La intención es lo que vale Fabricio Portelli 19/05/2015 Notas, Vinos Notas 1741 Tengo la suerte de poder seguir de cerca desde hace varios años, a los que hoy son referentes de los vinos argentinos. Y si en quince años la cosas cambian, nuestros vinos mucho más. Porque desde que empezó el milenio, las revoluciones vínicas se van sucediendo. Y cada una enseña algo nuevo. Así fue como una nueva generación de hacedores, apoyados en todo lo hecho por los más grandes, se animó a desafiar límites, geográficos y también en las bodegas. Pero esas contantes búsquedas en algún momento llegan al final, y los objetivos se cumplen. Matías Michelini es uno de esos jóvenes que aportó y sigue aportando mucho al vino argentino. Pero ya no desde una gran bodega que puede marcar el rumbo o mover la aguja del mercado. Sino desde sus pequeños emprendimientos, ya sea el personal (Passionate Wine), como el compartido con sus hermanos (Michelini Bros y Zorzal). Pero mucho más desde Passionate, porque es aquí donde no tiene que dar explicaciones a nadie. Al contrario de lo que parece, Matías ya no hace locuras. Esas las hizo a lo largo de 20 años de carreras en grandes bodegas (como congelar un mosto de Sauvignon Blanc durante un año para ver qué pasaba). Hoy, cada paso que da es premeditado. Y si bien su abanico de vinos es amplio, sobre todo por la envergadura de su proyecto, cada etiqueta tiene una razón de ser. Cada vez interviene menos en sus vinos, pero eso no significa que tenga más tiempo libre. Sino por el contrario, invierte más horas en observar la viña. El Agua de Roca (su ya mítico Sauvignon Blanc) va por la cuarta cosecha y es su blanco más querido. Un vino tan especial como el lugar del cual proviene. Y que le lleva mucho tiempo, ya que por las 2 has pasa cinco veces para cosechar, para luego hacer un blend de las distintas fermentaciones, que desde 2012 se realizan en los afamados huevos de concreto. El vino fermenta hasta abril y sigue sobre sus borras hasta Agosto, para luego ser embotellado. Se nota que ya le encontró la vuelta a este vino, y e spot ello que entre el 2014 y e 2015 no habrá grandes cambios. ya está, ha logrado un blanco que refleja el paisaje del lugar en las copas; austero y fresco. Convencido de su potencial de guarda y que la intensidad aumenta en botella, empezó a taparlas con buenos corchos naturales. Igual, Mr. Sauvignon Blanc no se queda de brazos cruzados, y sigue indagando en el varietal. Ya sea con su Verdes Cobardes, con uno fermentado en barricas viejas, o con su flamante Piel. Un exponente de sólo 600 botellas, de las cuales 300 han quedado en poder de la familia para ver que pasa. Es la segunda cosecha de este vino; pero confiesa que la primera la tuvo que tirar. Esta vez juntó las pieles de las 5 cosechas del Agua de Roca e hizo fermentar las pieles y semillas. De cada 10000 l de pieles, se sacan 1000 de vino. Acá busco mineralidad, y si la piel tiene que ver con ella. Para Matías, la piel de la uva viene a ser el suelo, ya que allí se acumulan todos los nutrientes. Es un blanco de menos fruta, y mucha textura (tiene taninos), o sea muy difícil de vender; salvo en el ámbito gastronómico para un menú de pasos; más allá de su atractivo precio $165 y su evidente potencial, que tienta para tenerlo como curiosidad en la cava. El vino tiene lo suyo, pero es la intención y el mensaje lo que vale acá. Una prueba que marca un rumbo. Matías insiste, “para hacer vinos del lugar cada vez tenes que estar más en el lugar, y hacer vinos que podes controlar todo el proceso”. ” Cada vez trabajo menos en cada vino pero cada vez tengo más vinos de distintos lugares y debo estar más”. Como el Diverso Syrah, que proviene de un viñedo hippie con nombre cheto “Tupungato Divino”. Ese tinto, elaborado con sus hijas, es un vino con sentimiento ecológico; sin sulfatos, con botella eco, etiqueta de papel reciclado y uvas totalmente orgánicas. Más que un vino, un mensaje para la futura generación. Conocer más M & M y sus vinos permite ver que no hace locuras, hace vinos muy a conciencia, más allá de la diversidad que proponen. “Hoy soy más racional y sensible con cada lugar donde voy a hacer un vino. Quiero interpretarlo más honesto, no quiero resaltar nada (con sangrías por ejemplo), sólo respetar el viñedo”. Lo bueno es cuando se juntan las intensiones con los hechos. Porque la búsqueda termina y nace el gran vino, que llegará a ser grande con la longevidad y la acumulación de cosechas sucesivas. Como son sus flamantes Eterno Retorno, un Bonarda y un Malbec con toque de Petit verdor. Dos vinos que, asegura su hacedor, que ya no cambiarán en nada que dependa del hombre. Y si bien tener nuevos vinos para conocer siempre es una buena noticia, a mi se me complica un poco el panorama. Porque me pregunto cómo hacer para puntuar vinos a los cuales se le agregan nuevas capas de trabajo. Ya no hay una vinificación técnica, sino mucho más sensitiva. Pero mucho más aún, intelectual. Y el mensaje del autor no se puede discutir, mucho menos calificar. Creo que la calidad empieza a dejar de ser el atributo más relevante en u vino. Por eso, el puntaje sirve como guía; pero más, saber las intenciones del hacedor. Para ver las notas de cata de los vinos de Matías, visitá https://www.fabricioportelli.com/?s=passionate