bien definido desde el campo por Michel Rolland. De aromas equilibrados y buena fluidez, con la madera que se siente muy presente por el momento, pero que por su cuerpo seguro se va a ir integrando con los meses. Llena la boca con expresión frutal y frescura, también con especias y taninos vivaces, que lo hacen muy versátil para la mesa, Beber entre 2016 y 2018.

Puntos 89

Excusa: No sólo quiero degustarlo cada vez que sale una nueva cosecha (desde 2002 ya van 13), sino que suele aprovecharme de su versatilidad. Un vino que da mucho por lo que pide y carga con un mensaje imponente. Porque el proyecto por el cual nació este vino es uno de los grandes responsables del despegue del vino argentino, junto a su “padre” (Michel Rolland). Claro que hay cientos de vinos mejores, pero Clos de los Siete hay uno sólo, y por suerte se hacen casi un millón de botellas que giran alrededor del mundo.

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