El concepto de terroir es muy claro, pero la precisión la da la mano del hombre. Porque un lugar especial y su clima, precisan de una variedad (o en algunos casos muy puntuales algunas pocas más) para ser revelados. Pero son el aprendizaje, la paciencia, la visión y la consistencia del hacedor los elementos que terminan de consolidar a un lugar vitícola como un terroir. No hay terroirs malos, simplemente porque en lugares donde no se da bien la uva no se podrán producir vinos, pero nunca trascender a partir de su paisaje, geografía o clima. En otras palabras, el terroir se expresa cuando se dan muchas cosas a lo largo del tiempo. Y no tiene nada que ver con el estilo del o los vinos producidos, aunque si con su calidad.

El enólogo Pablo Richardi llegó a Flechas de los Andes cuando estaba naciendo, no él sino la bodega. Allí, dentro del campo del Clos de los Siete y entre los convocados originalmente por Michel Rolland, estaban el Baron Benjamin de Rothschild (ya fallecido) y Laurent Dassault; ambos personajes muy prestigiosos de Francia; que decidieron compartir su camino de búsqueda de un gran terroir al pie de los Andes. Así, ambas familias concretaron el deseo de producir vinos argentinos de excelencia, que se sumaron a sus bodegas en Burdeos, como Château Dassault (Saint Emilion Grand Cru) y Château Clarke (Cru Bourgeois ubicado en la AOC Listrac-Médoc).

La bodega Flechas de los Andes fue construida en 2003 y fue la segunda en ser inaugurada en el campo; después de Monteviejo; en plena vendimia 2004. Pablo cumple 20 vendimias este año al frente de la bodega. Al principio muy secundado por Michel Rolland, como asesor de la casa, y por sus “vecinos” y amigos Marcelo Pelleriti (Monteviejo) y Adrián Manchón (Cuvelier Los Andes). Pero con el tiempo, y la confianza de los propietarios, fue encontrando el estilo de sus vinos de alta gama para larga guarda. Y desde el 2010, cuando la bodega decide abrirse del Clos de los Siete; simplemente para poder contar con el 100% de su uva; Pablo toma todas las decisiones vitivinícolas en la bodega.

Los viñedos rodean a la bodega, ¿Vista Flores, Campo de los Andes, Los Chacayes? El nombre no importa tanto como sus condiciones de terroir único, beneficiado por un clima seco, moderado por la altura. Pero el lugar se tiene que mostrar en las copas, y para ello es necesario un vino que pueda trascender el tiempo y se consagre. Seguro de su Flechas de los Andes Gran Corte, hace algunos meses, Pablo Richardi organizó la degustación vertical del Flechas en la vinoteca Terroir de Puerto Madero. Allí se degustaron las cosechas 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015 y 2017, a media mañana y en condiciones óptimas.

Pero el objetivo de Pablo iba más allá, porque él sabe que posee un gran terroir. Ahora, quería demostrar la capacidad de guarda del vino ícono de la casa y, sobre todo, generar una guía para el consumidor que pudiera orientarlo en el estado actual de cada añada, con una sugerencia de guarda o descorche según el caso. Esto que no existe en la Argentina, es muy común en Francia, dado que muchas personas acostumbran a guardar vinos. Y si bien acá no son tantos, se sabe que el Flechas de los Andes Gran Corte es un vino ideal para guardar e ir descubriendo con el paso de los años. En definitiva, es un noble servicio que inaugura Flechas de los Andes para sus consumidores.

El prestigio de trascender en el tiempo

Los grandes vinos primero se sueñan, luego se piensan y desean, y después se trabajan mucho. No obstante, la consagración de una etiqueta va mucho más allá de las intenciones de sus creadores; bodegueros, enólogos y agrónomos; porque es el paso del tiempo el que define el alcance de su grandeza. En Flechas de los Andes, tanto sus propietarios como Pablo Richardi; enólogo desde el primer día; han decidido realizar cada dos o tres años una degustación vertical de su Gran Corte, el vino ícono de la bodega para ir evaluando su evolución y sacar conclusiones de cara al futuro de dicho vino.

En esta ocasión, la idea fue poner foco en 10 añadas que aún se encuentran disponibles en el mercado (nacional e internacional) y, seguramente, en las cavas de muchos amantes del buen vino. Y así como hacen los chateaux más prestigiosos de Burdeos, ofrecer esa información para recomendar la continuidad de la guarda o su descorche, de acuerdo al estado de evolución del vino. Es decir, brindar un servicio de cómo están sus vinos más añejos.

¿El tiempo mejora el vino?

Es difícil ser tan categórico en la respuesta, aunque es evidente que en general el tiempo no hace mejor a los vinos, porque la mayoría no se conciben para ser longevos, y solo los grandes vinos pueden trascender años y hasta décadas, sin que ello implique una mejora cualitativa. Es cierto que, si un vino importante llega al mercado en su etapa de crecimiento, con un cuerpo vibrante y muy expresivo, la estiba en botella permitirá a sus componentes acomodarse. Pero ese equilibrio no necesariamente puede sentirse como una mejor calidad. Aunque es cierto que, para muchos, la evolución en botella les aporta a los vinos nuevos matices, aromas y sabores complejos que solo el tiempo otorga. El tema es que el vino pueda mantenerse vivo ostentando atributos que lo hicieron grande. Y acá es donde el tema se vuelve polémico, porque no se trata de sobrevivir sino de vivir. Es decir, muchos vinos pueden sobrevivir al paso del tiempo gracias a su acidez, grado alcohólico y estructura tánica. Sin embargo, eso no les garantiza ser más que bebibles por más años que hayan pasado desde su cosecha. Pero hay vinos que, luego de haber dejado atrás su etapa juvenil, se mantienen enteros y vivaces, armónicos, expresivos y con las sutilezas que brindan los años, y eso en el paladar se convierte en sensaciones inolvidables.

Del Flechas de los Andes Gran Corte

El Flechas de los Andes Gran Corte es uno de los grandes vinos argentinos. Y, como pocos, nunca persiguió la moda. Obviamente por ser de acá, el Malbec siempre estuvo pensado como la base, pero ya desde la plantación del viñedo se apostó a varias uvas para que fueran sus compañeras. El tiempo y la mano del enólogo hicieron el resto, pero sin apuro. La idea original nunca se traicionó por las ventas. Por lo tanto, es de los pocos vinos argentinos que se concibieron y desarrollaron, llegando a consagrarse, sin experimentar tantos cambios. Y esto es lo que permite sacar conclusiones contundentes en una degustación vertical, porque hay un hilo conductor muy fuerte entre la primera y la última añada elaborada. El lugar, el hacedor y la visión de los propietarios es la misma desde el nacimiento de la bodega. Los cambios fueron sutilezas aprendidas in situ por Pablo Richardi, que fue implementando con la intención que se notaran lo menos posible.

Está claro que, a este nivel de vinos, el clima del año influye mucho en el viñedo y en las uvas, es por ello que la información estadística es clave, porque en base a ella el enólogo decide todos los trabajos vitícolas, incluyendo el más importante, determinar el punto de cosecha. Ese aprendizaje se va plasmando con la experiencia del viñedo y del hacedor en la viña, con plantas más equilibradas y un mayor know how. Todo confluye en el próximo vino, por eso lo más importante para alcanzar el prestigio de una etiqueta es mantener el concepto original intentando mejorar la calidad año tras año. El Gran Corte siempre fue un vino con buen cuerpo, fruta madura y la mejor crianza en madera. Hoy, mantiene la concentración de su cuerpo con menos peso y más expresión, la fruta es madura, pero con mayor frescura, y la madera quizás esté más presente pero menos perceptible al paladar.

La degustación vertical

Los gustos son indiscutibles, hay consumidores que privilegian los vinos suaves y con sabores maderizados, mientras otros destacan más el carácter de la fruta y la armonía de aromas y sabores. No obstante, todos se ponen de acuerdo frente a un gran vino, porque más allá de las preferencias individuales, la calidad se percibe. Y más la gran calidad. Degustar en un momento determinado varios ejemplares de un mismo vino, pero de diferentes añadas, permite sacar conclusiones muy importantes. No solo de la evolución de una botella en particular, sino de una historia. Una historia vínica que es continua, porque más allá de la sucesión de cosechas, cada añada embotellada sigue creciendo y aportando nuevos episodios. Eso es lo más lindo del vino, que sigue vivo en las cavas de los consumidores y eso permite vivir experiencias únicas.

Una botella guardada puede simbolizar mucho más que un buen vino con muchos años. Compartirla es valorar y respetar a los invitados, descorcharla puede sellar un momento inolvidable, ya sea para conmemorar algo o simplemente para lucirse en la mesa. Y servirla es sentir el vino en otra dimensión. Porque, así como Dom Pérignon dijo “estar bebiendo estrellas” cuando descubrió el Champagne, un gran vino con algunos años de estiba hace viajar en el tiempo y sentir sensaciones únicas, diferentes a los demás vinos.

Se degustaron las añadas 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015 y 2017 (2016 no hubo). Quedaron afuera las primeras cosechas por estar agotadas más allá que quizás alguien tenga atesorada aún alguna botella; la fundacional 2004 blend de Malbec y Merlot, la 2005 a base de Malbec y Cabernet Sauvignon, y la 2006 un blend con gran protagonismo de Malbec.

El orden de los diez vinos fue de atrás para adelante, es decir del más antiguo al más actual. La temperatura y las condiciones de cata fueron ideales, ya que los vinos se degustaron a las 11 de la mañana en una exclusiva sala de degustación, con presencia del enólogo e invitados especiales.

Cada vino tiene su nota de cata y recomendación de guarda, teniendo en cuenta que todo vino que sale al mercado está para descorchar, aunque no todos evolucionan igual con la estiba. Los vinos no tienen puntaje porque no es justo comparar entre sí desde el punto de vista cualitativo vinos con tantos años de diferencia. Además, se acompañan comentarios descriptivos de Pablo Richardi sobre los vinos y los aspectos vitivinícolas más salientes de cada añada. Si se detalla al final un orden de preferencia.

Cata Flechas de los Andes Gran Corte

Vino 1

Flechas de los Andes Gran Corte 2007

Aspecto brillante con leve tonalidad opalescente, reflejos rubí y teja. Aromas limpios, intensos y delicados, con evidentes notas de evolución. Hay madera, cuero y especias secas perfumadas. También algo de frutas pasas y tierra mojada; todo de la crianza.

Mantiene una muy buena frescura y un paso consistente, texturas mordientes que resaltan los dejos licorosos, con toques de humo negro, tierra mojada y un final persistente, con notas de crianza, cuero y boiserie.

Nota: Si bien es un vino que sorprende por la limpieza de sus expresiones, ya no va a ganar más atributos con la guarda, aunque así se puede llegar a mantener entre 3 y 5 años más. Descorchar entre 2023 y 2025.

Pablo Richardi: “La 2007, como la 2011, estuvo marcada por una fuerte granizada, y se perdió el 30% de la cosecha. Es por ello que ese año se usaron cuadros (parcelas) alternativos para el Gran Corte, haciendo raleos intensos, tratando de recuperar las plantas para alcanzar la calidad deseada al momento de la cosecha. El vino está impecable, la estructura tánica no tiene nada que ver con la del 2017. Este es un vino muy apoyado en los taninos, eran vinos muy concentrados porque los taninos son antioxidantes y permiten la guarda”.

Vino 2

Flechas de los Andes Gran Corte 2008

Aspecto brillante y profundo, con tonalidad rubí. Aromas limpios y delicados que remiten a frutas negras y tierra mojada. No hay tantas notas de evolución, pero si mucha delicadeza en su expresión. Paladar fluido y no muy concentrado, con taninos incipientes, paladar fresco, con fruta madura, especias y algo de humo. Muy franco y voluptuoso, se perciben regaliz y especias. Todavía con muy buen agarre y hasta tensión, y en su final persistente aparecen dejos ahumados.

Nota: Si bien su mejor momento ya pasó, hay más vida por delante en este vino que puede seguir evolucionando y ganando más elegancia. Descorchar o guardar hasta 2028.

Pablo Richardi: “El 2008 fue un año frío, eso explica que el vino sea más largo y posea una mejor acidez, hay más mineralidad”.

Vino 3

Flechas de los Andes Gran Corte 2009

Aspecto rubí profundo con leve opalescencia. Aromas limpios y poco intensos, con leves dejos herbales delicados y de frutas negras, sin tantas notas de evolución, también algo de tierra mojada. Paladar fluido sin mucha fuerza en su mensaje, con notas de evolución, pero manteniendo buena fruta y una acidez sostenida que resaltan sus taninos. De trago poco profundo y un final que combina evolución y fruta.

Nota: Si bien tardó en abrirse, no demostró tener la consistencia para seguir evolucionando favorablemente con la guarda, aunque así se puede mantener un par de años más. Descorchar.

Pablo Richardi: “2009 fue un año muy caliente, sobre todo en enero y marzo, tanto que se vino la cosecha encima. Es un año más maduro con vinos menos expresivos, de baja acidez. El vino es menos largo y con leves gustos amargos por la evolución, típica de los años cálidos. De alguna manera ese carácter más licoroso resulta más argentino”.

Vino 4

Flechas de los Andes Gran Corte 2010

Aspecto rubí profundo y brillante. Aromas equilibrados con notas de frutas negras y especias. Hay cierta madurez, pero sin una evolución marcada. Paladar fluido, con taninos incipientes y vivaces, paladar franco y fresco, con buena fruta madura y dejos especiados. De buen cuerpo y paso amable, con taninos incipientes y un final persistente, apenas ahumado.

Nota: Tiene más vida por delante, solo debe mantener su equilibrio y con los años irá desarrollando más complejidad. Descorchar o guardar hasta 2025.

Pablo Richardi: “A nivel climático, fue una añada parecida a la 2007, fresca y con producciones normales. Hubo algo de corrimientos en los Malbec, pero un otoño bastante largo y seco. Esto nos permitió lograr vinos frescos con dejos de mineralidad”.

Vino 5

Flechas de los Andes Gran Corte 2011

Aspecto rubí profundo, brillante y con buena concentración. Aromas limpios y poco intensos, delicados, con algo de frutas negras y leves dejos lácticos propios de una crianza en barricas nuevas, con algo de incienso y tabaco. Es carnoso y con taninos incipientes que otorgan un buen agarre. Paladar fluido y consistente, con fuerza y frescura, taninos finos pero firmes, con leves dejos herbales. Sobre el final persistente ganan la fruta negra y los ahumados suaves de la crianza.

Nota: Este vino con diez años demuestra que aún está vivo y tiene buen potencial ya que la evolución ni empezó a asomar, más allá de poder llegar a desarrollar más complejidad. Descorchar o guardar hasta 2026.

Pablo Richardi: “En 2011 tuvimos una gran granizada, y tuvimos que usar la madera como soporte. Los gustos amargos salían sin macerar mucho, por eso hicimos vinos con menos peso, pero de gran nariz, incorporando barricas nuevas y algunas diferentes que aportaron algo de resina. Son vinos de boca firme y casi secante, pero vigente”.

Vino 6

Flechas de los Andes Gran Corte 2012

Aspecto rubí profundo con brillo y buena concentración. Aromas limpios y delicados, pero poco expresivos, con leves dejos afrutados muy sutiles a frutas negras.

Paladar de buen volumen y frescura, con agarre y leves dejos herbales, con notas de frutas negras. De trago fluido y consistente, con texturas vivaces y dejos licorosos que persisten sobre el final.

Nota: Si bien no se muestra muy complejo, ostenta un gran equilibrio y tiene u buen potencial de guarda. Descorchar o guardar hasta 2027.

Pablo Richardi: “Junto con el 2008 y el 2010, el 2012 es de los que más me gustó. En esa añada la helada de Octubre (2011) marcó la producción, aunque terminó siendo un raleo natural y llegamos con plantas equilibradas al momento de cosecha. Es el vino que más me gusta pata tomar hoy, y además se siente menos madera”.

Vino 7

Flechas de los Andes Gran Corte 2013

Aspecto rubí profundo y brillante, con muy buena concentración. Aromas limpios y delicados, con leves dejos de futas maduras, algo de pasas, ahumados y licorosos.

Buen volumen y frescura, con agarre fino y tenso, muy apoyado en sus taninos y con leves dejos de evolución.

Nota: Se nota que es un vino con buen potencial, pero más por texturas que por sus expresiones que ya muestran notas terciarias, típicas de la evolución. Descorchar o guardar hasta 2027.

Pablo Richardi: “Acá hay tres cosechas calientes, la 2006, la 2009 y esta 2013. Fue un año récord de producción en Argentina, cantidad con calidad. Cosechar en marzo era un pecado y esperamos demasiado, no como en 2020 que fue un año caliente, pero se cosechó antes. Siento notas licorosas y de moka en nariz. No es el más expresivo, pero tiene mucha concentración de taninos, por eso es un vino muy vigente y actual”.

Vino 8

Flechas de los Andes Gran Corte 2014

Aspecto rubí no tan profundo, brillante y algo concentrado. Aromas limpios, no muy expresivos, con leves dejos frutados y lácticos. Buen volumen y frescura, con cierta concentración. Compacto y de carácter frutal, con dejos lácticos y texturas firmes pero amables que aportan persistencia. Se nota que hay un cambio en el carácter del vino.

Nota: Necesita tiempo en la copa para abrirse bien, con buen potencial por texturas y fuerza, aunque se muestra compacto aún en sus expresiones. Descorchar o guardar hasta 2029.

Pablo Richardi: “Me gustó mucho como el 2012, porque siento el equilibrio entre la fruta y la madera. Acá el estilo ya estaba más definido, aunque no ayudaron mucho los años, pero lo recuperamos en 2017 y 2018. Acá hay un juego de acidez y frescura, con buen equilibrio del vino, algo floral y de mineralidad (piedra de afilar mojada) del terroir. Disminuimos la madera para que aparezca el terroir sin una concentración tánica”.

Vino 9

Flechas de los Andes Gran Corte 2015

Aspecto rubí no tan profundo y brillante, con reflejos violáceos. Aromas limpios y compactos, delicados y no muy expresivos, con leves dejos frutados y ahumados, con notas de crianza reciente. De buen volumen y frescura, trago consistente y paladar franco. Es compacto con músculo y buen carácter, y taninos finos pero firmes. Todavía joven y fresco, de trago consistente y fluido.

Nota: Muy en línea con el 2014, tiene muy buen potencial, por texturas y fuerza, aunque todavía se muestra compacto en sus expresiones. Descorchar o guardar hasta 2030.

Pablo Richardi: “Fue un año complicado, se murieron todos los Cabernet Franc porque es una de las variedades que no le gusta el frio. Por eso hay mucho Malbec en el corte. El gran cambio que empezó en 2014 se nota acá. Dejamos grandes vinos en acero inoxidable, una parte en barricas y otra en foudre. Se hicieron 6000 botellas. Empiezo a ver cosas en la concentración y la densidad, pero sin tanta estructura, mucho centro de boca y untuosidad. Es un vino más moderno, influenciado por el año. Quizás un estilo más italiano que francés.

Vino 10

Flechas de los Andes Gran Corte 2017

Aspecto rubí profundo y brillante, concentrado con reflejos violáceos. Aromas limpios y compactos, delicados, con leves dejos frutados (frutas negras), hierbas secas y toque ahumado. Buen volumen con frescura, de trago fluido pero compacto en sus expresiones. Hay ataque con expresión y agarre, pero todavía vibrante. Se lo nota joven, con la frescura sostenida y un carácter muy especiado que aporta cierta profundidad en el final de boca.

Nota: Joven y con cierto potencial, pero hay que esperar a que gane consistencia y armonía en su paso por boca. Descorchar entre 2023 y 2027.

Pablo Richardi: “Fue un año fresco para Mendoza, sin lluvias, pero no fue un año vistoso. Para mí es el mejor, acá hay mucho Cabernet Franc, que lo vengo usando desde la 2007, fuimos de los primeros en usar este varietal en un vino top. Este vino tiene balance, con madera en segundo plano y mucha fruta. Le falta botella, tiene todo para crecer, estructura y acidez”.

Preferencias del Panel de Cata:

  1. 2008
  2. 2014
  3. 2015
  4. 2013
  5. 2011
  6. 2012
  7. 2017
  8. 2010
  9. 2007
  10. 2009

DESCRIPCIÓN DE LAS AÑADAS EN BODEGA FLECHAS DE LOS ANDES

Cosecha 2002: fue un año normal desde el punto de vista climatológico. Al ser primer cosecha, con rendimientos promedios de 3.000 a 5.000 kg por hectárea según la variedad, se comenzó con la variedad Merlot el 4 de marzo y se terminó con la variedad la primera semana de abril.

Cosecha 2003: fue caracterizada por una primera fresca y un verano muy caluroso. Los días 29, 30 y 31 de enero figuran como los días récords respecto a la temperatura máxima, llegando a 43,4 grados. Las plantas sufrieron el stress lógico por la alta temperatura. Se adelantó bastante la cosecha, aproximadamente entre 1 semana y 10 días. Fue un año de baja producción.

Cosecha 2004: Si bien el año fue normal desde el punto de vista climatológico, el final de la primavera y el verano se caracterizó por la presencia de varios vientos zondas que disminuyeron considerablemente la canopia. Si bien los racimos quedaron más expuestos que lo que se dejan normalmente, la calidad de la uva fue excelente. Ése año tuvimos el primer granizo importante en enero que castigó fundamentalmente a Mariflor y los viñedos de Alta Vista. Fue un año de producción normal.

Cosecha 2005: Fue un año muy con primavera y verano fresco. El fin de verano y el otoño se caracterizó por gran cantidad de precipitaciones y muchos días nublados y frescos. Fue una cosecha muy tardía (gran parte de los Cabernet y Syrah se cosecharon en mayo). Fue un año de gran producción.

Cosecha 2006: Fue un año de altas temperaturas sobre todo en diciembre y en enero. Los viñedos sufrieron mucho, a tal punto que hubo deshidratación en gran parte de las variedades. Fue un año de cosecha temprana y de muy baja producción.

Cosecha 2007 y 2008: fueron más bien años frescos, con la diferencia que en 2007 cayo granizo en el campo. En 2008 se obtuvieron vinos elegantes.

Cosecha 2009: fue otro año de mucho calor, pero sin grandes efectos sobre la producción. Primavera fresca, buen cuaje, buena madurez.

Cosecha 2010: fue parecido a 2007, un año fresco con producciones normales. Hubo algo de corrimientos en los Malbec, pero un otoño bastante largo y seco.

Cosecha 2011: fue el año que hubo una gran granizada en el campo, afectando gran parte de los viñedos de Flechas, Alta Vista, Monteviejo, entre otros.

Cosecha 2012: El año fue caracterizado por una helada importante ocurrida en noviembre de 2011, que afectó gran parte de los viñedos. Baja producción por mal cuaje y daños de frío, pero un verano y otoño normal en cuanto a clima.

Cosecha 2013: Fue un año normal con alta producción en la provincia.

Cosecha 2015: La temporada estuvo caracterizada por una primavera fresca, con heladas y nieve el 21 de setiembre, un verano muy cálido, pero con un final de verano y otoño muy lluvioso. Desde mediados de febrero hasta mediados de marzo, llovieron más de 200 milímetros. La cosecha se atrasó un poco y hubo problemas sanitarios en la provincia al final de la temporada. Hubo muy baja producción en las variedades tempranas y blancas.

Cosecha 2016: Temporada caracterizada por la presencia del niño. Prácticamente llovió durante toda la temporada de crecimiento, desde octubre hasta cosecha. En Clos los registros de precipitaciones superaron los 600 mm desde el 1 de octubre de 2015 al 1 de mayo de 2016. Fue un año de muy baja producción, la peor en Mendoza desde que se tiene registro de kilogramos por año. Hubo mucho daño de peronóspora y botritis en variedades de racimos apretados y en variedades tardías. El otoño fue fresco y lluvioso y la fecha de cosecha atrasada entre 1 semana y 10 días respecto a un año normal.

Cosecha 2017: Una temporada excepcional en cuanta a sanidad, calidad y madurez polifenólica. Los meses de enero, febrero y marzo fueron muy secos. La producción fue muy baja a causa de 2 heladas tardías ocurridas en 21 y 31 de octubre, lo que produjo un problema de cuaje serio en el Malbec, más allá del daño directo en variedades tempranas. Fue la segunda peor cosecha de la historia en cuanto a rendimientos, pero excelente en cuanto a calidad. Hubo un adelanto de la fecha de cosecha entre 7 y 10 días respecto a la fecha de cosecha normal.

Cosecha 2018: Fue un invierno, típico mendocino con una gran amplitud térmica, varios días con mínimas bajo cero en los meses de junio y julio y sobre todo muy bajas precipitaciones durante todo el invierno y el inicio de la primavera. Hubo una helada el 13 de octubre, pero en general no produjo reducciones importantes de cosecha, pero hubo un retraso en el crecimiento de los brotes. El resto de la primavera e inicio de verano, fueron totalmente típicos comparados con un año normal, con escasas precipitaciones, a excepción de las últimas semanas de diciembre donde hubo precipitaciones cercanas a los 60 mm. No hubo en la zona gran incidencia de los vientos zondas que fueron característicos en años anteriores. Los meses de enero, febrero y marzo fueron muy secos, prácticamente sin precipitaciones, condición que continuó durante toda la cosecha. Se produjo un adelantamiento del envero de alrededor de 1 semana y el mismo se caracterizó por ser muy concentrado, esto es, de pocos días de duración. En general se registraron días cálidos y en general noches frescas, con amplitudes térmicas de entre 16 y 20 °C, situación que favoreció la producción de antocianos y polifenoles en variedades tintas, además de una muy buena maduración de taninos del hollejo y de las semillas. Todos estos factores han hecho la calidad de la cosecha 2018 haya sido una de las mejores de los últimos años, al igual que la cosecha 2017. Con respecto a la fecha de cosecha hubo un adelanto en el punto enológico de cosecha, sobre todo en variedades tintas, lo que llevó a cosechar entre 7 y 15 días antes que en años normales.

Cosecha 2019: Arrancamos con un invierno y un inicio de primavera muy seco. La brotación fue con un atraso de aproximadamente de 1 semana respecto a la media, en la mayoría de las variedades. La brotación fue muy pareja y hacia fin de octubre, tuvimos una semana de bajas temperaturas que, si bien no produjo daños directos de helada sobre brotes, produjo una leve disminución en el cuaje, que se notó hacia cosecha con racimos sueltos y más livianos, en todas las variedades y especialmente en los Malbec, que en la zona del Valle de Uco, produjeron entre un 8 y un 15 % menos. El verano se desarrolló seco, con mucho calor y caracterizado por mínimas altas (Cercanas a los 20 grados) sobre todo en los meses de febrero y marzo. La época de madurez se caracterizó por un clima excelente (seco, cálido y con alta amplitud térmica) lo que hizo que tuviésemos una muy buena madurez polifenólica y una excelente calidad en todas las variedades. El otoño ha sido muy largo y sin heladas tempranas (aún al día de hoy) lo que permite que todavía se vean las canopias con coloraciones típicas de otoño en todas las variedades.

Cosecha 2020: Es una vendimia atípica por donde se lo mire, desde lo climático ha sido un año diferente. Las altas temperaturas de enero marcan el estilo de este año. A pesar de tener temperaturas altas no tan extremas, la particularidad es tener temperaturas mínimas más elevadas. Esto produce una disminución de la amplitud térmica y adelanta la madures de los azucares. Sumado a esto, el mes de febrero fue más seco de lo normal y finalmente la madurez fue muy precoz. 2020 ha sido la cosecha más temprana en los últimos 50 años, y por supuesto la más anticipada para FDA que inicio sus vinos en 2004. Pero debemos recordar que el clima mendocino es seco y cálido, esto es lo que destaca al Malbec en este terroir. El Malbec se adapta perfectamente al clima cálido, formando pieles gruesas, repletas de taninos y antocianos. Estos componentes son la base del color, sabor y la intensidad de nuestros vinos. Al ser una cosecha más temprana adaptamos nuestra vinificación, con maceraciones más cortas y así lograr vinos de buena estructura, pero a la vez suaves y elegantes. Estamos muy contentos con la calidad de los vinos, que tendrán una expresión muy Argentina. No hay mal que por bien no venga, esta vendimia precoz, nos permitió poder terminar la vendimia antes de las restricciones del COVID 19. ¡¡¡Salvaguardando así la salud de todo nuestro equipo, prioridad!!! Sin arriesgar calidad en nuestros vinos.

Cosecha 2021: La vendimia 2021 ha tenido una excelente calidad. En los inicios, cuando brota la viña y hasta finales del envero, el clima en Mendoza fue un poco más seco de lo habitual, lo que dio origen a uvas muy sanas. En general, el año 2020 fue muy cálido y seco. Pero en los inicios del 2021, cuando comenzó el envero, el clima fue fresco y algo húmedo, lo cual permitió una madurez sostenida. Durante el mes de febrero hubo precipitaciones frecuentes, continuando así una madurez lenta y constante de taninos y azúcares. Esto permitió dar inicio a las primeras cosechas el 22 de marzo, logrando vinos de gran color, buena acidez y mucha frescura. Dadas las condiciones, el plan de la vendimia fue esperar y cosechar de manera paulatina, para así obtener un abanico de diferentes perfiles: desde vinos más tensos, filosos y elegantes hasta vinos untuosos y de buena sucrosidad. En general, los vinos de 2021 serán de tenor alcohólico moderado, mucha frescura y fluidez. Esta madurez lenta y paulatina otorga vinos con mayor concentración de ácido málico, teniendo la fermentación maloláctica un gran protagonismo en el balance final de los vinos. Destacamos una vez más la importancia de nuestro terroir con un perfil pedregoso y de gran escurrimiento, que permitió a nuestras plantas y uvas soportar la presión de Botrytis en un final de madurez algo más lluvioso de lo normal. Estamos muy contentos con la calidad de los Malbec y Cabernet Franc. Definitivamente, la vendimia 2021 ha sido la cuna de grandes vinos mendocinos.

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.