Aprendiendo a respirar el vino Fabricio Portelli 21/11/2021 Notas, Vinos Notas 885 LLegó la nueva caja “La Nariz Aromas del Vino” de Formate sommeliers, una herramienta fundamental para formarse en la degustación profesional. Son 32 escencias que representan los caracteres organolépticos más representativos en los vnos. Degustar un vino es muy fácil, significa beberlo conscientemente pensando en lo que se está haciendo. Y los tres pasos básicos de la cata son conocidos; vista, olfato y gusto. Pero el más importante y a la vez el menos utilizado por el consumidor es el olfato. Respirar el vino es fundamental decía Brascó; olerlo con ganas, sentirlo. Porque a diferencia del agua, el vino tiene muchos aromas que, sumados a los gustos, conforman los sabores. Es por ello que el olfato pasa a ser el sentido más importante. Es cierto que las intensidades varían, al igual que las calidades. Un vino que expresa muchas cosas desde el vamos, por lo general es agradable. En cambio, uno que susurra y que va soltando cositas de a poco, puede llegar a resultar más interesante. Equilibrio, profundidad y nitidez son atributos tan valorables como cualquier descriptor organoléptico (frutas, flores, especias, roble, etc.). Y tanto para el consumidor aficionado como para el sommelier y el aspirante a sommelier, “Los aromas del vino” es una herramienta fundamental para formar la propia opinión de una manera muy entretenida. Porque nada más que la experiencia enseña, y en la apreciación del vino está el secreto para poder compartir sensaciones, pero también para descubrir todos los secretos que esconden los vinos. Saber olfatear un vino permite también entender cabalmente su calidad y sus intenciones. Puede ser limpio e intenso, pero simple a la vez. O complejo y delicado. Ser joven o evolucionado, terroso o frutado, poco expresivo o con muchas capas aromáticas. Además, el vino en la botella continua evolucionando y generando nuevos aromas. A los aromas primarios; los que vienen de la fruta; se le suman los secundarios durante la fermentación. Y luego, gracias a la crianza; generalmente en roble; y a la estiba en botella, nacen los aromas terciarios. Es en esta instancia que los buenos vinos adquieren el famoso bouquet, ese ramo de aromas que los distingue. La práctica permitirá reconocer cada vez más aromas dentro de las copas. Sin embargo, el objetivo de la degustación no es “recitar” descriptores, sino que, al descubrirlos, cada cual pueda comprender el mensaje del vino. Y eso es lo maravilloso de esta noble bebida. Porque cada uno encontrará en la copa lo que su mente recuerde; y eso es difícil de compartir, pero es fundamental para formar el gusto. Por eso, es interesante entender que expresan los aromas de los vinos. El primer paso es sentirlos, meter la nariz en la copa y respirarlos prestando atención, de manera suave y profunda. Esto dará una primera impresión: es limpio, intenso y agradable (por ejemplo). Pero antes de pasar a la boca se puede saber más. Hay que oler el vino nuevamente; esta vez dejándose llevar por los perfumes de su aroma para percibir si va para el lado de las frutas, las flores, las especias, etc. Y si se piensa un poco más, será fácil descubrir qué tipo de frutas (tropicales, cítricas, rojas, etc.), y después cuan frescas o maduras. Lo fascinante de la degustación estará dado por la calidad y estilo del vino. Pero hay que saber que todo lo que pasará en la boca, la nariz lo anticipa, ayudando a apreciarlo mejor y, fundamentalmente, a que perdure en la memoria. Disfrutar un vino no es solo beberlo. Es mirarlo y respirarlo, y recién en última instancia, beberlo. Pero también pensarlo y compartirlo forman parte del placer. Por eso, girar la copa para soltar los aromas y atraparlos en el aire con la nariz es clave para entender mejor cada botella. Bienvenidos a “Los aromas del vino”, un gran compañero en la ruta del vino. + info en https://www.formatesommeliers.com/