Experiencia La Cabrera Fabricio Portelli 05/10/2014 Gastronomía, Notas, Restós 1542 Hace tiempo conocí a Gastón, era uno de los integrantes de un grupo de amigos con los que frecuentaba a mediados de los 90. El ya estaba detrás de los fuegos, pero no se lucía; evidentemente se estaba preparando. Muchos años pasaron de aquel debut a los quince años en Don Juan, hoy Gastón Riveira es reconocido como uno de los grandes cocineros argentinos. Y si bien se lo quiere encasillar en “la parrilla”, él ha demostrado que su creatividad está al servicio de nuestras carnes. Hace poco obtuvo el puesto 17, entre los mejores 50 restaurantes Latinoamericanos (http://www.theworlds50best.com/latinamerica/en/the-list/11-20/La-Cabrera.html), y a decir verdad, eso ha generado un poco de revuelo, para todos lados. Estamos los que lo reconocemos, y están los que no entienden como una parrilla de Buenos Aires, ha escalado tan alto, y desconfían. Evidentemente hace mucho que no pasan por La Cabrera, que hoy ya tiene tres propuestas diferentes a menos de 100 metros de distancia de la concurrida esquina de Thames y Cabrera. Fuimos invitados a celebrar dicho logro, y sinceramente se come genial. La propuesta es contundente, atractiva, entretenida, innovadora, muy rica y sustanciosa. No se puede pedir más. Quizás los puristas se quejen del bullicio permanente de los turistas que coparon la parada, o de los cumpleaños que día a día se celebran allí. Es cierto que el ambiente es cargado, pero todo está pensado. La vaca reflejada en la pared que te va mostrando corte a corte es un ejemplo. Gastón hace escuela, a medida que avanza a pasos agigantados. Las carnes salen en el punto deseado, todo es abundante y siempre decorado con guarniciones para todos los gustos, desde casuelitas bien gourmet hasta clásicos de clásicos. Todo los cortes imaginables, carnes maduradas, como el lomo madurado 26 días que ostenta una textura admirable. Y lo último: preparaciones sofisticadas. Además, se las ha ingeniado para sorprender en la mesa, pensando siempre a favor del comensal. Una servilleta con forma de pastilla DRF que se hidrata con agua hirviendo para lavarse las manos, como hacen los japoneses. Guantes de látex lilas para agarrar las costillitas de cerdo y saborearlas a pleno. Los postres son tan contundentes como las carnes. Y el servicio, está a la altura d ella propuesta. Mozos con oficio, que saben guiar; y a pesar de la gran concurrencia (siempre explota), se las ingenian muy bien para ser efectivos. La propuesta de vinos quizás no está a la altura de la propuesta gastronómica, al menos en lo que respecta a diversidad. Sion embargo, Gastón ya puso manos a la obra y contactó a la sommelier Paz Levinson para que seleccionara las etiquetas más representativas de nuestro país. La Cabrera, es sin dudas, una parrilla única, aunque cueste creerlo. Porque la experiencia es diferente. Festeje Gastón, que se lo merece.