Cuando empecé a tomar vino el Malbec no era protagonista. No estaba ni en la etiqueta del Toro Viejo en botella de litro con tapa a rosca que servía mi viejo en la mesa todos los días. Tampoco en el Termidor en Tetra Brik que llegó después. Mucho menos en las damajuanas que inundaban las guitarreadas en lo de mis tíos en aquellas noches chaqueñas, tan calurosas como divertidas; más para los grandes.

Salir a comer afuera era un lujo, algo que se daba con suerte una vez al mes. Y ahí tampoco aparecía el Malbec. A veces un López, otras un Don Valentín Lacrado, y de vez en cuando las siempre recordadas caramañolas de San Felipe o Perdriel.

Ya de adolescente, cuando empezamos a salir a comer con lo muchachos, el tinto elegido en las parrillas era el Valmont.

A los 29 años degusté por primea vez una copa de vino, fue en 1999, y desde ese momento no me alejé más del él. Ahí ya se hablaba del Malbec; solo en los círculos vínicos.

Pero ese Malbec no me llamaba la atención, porque ni siquiera a los hacedores se las llamaba. Salvo a los que venían de afuera, como Michel Rolland, Paul Hobbs, Alberto Antonini, Roby Cipresso y Atilio Pagli. Todos ellos vieron en el Malbec algo que los argentinos no veíamos. Hay que recordar que todos los “grandes vinos argentinos” de la época eran concebidos a partir del Cabernet Sauvignon; el rey de los tintos.

Pero la necesidad de encontrar un lugar en el mundo, prácticamente por haber llegado tarde al juego de las exportaciones (Chile estaba ahí hacía 30 años), lo colocó casi sin querer en la vidriera. Claro, los otros vinos elaborados con las variedades internacionales quedaban muy expuestos al compararlos con los referentes de las categorías (Burdeos para el Cabernet Sauvignon, o Borgoña para el Pinot Noir). Pero al Malbec no se lo podía comparar con ninguno, simplemente porque nadie lo hacía. Miento, en Cahors; la comuna al Sudoeste francés que le dio origen; sí. Pero esos vinos eran más asociados a la zona y, a decir verdad, no tenían tantos atributos como para que la cepa saltara a la fama.

Pero en la Argentina ya era la segunda variedad tinta plantada, y la oportunidad estaba a la vista.

Recuerdo que en los vinos top de la cosecha 2002; supuestamente la mejor de las últimas décadas hasta entonces; el Malbec ya era el protagonista casi absoluto. Y de la nada surgieron los “grandes vinos argentinos de Malbec”. Pero a mi parecer, la mayoría era concentrada, algo sobremadura y muy maderizada. Me costaba apreciarlos, y es por eso que repetía que el Malbec no era mi vino favorito, sino que iba más por le lado del Cabernet Sauvignon y del Merlot. Dos tintos mucho más equilibrados y menos sobre exigidos que nuestra flamante estrella. No era algo que me ponía orgulloso, porque ya estaba inmerso en el periodismo del vino, empezando el primer Anuario de los Vinos con Miguel Brascó. Y me molestaba no poder apreciar al Malbec como sus hacedores pregonaban.

Las bodegas de propietarios extranjeros se multiplicaron, y todas venían a por lo mismo; el Malbec. Pero con la cosecha 2006 todo cambió, al menos cuando esos vinos llegaron al mercado. Y ahí empecé a apreciar bien el Malbec. Ya no eran esos tintos concentrados y maderizados, la fruta y la frescura habían tomado la posta, y los lugares empezaban a diferenciarse. El Valle de Uco comenzaba a hacer de las suyas, y nada volvió a ser como antes, al menos para mi.

Desde entonces, cada vez que degusto un Malbec siento cosas diferentes. Tan lejos está de aburrirme, y no es que sea infinito, sino que esto recién empieza. Hoy los agrónomos y enólogos están empezando a sacarle el jugo a lugares específicos de la mano del Malbec. Porque no solo sirve comercialmente, sino que ha demostrado ser el mejor vehículo para mostrar un paisaje a través de las copas.

Hay muchos estilos, desde Salta hasta Patagonia, y por suerte muy buenos exponentes en todos los segmentos. Es cierto que si se trata de vinos simples y jóvenes suele ser directo y frutal. Y con la madera se lleva muy bien. Pero también está demostrando que puede ser muy complejo sin necesidad de recurrir a las concentraciones o a los altos alcoholes. La frescura ya es una constante en casi todos, sin importar la altura. Y el abanico de sus expresiones es cada vez es más diversa. Los taninos pueden ser incipientes, finos o firmes, pero nunca serán duros. Es un vino que siempre cae parado. Y como no tiene vueltas y no se hace rogar, suele gustar a la primera copa.

Hoy digo con orgullo que el Malbec es el vino de mi vida, por todo lo que significa para la Argentina y por todo lo que me dio. Pero sobre todo por todo lo que puede llegar a dar.

Tener un vino de bandera ya es una bendición, y más con estas características y este potencial. Es solo cuestión de tiempo y trabajo para poder seguir conquistando paladares, de aquí y de allá. Lo importante es saber que siempre tendremos al alcance de nuestras copas un Malbec para brindar y compartir.

Feliz día del Malbec

Pocos saben que cuando Napoleón III ordenó clasificar los viñedos de Burdeos, con motivo de la Feria Internacional de Paris de 1855, la uva más plantada era Malbec. En aquel entonces nacieron los Grand Cru Classé, muchos de los cuáles; 163 años después; siguen estando entre los mejores vinos de Francia y del mundo. Aquellos vinos elegidos en 1855 eran a base de Malbec, pero después en 1856 la filoxera devastó las viñas, y los productores prefirieron al robusto Cabernet Sauvignon para volver a empezar. Así nace su reinado en el mundo del vino.

Hoy, repasando la historia, se puede comprobar el origen noble del Malbec. Por suerte la visión de Sarmiento en 1853 hizo que Michel Aimé Pouget trajera varias estacas de vid, incluyendo muchas de Malbec.

El mundo ya asocia a este varietal con la Argentina, y está muy bien que así sea. Esto no es casualidad, los números son elocuentes. Según un estudio reciente publicado por el Observatorio Vitivinícola Argentino, la superficie de Malbec creció un 75% entre 2006 y 2016, pasando de 23.000 a más de 40.000 hectáreas. Mientras tanto en Cahors (su cuna) solo tienen algo más de 5.000.

Antes, el Malbec representaba el 11% del viñedo nacional, hoy es el 18%, y está en aumento. Actualmente representa más del 50% de las exportaciones, y en 2015 (según un informe de Caucasia Wine Thinking) fueron más de 1625 las marcas de Malbec argentino vendidas al mundo.

Está muy bien defender la diversidad argentina, pero mucho mejor que hacer varios buenos vinos, es tener uno mejor del mundo. Y ese es el Malbec argentino, el mejor de todos.

 

10 Malbec para celebrar

 

Altas Cumbres Malbec 2016

Bodega Lagarde, Luján de Cuyo, Mendoza

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Esta línea se ha renovado por fuera, pero por dentro mantiene el mismo espíritu que la hizo crecer. Sobre todo a manos de este Malbec  de agradable expresión, con buen volumen y algo de concentración, a pesar de la cosecha. Mantiene un buen agarre, y se percibe en boca la fruta roja típica del cepaje y de la zona. Es un tinto con bastante profundidad para su categoría, carnoso y con taninos, ideal para acompañar carnes asadas.

Puntos: 88

 

Alambrado Malbec 2015

Santa Julia, Mendoza

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Un Malbec íntegramente elaborado con uvas de fincas propias (Maipú y Valle de Uco) y que con los años fue encontrando su lugar dentro de las propuestas del universo Zuccardi. De aromas equilibrados con cierta tipicidad frutal pero más vegetal en esta añada. Con buen volumen, fluidez y cierta tensión. Como siempre su expresión es delicada y de estilo actual sin abusar de nada.

Puntos: 88,5

 

Famiglia Bianchi Malbec 2015

Bodegas Bianchi, San Rafael, Mendoza

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Hay buena fruta y frescura, bien de Malbec en este vino. De paladar generoso y agradable, con agarre y fluidez, fruta roja y especias conviven con los suaves ahumados de la crianza en barricas (durante 10 meses, 80% roble francés nuevo, y 20% roble americano nuevo). Sus taninos se mantienen firmes y eso le garantiza un buen potencial. Beber entre 2018 y 2020.

Puntos: 90

 

DJ Malbec 2015

Familia Mastrantonio, Valle de Uco

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Tiene todo lo que un Malbec de Uco tiene que tener. Porque sus aromas son expresivos, y hablan del varietal y también del lugar. Con un paladar fresco y vibrante, con fluidez y agarre. Hay fruta roja con leves dejos herbales, y la madera asoma suave en el final de boca. Un tinto fácil de beber por copa o en la mesa. Beber entre 2018 y 2019.

Puntos: 90,5

 

Kaiken Ultra Las Rocas Malbec 2015 

Bodega Kaiken, Vistaflores, Valle de Uco

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Rogelio Rabino (enólogo) ha logrado un Malbec de aromas intensos y frescos, con muy buen carácter varietal. Voluptuoso y franco, todavía se siente joven y fresco. Un poco más moderno que sus antecesores, con taninos vivaces y una textura vibrante, con una fuerza equilibrada que resalta las notas de frutas rojas y negras con dejos herbales, Profundo y completo. Beber entre 2018 y 2020.

Puntos: 91,5

 

Trapiche Medalla Malbec 2014

Trapiche, Mendoza

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Malbec de buena fluidez, con algo de fruta roja madura. Classy en sus expresiones pero con agarre y cierta frescura. Con un carácter especiado y amable, con notas de crianza (en barricas de roble francés de primer uso durante 18 meses), sobre todo en el final de boca. Un tinto muy agradable para acompañar carnes rojas. Beber entre 2018 y 2020.

Puntos: 90

 

Luigi Bosca DOC Malbec 2014

Luigi Bosca – Familia Arizu, Luján de Cuyo

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Elaborado desde siempre con uvas de Vistalba de más de 70 años y siguiendo las reglamentaciones que establece la denominación. De buen cuerpo, y un carácter frutal clásico bien definido pero a la vez actual por su paso fresco y expresivo. Con taninos vivaces y la crianza muy armónica. Llena la boca y persiste muy agradable, con buen potencial. Beber entre 2018 y 2022.

Puntos: 91,5

 

Fabre Montmayou Gran Reserva Malbec 2013

Bodega Fabre Montmayou, Vistalba

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En la cuna del Malbec mendocino nace este tinto joven y de paladar agarrado. De expresión madura pero fresca, con buena fruta roja y dejos vegetales. Voluptuoso pero fluido, todavía joven y con taninos incipientes que le aseguran buen potencial. El 100% de este vino fue criado en barricas de roble francés durante 12 meses, seguido de un año de estiba en botella. Beber entre 2018 y 2021.

Puntos: 91

 

Saurus Barrel Fermented Malbec 2015

Familia Schroeder, San Patricio del Chañar, Neuquén

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Con aromas intensos y bien de Malbec, jugoso y con una frescura bien integrada, típica de los buenos vinos patagónicos. De paso ágil pero también elegante, con la madera que aporta mucho en texturas suaves y poco en sabores, y que hoy es un componente con menos protagonismo a pesar del nombre del vino (solo 6 meses de crianza). Un Malbec que habla de un lugar y del potencial de la zona. Beber entre 2018 y 2020.

Puntos: 91

 

Salentein Numina Malbec 2015

Bodega Salentein, Valle de Uco

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Debe ser una de las líneas de vinos argentinos que más rápido ha evolucionado. Porque nació con la cosecha 2004, pero fue a partir de la llegada de José Galante a la bodega (en 2010) que ha tomado vuelo y fuerza propia. Con vida y carácter frutal aún joven, buen cuerpo y agarre, con potencial y juventud. La fruta aun tiene mucha fuerza en este Malbec con capas y con la madera bien integrada. Beber entre 2018 y 2021.

Puntos: 91

 

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.