Así como la mirada dicen mucho de una persona, las degustación vertical habla mucho de un vino. Y más si se trata de un vino que nació para ser un referente. Porque la intensión del Noemía fue siempre esa.

Hans Vinding-Diers, padre de esta criatura vínica, llegó a la Patagonia para hacer un trabajo de consultoría en Humberto Canale, allá por 1998. Su curiosidad y la de su compañera de ruta, Noemí, lo llevó a descubrir una colección olvidada de vinos históricos en las cavas de la centenaria bodega. Ellos, poco a poco fueron degustando varias botellas, de diversas variedades sin marca, sin cosecha, pero con muchos años encima. Y fue esa suerte de vertical patogénica, la que convenció a Hans del potencial de la zona. Justo él andaba en busca de un lugar único para afincarse y hacer realidad lo que pasaba por su cabeza. Casi fue en el Alto Douro, con uvas clase A (fue el Marqués de Pombal el primero en el mundo en clasificar las uvas cualitativamente de la A a la F) y destinadas para el afamado Porto. Pero el destino quiso que sea en Mainqué, a partir de una viña casi abandonada, plantada en 1932.

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Sin conocer nada sobre el Malbec, pero con el convencimiento que era la uva de Argentina porque ni en Francia (su cuna) había tanta ni se daba tan bien, se lanzó a crear el Noemía (llamado así en honor a su compañera).

Y si bien el primer Noemía, fue elaborado de manera marginal, en tachos plásticos, el concepto estaba. Porque Hans fue terrorista desde siempre, siempre buscando lo que da la viña. Por eso, ya en aquella época, sin importarle las modas ni los estilos de vinificación más utilizados, elaboró un vino de manera natural. Con la sana intensión de llevar el lugar a la botella. Claro que todo lleva tiempo, y que muchas cosas influyeron para bien del vino. Viñedo más recuperado, bodega propia y mayor conocimiento del terroir (clima y suelo), fundamentalmente.

Sigo a este vino desde 2002, su primer añada comercial; ya que la 2001 fue toda de exportación. Y debo reconocer que entendí las intensiones de Hans, recién a partir del Noemía 2006. Ya que fue el primero, luego del 2002, 2003 y el 2004 (no hubo en 2005), que me demostró en la copa, todo lo que Hans decía.

Hoy, con el 2012 en el mercado y el 2013 con ganas de salir al ruedo, no hay dudas que el Noemía es uno de los Malbec referentes de la Argentina, y el principal de la Patagonia. Top 3 para algunos, Top 5 para otros y Top 10 para la mayoría.

 

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Recientemente lo visité en su casa-bodega, en el Valle Azul, justo donde termina el Alto Valle de Río Negro y comienza hacia el sur, la infinita estepa patagónica. Un lugar único con una energía distinta. Y allí, sacados de su cava personal, disfrutamos junto a Oscar Ferrari (su mano derecha), una vertical de Noemía memorable. Comenzando por una de las 9 botellas restantes de 2001, y finalizando con el flamante 2013. El primero fue  el responsable de despertar el mito, porque es un vino de uva que marcó el principio de la historia, y es siempre Noemía, Según Hans, esa uva no tenía nada que ver con la uva del Valle. Con una sonrisa en su rostro y el 2001 en su copa, confiesa: “este vino me borracha la cabeza”,

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Un recorrido por uno de los mejores Malbec del mundo para conocerlo a fondo y saber como están evolucionando las diferentes cosechas. Para el hacedor algunos envejecen, otros evolucionan, pero fue a partir de 2010 que el trabajo en la viña se empezó a notar más, y los vinos ganaron longevidad. Es decir, evolución con expresión viva a través de los años.

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1) Noemía 2011

Hay aromas de evolución y madurez, pero con mucha tensión en boca. De paladar y con la fuerza cálidas del alcohol vivo. Recuerda algo a un  Pedro Ximénez español pero seco. Porque hay notas de higos,  caramelo y café. De textura muy suave y sutil, a medida que se abre se sigue expresando, y con el correr de los minutos se  asemeja a un gran tinto de Burdeos de los 80´. En este estilo, puede seguir evolucionando unos diez años más. Puntos: 91

2) Noemía 2006

Aromas delicados y finos. Con cuerpo, carnoso y vivaz. Todavía muy joven, jugoso y con taninos firmes. La fruta es parte del vino. Hay algo de terroir en su persistente profundidad. Se abre en la copa y su ímpetu se equilibra un poco. Estos taninos, que se suavizarán con los años, dicen que el vino va a durar mucho mas; al menos hasta 2021. Puntos: 92

3) Noemía 2010

Un poco cerrado pero agitando la copa suelta aromas complejos. Hay mucha frescura y  fineza, y su paso es delicado. Pero lo más interesante del vino es que la fruta está detrás de su carácter, del terroir. No necesita tiempo para ganar equilibrio, pero en la botella su mensaje se va a potenciar. Beber entre 2015 y 2025. Puntos: 93

4) Noemía 2011

Delicado y carnosos, jugoso, con vivacidad, músculo y frescura. De paladar amable y fresco agradable, con ese carácter de Malbec único. Mantiene mucha vivacidad y se lo reconoce como Noemía. Así puede perdurar hasta 2020, y luego pasar a una etapa menos expresiva de su evolución. Puntos: 93

5) Noemía 2012

Hay algo de sobre-madurez, como en la mayoría de los vinos argentinos de 2012 que buscan reflejar un lugar sin disimular el clima. Joven y con la madera en primer plano. De buena fluidez, carnoso y equilibrado. Algo cálido, con carácter y muy buena textura. Hay cierta vivacidad, aunque no es muy profundo. Pide más guarda para ganar complejidad, aunque  su fruta ya se siente madura. Beber entre 2015 y 2020. Puntos: 91

6) Noemía 2013

Muy delicado, sólo falta que la madera deje de ser algo protagonista. Armónico y prolijo, con ese carácter donde la fruta va detrás del terroir. Un vino que a cada trago dice algo, expresivo, con cuerpo y tensión. Completo, no exagera, y su persistencia es diferente. Una tipicidad que no se le puede atribuir sólo al Malbec, por su sentido de lugar. Claro que falta mucho para que se exprese en plenitud. Por eso mejor dejarlo en la cava y disfrutarlo entre 2017 y 2025. Puntos: 94

Querés saber mas sobre Hans y su Noemía. Lee https://www.fabricioportelli.com/2015/04/01/un-vino-unico/

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Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.