Mil disculpas por la (mala) palabra, pero es la mejor expresión para un vino tan sorprendente. Desde hace más de quince años que degusto por año muchos vinos, la mayoría argentinos. Entre 3000 y 5000. Esto me permite tener una visión amplia de lo que está pasando en el mudo del vino argentino, aunque siempre se me escapa alguno, porque (por suerte) nuestra industria está en ebullición. Fui testigo de los grandes vinos de antes, y también de cómo casi todos (menos los de López) se aggiornaron. También como otros cambiaron en busca de su identidad, sin atarse a sus legados, conocí flamantes vinos de terruños innovadores y vinos elaborados con técnicas nunca antes utilizadas, entre otros. Y si bien en nuestro país cada vez son más y mejores los vinos de alta calidad, sobre todo a manos del Malbec, son pocos los que logran sorprender más allá. Porque a esta altura, son las pequeñas sutilezas las que marcan las grandes diferencias. Y para poder captarlas, hay que prestar mucha atención, y querer disfrutar mucho del vino.

Hace muchos años que escucho a Edy Del Popolo, un ingeniero agrónomo (hoy en Dominio del Plata) muy seguro de lo que hace. Conocedor de Gualtallary como pocos, y pionero en la zona con grandes vinos con los que hoy se luce Doña Paula, su antigua casa. Pero no siempre los objetivos de una empresa tienen que ver con los de un profesional; mejor dicho con los de una persona que está más cerca de un artista que de un técnico. Porque Edy posee una sensibilidad que le ha permitido encontrar un lugar y un aliado muy especiales, para poder hacer realidad su sueño. Un vino, o unos pocos vinos, que lo llenen de orgullo. Porque todos estamos más o menos orgullosos con lo que hacemos, sobre todo si nos dedicamos a lo que nos gusta. Pero de ahí a estar lleno de orgullo puede haber un abismo.

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Con esta filosofía nació Per Se, un proyecto casi diminuto de vinos inmensos. Por concepción, por intención, por calidad y por estilo. Son sólo tres etiquetas, pero dos de ellas fueron las inspiradoras. Iubileus y La Craie. Ambos blends en los que el Malbec y el Cabernet Franc son protagonistas; pero el segundo es un vino cofermentado y refleja más el terruño de Gualtallary. Al cual le costó más expresarse en su cosecha debut (2012), pero que en la 2013 (un poco más fresca), despliega todo su potencial desde el vamos.

Edy es un maratonista; no tiene prisa. Pero saben muy bien a donde quiere llegar y cuando. Junto a David Bonomi (hoy en Norton) forman una dupla única; por como se complementan. Y no sólo trabajando, sino al hablar de sus vinos. Mientras Edy es más serio y profundo en sus explicaciones certeras, David con una sonrisa aporta la humildad y el conocimiento de un gran trabajador feliz por sus logros. Ante todo, ellos en Per Se la pasan bien, porque la obligación se la ponen ellos. Por eso van de a poco, ninguna de sus etiquetas superan las 900 botellas, y eso explica un poco sus precios; totalmente justificados en mi opinión.

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Ambos han viajado mucho y han despuntado el vicio de probar todos los vinos del mundo que pudieron. Mirar hacia afuera les permitió cambiar, porque el paladar se abre y la cabeza piensa muchas alternativas que después ellos hacen posible en las copas. Ambos se destacan por ser concretos y muy precisos, tanto a la hora de hacer como a la hora de decir. Quizás esa sea una de las calves del impacto que en poco tiempo han tenido sus vinos, acá y en el mundo. Por ejemplo La Craie 2013 fue seleccionado por Robert Parker Jr entre los 50 mejores vinos de 2015.

Ellos tienen un método de trabajo, por más que uno sea ingeniero y el otro enólogo; dicen que David prueba muy bien uva y Edy muy bien vino. Ellos intercambian roles y se sienten muy bien haciéndolo. Por eso ambos hacen todo, y le dan mucha importancia a la primera impresión. Para ellos la pulpa es una foto de lo que está pasando en la viña, lo que la planta está diciendo. Cuando catan de la barrica, les ponen números a las muestras que ni ellos saben qué es, para degustar si dejarse influenciar por el lugar.

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Queda claro que, mientras la industria toda se ha movido como un péndulo en materia de evolución, yendo de un lado hacia otro en busca de un punto intermedio, ellos con Per Se se han movido siempre por el centro. Y la prueba de ello es que la mayoría de los grandes vinos argentinos que asoman hoy con mayor impacto y potencial, son similares en estilo a los suyos.

Per Se es una mezcla de cosas; vino, viñas, plantas, momentos; pero todo con mucha precisión. Los vinos son de distintos lugares, y la manera en que ellos quieren mostrar ese lugar depende de cada cosecha. En 2012 optaron por cosechar uvas en manchas mas arcillosas de suelos, mientras que en 2013 de manchas mas pedregosas, pero siempre en el mismo sector y cuartel. En un cuartel de entre 2 y 4 ha, las manchas no superan las 500 plantas; sin respetar una distribución perfecta. El suelo y la exposición influyen mucho para cosechar. Una vez que entienden el perfil de cada cosa, se aventuran a las mezclas. Ellos siempre se preguntan qué pasa en un sector que es pequeño. Por eso en la cosecha 2012, que fue caliente, la uva vino de suelos más fríos.

Nunca les gustó el estilo de la sobre madurez, para ellos esos vinos son tipo Porto. Y lo verde es otra cosa. Ellos van por la senda del balance y la elegancia pero jugándosela por la expresión del lugar. Para ellos, el terruño ocupa hoy el mismo lugar del varietal hace diez años. Por eso se obsesionan por entender el lugar para poder revelarlo en las copas, muy conscientes que su interpretación del lugar es totalmente subjetiva.

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Una vez en bodega, no hay secretos, las vinificaciones son similares, con levaduras indígenas y fermentaciones muy cuidadas, con barricas siempre usadas, sin correcciones para poder respetar plenamente la expresión del lugar. Claro que para llegar a esto han hecho muchos vinos. Ellos no corren la carrera por el mejor vino, ellos están enfocados en revelar un terroir. Y a decir por sus tres tintos; pero más por La Craie 2013; lo van logrando.

Esta historia recién empieza, y si bien se puede decir que hasta ahora los Per Se venían de Gualtallary Soho (por ponerle un nombre que está de moda), se vienen los de Gualtallary Monasterio; que según ellos es un lugar excepcional dentro de la zona. En un mundo de sensaciones al nivel que las sutilezas marcan grandes diferencias lo importante no sólo es la interpretación del terruño por parte de los hacedores, sino que muchos consumidores puedan interpretar sus interpretaciones. Sólo así un vino se convierte en un gran vino, y que bien vale la pena tomar.

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Los vinos

Per Se Francesa 2013

Es el más salvaje de la familia, proviene de Chacayes (primer vino fuera de Gualtallary), de un viñedo abandonado y del que los impactó por lo silvestre. Lo descubrió Edy en 2004. Y para ellos la expresión del lugar está bien lograda. Un field blend (Malbec, Merlot y otras, mezclado con Cabernet Franc) que conocen hace mucho y ya lo habían vinificado. Es lo mas alto de Vista Flores, arriba del Clos de los Siete. Allí el suelo cambia mucho, la pendiente natural es mas importante (del 2%) y por eso el suelo varia. Si baja hacia el valle son aluviones con arena y piedras, y si sube como en esta viña, es un coluvio; piedra cuadrada. Para ellos es una zona que no expresa calcáreo sino otras cosas. No es un vino mineral, para eso está Gualtallary. Chacayes es salvaje, con un suelo distinto y malezas típicas con plantas nativas que respetaron.

Sus aromas son integrados, sin tanta fuerza, con notas de frutas negras, algo goloso pero delicado. La madera se nota, aunque elegante e integrada. Muy compacto en su ataque y no tan profundo. De buen volumen y paso vertical, con cierta concentración y con lo herbal bien marcado. Sus taninos son firmes pero afilados, que potencian los dejos herbales con ciertos toques amargos sobre el final. La frescura está pero no llega a ser la expresión equilibrada de los otros. Se nota que es un vino mas natural y salvaje, porque habla mas la uva.

Puntos: 90

 

Per Se Iubileus 2013

Malbec con toque de Cabernet Franc de Gualtallary. De aromas bien delicados, donde la fruta es muy sutil. Con muy buen volumen y mas tensión, con mas agarre que su antecesor 2012. De paladar compacto y algo negro, habla mucho la fruta, con concentración y fluidez. Es largo y con mucha fuerza, también con nervio y buen potencial. Necesita más botella, aunque se disfruta cada trago, porque la frescura manda; y seguramente llegará más lejos que el 2012.

Puntos: 93

 

Per Se La Craie 2013

Esta cosecha fue más fresca que la 2012, y eso se nota ya al respirar este vino, fruto de una cofermentación de Malbec y Cabernet Franc de Gualtallary. De aromas austeros y elegantes, con leves notas de Cabernet Franc, delicadas y no tan compactas como 2012. De ataque fresco y muy equilibrado, con fineza pero sin tanta profundidad. La textura es más fina y firme, y se abre a la fruta roja. Es franco y bien vertical, con dejos herbales marcados que lo hacen profundo. Es redondo con vivacidad, la tensión habla más, es la protagonista del vino, porque hay fluidez con agarre, pero con taninos más dóciles; mientras, la fruta habla con equilibrio y cierta calidez. No es tan profundo pero sí mucho más expresivo que el 2012, y con un gran potencial. Un vino que se lo puede definir por sí solo y por su propio carácter.

Puntos: 95

Para conocer más de Per Se y su cosecha 2013 http://persevines.com/?p=4078 

 

 

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.