Cata vertical (y virtual) para celebrar al Cabernet Sauvignon Fabricio Portelli 02/09/2020 Notas, Vinos Notas 1584 De la mano de Rogelio Rabino (Responsable de Viticultura y Enología)y Gustavo Hormann (Gerente General), la bodega Kaiken se anticipó al Día Internacional del Cabernet Sauvignon 2020 (jueves 3 de septiembre), con una degustación diferente. Por un lado, obligados por la pandemia, de manera virtual. Ellos desde Mendoza y los oyentes desde distintos puntos del país. Pero lo más saliente no fue darle la bienvenida a la nueva cosecha del Kaiken Ultra (2018), sino que llegó acompañada de otros tres exponentes de diferentes añadas. Es decir, una degustación vertical que incluyó las cosechas 2003, 2004 y 2015, además de la mencionada 2018. Así, la cata vertical y virtual del Kaiken Ultra Cabernet Sauvignon terminó siendo muy original, además de exclusiva e interesante. Porque justamente se trata de un vino con historia que, como la mayoría de los vinos argentinos, se fue acomodando con el paso de los años al ritmo de la evolución de la vitivinicultura. Se nota que es un cepaje que importa mucho a la casa y a sus hacedores. Cabe destacar que Kaiken pertenece al grupo Montes de Chile, y que el Cabernet Sauvignon es un emblema de ellos en el mundo entero. Ese elevó las exigencias de este Ultra desde su cosecha fundacional (2003). “Hasta hace poco existían 19.000 hectáreas de Cabernet Sauvignon plantadas en Argentina, pero hasta 2019 habían caído hasta las 14.000. Antes era una uva más barata que el Malbec, pero ahora ya no. Además, suele estar plantado en baja densidad, y su rinde es menor al del cepaje emblema. Por lo tanto, no resultaba productivo para los viñateros, y por eso se arrancó, aunque ahora esa tendencia se está amesetando”, sostiene Rogelio Rabino. Cuando se habla de las posibilidades del Cabernet argentino en el mundo, Gustavo Hormann; el enólogo chileno que acompaña hace algunos años a Rogelio; advierte que es una categoría muy competitiva, y que el problema de la Argentina no está en la calidad ni en el estilo, sino el los precios, ya que no cuenta con acuerdos comerciales como sus competidores directos (esto significa +8% de impuestos como mínimo). Y además, está opacado por el Malbec, de cara a los compradores del mundo. “En las ferias internacionales vienen, lo prueban, dicen que les encanta, pero al momento de comprar, eligen el Malbec”, afirma. Un poco de historia Todo empezó con el histórico 2003, elaborado con uvas de Lunlunta y Perdriel, en Luján de Cuyo, y con un 10% de Malbec. Ninguno de los hacedores actuales estaba en Kaiken en ese momento, pero Rogelio destaca que fue una temproada seca y cálida, pero normal. “Este vino evidencia una buena estructura tánica, manteniendo cierta concentración, con frescura”, agrega. En la segunda copa, el segundo exponente de este vino que ya lleva más de quince cosechas en el mercado. Este 2004 fue elaborado con uvas de Agrelo y también con un 10% de Malbec. Guiados por las fichas técnicas en bodega, advierten el uso de roble americano, mientras que ahora ya no es así. “Este fue un año más templado que el 2003”, agrega Gustavo. Desde la 2015 (el tercer vino de la cata), se elabora con uvas del viñedo recuperado en Vistalba, al lado de la bodega. “Es un parral antiguo plantado en 1953, que evita el apasamiento de las uvas”, aclara Gustavo. Por su parte Rogelio, con su alma de docente, explica que la piracina (ese componente aromático que se asocia al varietal) es lo primero que se degrada con la insolación. “Por eso, desde la 2015 lo cosechamos más temprano, y esto nos da diferentes perfiles. Como el de “Mansa Piracina”, con una mayor acidez natural que brinda la sensación de frescura”, según Rabino. La 2016 fue la primera cosecha de Gustavo Hormann en Argentina. Con una larga experiencia en Chile, además de sus viajes por el mundo, sostiene que “los Cabernet Sauvignon mendocinos son como los de Napa, con casis, grafito, regaliz y frutas maduras. En cambio, los de Australia o Chile son más frescos y con tonos más herbales, por la influencia del clima marítimo”, agrega. “Acá hay consumidores que no gustan del Cabernet Sauvignon porque les secan la boca. Pero eso era antes, porque se vinificaba con mucha extracción a partir de maceraciones largas. No obstante, hay otros que lo buscan por sus aromas diferentes, a pimientos, prefiriendo los no tan estructurados de taninos verdes, sino los de paso más amable”, dice Rogelio. El enólogo recuerda que la 2015 fue algo problemática, y tuvo que recorrer mucho el viñedo. Fue una vendimia templada y húmeda, con rendimientos malos. En bodega, el gran cambio fue haber pasado del 80% del vino en crianza al 100%, pero en barricas nuevas (1/3) y usadas. Según los hacedores, acá se despega más la parte especiada, y se nota el cambio de estilo. Para Gustavo es mas eléctrico, pero con el alma de Kaiken, goloso y tomable. Por su parte, Rogelio destaca que no son una bodega péndulo, que baila al compás de las modas y las tendencias, sino que buscan la consistencia dentro de su estilo, logrando una consistencia dinámica. Por último, el recién llegado. La 2018 fue una cosecha muy equilibrada y muy sana, con una vinificación similar a la del 2015. Con un enero cálido, lo cual derivó en un cierto susto por un posible adelanto, pero luego marzo fue muy fresco. Y ese mes se ha vuelto clave en la definición del equilibrio de la madurez. Se mantuvo fresco hasta mediados de abril, con buenas amplitudes térmicas y eso explica su carácter más herbal. Pero también tiene mucha fruta, “es una de las cosechas mas voluminosas de Kaiken, con vinos muy balanceados entre frutosidad, sucrosidad y especias, y con texturas vibrantes. Habrá que esperar este vino unos quince años más para comparar su evolución con los dos primeros de la cata”, destaca Rogelio. Degustación vertical de Cabernet Sauvignon A grandes rasgos el Kaiken Ultra 2003 se mostró muy bien evolucionado, el 2004 con fluidez y una expresión más compacta, pero sin el carácter del anterior. La fluidez y el agarre fino fue lo que sobresalió en el 2015, mientras que en el flamante 2018 se nota su juventud. De trago moderno y fluido, con mucha fruta y un toque de piracina, propia del Cabernet Sauvignon. Los cuatro vinos permitieron recorrer una historia, breve pero muy rica desde lo vínico, porque más allá de los cambios en el origen de las uvas y en la elaboración, quedó claro que el estilo del Ultra se busca mantener más allá de la influencia climática de cada añada. Además, es un vino que no está pensado para una larga guarda sino para ser disfrutado cuando llega al mercado. No obstante, quedó bien comprobado su potencial de guarda. Vino 1: Kaiken Ultra Cabernet Sauvignon 2003 Aromas de sana evolución, con ciertas notas de madurez. De cuerpo amable y algo denso, muy redondo y fresco, con algo ahumado y balsámico, también de cuero y especias dulces. De trago profundo, con carácter y cierta fuerza, con el toque fenólico bien llevado. Más apoyado en la fruta roja madura, con leves confituras, y suaves dejos dry en el final. Se mantiene muy bien, y puede seguir así algunos años más. Vino 2: Kaiken Ultra Cabernet Sauvignon 2004 Si bien no se lo siente tan consistente como el 2003, por su paso fluido dominado por los tostados y ahumados, su trago es fresco. De cuerpo suelto, y con sus texturas que sobresalen que dan un agarre firme. Se vaacomodando en la copa, y si bien resulta más fluido, aparecen notas de grafito y ciruela madura sobre el final. Seguramente ya no vuelva a ganar el equilibrio perdido, pero su carácter se vuelve más interesante a medida que se abre en la copa. Vino 3 Kaiken Ultra Cabernet Sauvignon 2015 De aromas bien apoyados en la fruta negra. Paladar franco y fluido, con cierto agarre que resalta su fluidez. Buen volumen, con fluidez y madurez, pero sin tanto carácter. Su ataque es frutal y su final levemente ahumado, con confituras de ciruelas y texturas finas pero firmes. Esto le asegura más vida por delante. Vino 4 Kaiken Ultra Cabernet Sauvignon 2018 De aromas delicados y austeros, bien apoyados en la fruta negra y las especias. De paladar fresco y fluido, con taninos finos pero firmes que aportan profundidad además de potencial de guarda. Si se oxigena en la copa las notas de crianza se perciben más integradas sobresaliendo la fruta, con fluidez y juventud. Algunos meses en la estiba lo va a equilibrar.