Roberto Cipresso es un personaje clave de la vitivinicultura argentina, porque si bien es italiano y debutó en su profesión con vinos de la Toscana, en 1999 llegó a nuestro país. Y ese mismo año creó un vino que pronto de volvería un ícono de culto. Siendo además uno de los primeros Malbec single vineyards de un paraje que hoy está en boca de todos; Altamira.

Pero Roby es un enólogo en constante movimiento, y eso lo hace siempre mirar para adelante. Si su pasado es rico y su presente es apasionante, su futuro, sin duda, es promisorio y a la vez inquietante. Hazte la fama y échate a dormir, no es un dicho que le quede bien a este joven winemaker. Porque si bien tiene la fama bien ganada, gracias a sus vinos de Achával Ferrer (que elaboró hasta la cosecha 2014), nunca se ha quedado quieto.

Paro los que no lo conocen o no han podido degustar sus vinos, cabe aclarar que Roby no es un enólogo de manual, es de los creativos. Y mientras Descartes decía “pienso y luego existo”, él sueña y luego hace. Así nace Matervini en 2011, el nuevo proyecto de Roby Cipresso junto a Santiago Achával, su hermano de la vid y de la vida.

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El primer vino del resto de nuestras vidas

Roberto, como si fuese un inmigrante actual, se pone en la piel de sus colegas antepasados y deduce por lógica que ellos plantaron los viñedos al costado de la ruta (40) y de las vías del tren, porque en el siglo XIX era la única manera de poder venderlos. Había que estar cerca de las civilizaciones. Con el tiempo, los viñedos se fueron acercando a La Cordillera, y hoy los vinos de montaña son los que marcan el rumbo. Pero este camino recién empieza, como el de Matervini.

Desde hace algunos años Roberto quería hacer un vino de Salta, pero no quería solo elegir la uva, dar indicaciones de cosecha y seguir su elaboración a la distancia. Quería él mismo hacer un vino, pero a la vez debía estar en Mendoza al pie de la bodega.

Con el tiempo y los viajes al norte argentino, Roby y Santiago conocen a los Domingo, una de las familias referentes del vino salteño, y enseguida comulgan. La alquimia entre los hermanos Domingo y la dupla fue instantánea, y nació una relación profesional y de amistad, que ha dado muchos frutos, entre ellos el Pachamama; pero esa es otra historia.

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Hoy Roby ya tiene elegidas las hileras específicas en Rupestre, un viñedo especial de los Domingo, para el Alteza; su primer vino salteño; y le ha explicado a Osvaldo Domingo como conducirlas y tratarlas a lo largo del año, hasta su llegada para cosechar esas uvas con sus propias manos.

La primera vez, Roby se trajo en tinas de roble de 1000 l las uvas fermentando. El viaje en camión duró dos días, y había que parar cada 2 horas para hacer pilages. Es decir que durante esa noche en la ruta tuvieron que recurrir al despertador. “A eso le llamo fermentación dinámica”, cuenta el italiano con una gran sonrisa.

Pero este vino fundacional, que luego se convertiría en el Alteza 2011, despertó en Roby una curiosidad que fue mucho más allá de lo técnico. Porque ese Malbec era muy distinto. Y ese carácter no sólo estaba dado por le clima, el cepaje o el paisaje, sino por el suelo. El suelo de la Pre-cordillera. En ese momento, supieron con Santiago cuál sería su próxima aventura. Inaugurar una nueva era, la era de los vinos de Pre-cordillera. Un viaje geológico y geográfico a través de las copas. Una propuesta sumamente interesante, siempre y cuando los vinos pudieran estar a la altura de tamaño desafío.

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Los primeros pasos en la Pre-cordillera

Concluida la primer etapa de elaborar y repetir el éxito de un terroir en zonas históricas como Valle de Uco, Luján de Cuyo y Medrano (entre 1999 y 2010); todas tierras aluvionales; era momento de hacer otra cosa. “En 2008 tuvimos una visión nueva, paralela y silenciosa” recuerda Roby, “reconocer que el punto débil estaba en los terroir tradicionales”, “no tienen un valor agregado más allá de la historia”. Analizando la geología, se puede ver que frente a la cordillera hay una contra cordillera más antigua, la Pre-cordillera (de 500 millones de años), una formación que tiene que ver con el enfriamiento del planeta.

El aproach de Roby al terroir argentino fue distinto desde el vamos. En 1999 buscaba las plantas antiguas y de pie franco, mientras los demás privilegiaban las vides nuevas e injertadas. Convencido que la Argentina no es Nuevo Mundo porque aquí el concepto de terroir es posible, sabe que la búsqueda y la investigación nunca terminan, y sigue analizando muchos temas: montaña, desierto, plantas antiguas, agua extraordinaria, etc.

“Hay un mundo por descubrir en la Pre-cordillera. Antes predominaba una forma práctica de hacer vinos, pero hoy es otra dimensión, hay que encararlos de otra forma. Sin olvidar la historia, la nueva generación tiene que saber que errores no debe volver a cometer”. “Argentina es una tierra joven, y puede homenajear a los que vinieron pensando de manera diferente la tierra del futuro”, relata Cipresso. “En el mediano y largo plazo, si podemos explorar la geología de la Pre-cordillera que es un museo a cielo abierto, se abrirá un nuevo mundo”, asegura Achával.

Esa “tierra madre” (antigua) sería el próximo límite de la Argentina para Roby y Santiago. Convencidos que eso es Viejo Mundo, con ese suelo y esas rocas vivas, y que allí radica la clave para avanzar en búsqueda de más Malbec, pero con diferentes características. Roby le llama a esto “viticultura heroica”, porque así se logran vinos que no son comparables con otros gracias a “frutos extremos”. En otras palabras, es una viticultura al límite con pensamiento extremo.

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Así empezaron a caminar la Pre-cordillera desde Salta a Mendoza, mirando al suelo como las gallinas, en busca de viñas y sitios específicos para plantar. “En una escala de calidad, un viñedo nuevo en tierra extrema vale más que una viña vieja” asegura Roby. “La respuesta de la viña joven es más exitosa en viñedos extremos”, aunque reconoce que “la viña vieja siempre tiene más razón”. “Hay mucha verdad en la copa y en el viñedo, y si esas dos verdades se juntan todo va a surgir en la mesa” agrega Santiago.

El lugar del nuevo desafío estaba planteado, como así también que el Malbec sería el intérprete de esas nuevas tierras. Porque a los americanos (y al consumidor global), sedientos de novedades, había que apagarles la sed con más Malbec., de distintos suelos y alturas.

“Entonces, la misión de Matervini estaba clara, emprender un recorrido de 1200 km, geográfico y geológico a lo largo de la Pre-cordillera” afirma Roby. Y esa misión recién empieza. Los principales protagonistas de este viaje saben que en Francia llevan 1200 años, y que hay siglos de trabajo por delante. Solo desean que Matervini sea el punto de partida de ese viaje comparativo para exaltar las diferencias que hay entre los Malbec diferentes regiones.

“El concepto o misión de Achával se globalizó, ahora es le km 0, Matervini es un volver a empezar. Con el conocimiento del mundo vamos a esperar que el mundo venga a conocer que estamos haciendo”, dice Santiago. La intención de Roby es divulgar este pensamiento nuevo y sencillo pero que es el futuro, ni mejor ni peor, diferente. Hay que aprender del éxito de otras tierras, ese es el gran aporte del Viejo Mundo sostiene Roby.

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Antigua tierra, nuevos vinos

Roby está muy preocupado por la intelectualidad del vino. Con él se puede hablar de vinos toda la noche sin que pasen por el paladar, y sin que se noten las horas pasar. “Antes prima donna hoy es un networking, porque en el equipo manda el objetivo para ganar el partido”, aludiendo a que hoy se trabaje en equipo.

“Matervini no es la verdad, es un punto de partida” Santiago Achával

Roby es insistente, por eso en 2011 logró traer uvas desde Salta, no de la misma manera que el lo hacía en Italia pero… Improvisando un wine truck con permiso de traslado de mosto, comenzó la aventura de Matervini con una fermentación en movimiento. Llegó a la bodega en Mendoza dos días después, fermentando y con la mitad del azúcar consumido. “Son vinos en movimiento, dinámicos, vivos y alegres, ese vino refleja una búsqueda, algo que nos motiva”, confiesa.

Santiago destaca la importancia del Ing. Agrónomo Juan Pablo Calandria en el equipo, encargado de la “dirección de viñedos”, y de Diego Rosso (los ojos mendocinos del tano). Además, es la primer bodega con autosuficiencia energética del país gracias al uso de paneles solares y a que no emplean gas; y asegura que “Matervini no es la verdad, es un punto de partida, porque estamos apasionados con el vino que hacemos pensando en la próxima generación”.

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Si bien el viaje que propone Matervini comienza con el Tinto, acaban de lanzar el Matervini Blanco. Elaborado con uvas de Gualtallary de segunda flor (plantas muy jóvenes) de Viognier, Roussanne y Marsanne. “Cuando se plantaron en 2009 no estaban autorizadas, y de hecho Roussanne aún no está registrada en el INV, por eso sale como blanco”. Cofermentaron en barricas usadas con sus pieles durante cinco días, tal como se hacen los tintos. “Quiero vinos más salados, pero para eso necesito que las raíces sean más profundas, mientras tanto hago extracción de las pieles porque quiero vinos más intelectuales”, cuenta Roby. “Es un blanco con panza (como nosotros), con frescura, nervio y mineralizad, aunque recién es la primer versión”, dice Santiago.

“Hoy quiero reconocer el alma en el vino joven”        Roby Cipresso

El Matervini Tinto, “es un vino con capacidad de hacer salivar, que te invita a tomar, que te incita a la aventura”, se entusiasma el italiano. Quién confiesa que son claves el desbrote y el raleo, como así también una cosecha precoz pero con todos los componentes del gran en equilibrio. “Mi elaboración en Achával era usando mucho oxígeno y temperaturas altas, hoy quiero reconocer el alma en el vino joven”, agrega.

Pero el verdadero recorrido geológico y geográfico que propone la bodega comienza con el Antes Andes Valle de Canota, a 40km al Norte de la ciudad de Mendoza. Una finca de 2000 hectáreas que limita con Villavicencio y con el cerro Colorado; allí hay plantadas sólo cinco hectáreas. “Canota es el primer engranaje del espíritu de Matervini, con mucha investigación del suelo, con le Malbec interpretando un lugar y ver las diferencias, la raíz explora el suelo y se llega a una mineralizad que impacta en el paladar, al tacto de manera distinta. Hay una fruta fresca, viva e interesante. La madera hoy se siente porque le falta un año de botella, pero se nota mucho la frescura y eso habla del vino que viene”, describe el winemaker.

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Cipresso apuesta al potencial de estas tierras tan antiguas (500 millones de años), las camina enfocado en el suelo, se lleva piedras a su casa para seguir estudiándolas. Lo fascina saber que ahí estaba el mar. “Bajar y levantar la cabeza, es un norte que te guía, es un concepto que hay que explorar. Canota es un vino joven pero que te da inputs que son claros”, asegura.

“Por suerte para Mendoza Cafayate es pequeño”       Roby Cipresso

El viaje continua justamente hacia el norte, en los muchos suelos que ostentan los Valles Calchaquíes. “Por suerte para Mendoza Cafayate es pequeño”, advierte Roby, asegurando que Salta es inconfundible. Quizás por eso Matervini nació con Alteza, el vino más dinámico de la bodega porque viaja fermentando desde los Valles Calchaquíes hasta Mendoza. Pero en el recorrido vínico-sensorial que propone la casa viene primero el Antes Andes Valles Calchaquíes. Un vino que proviene de tierras más exploradas por los hermanos Domingo, con plantas más buenas y más sabias, con raíces que tienen una relación con el suelo más viva, de una latitud más alta, con mucha luz y también de tierra antigua, describen los hacedores.

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Pero hay más vinos en Matervini. El Finca, que nace a partir de un viejo Malbec plantado en 1938 en Perdriel, Luján de Cuyo. Y el Piedras Viejas, otro vino de Pre-cordillera, que nace de una viña plantada en vaso y sin tocar nada, sobre laderas muy pronunciadas a 1700 msnm, en El Challao, y del que sólo hay cuatro barricas. Allí la planta tiene que adaptarse al lugar, asegura Roby.

Está claro que Roberto Cipresso quiere inaugurar una nueva era, y tiene con qué. Citando a Sebastián Zuccardi como ejemplo, advierte que “no se puede encontrar algo que no hay”. dice. “Con suelos débiles, el reconocimiento está en la uva. Con suelo débil y plantas jóvenes se logran vinos de satisfacción. Pero hay vinos que satisfacen y vinos que emocionan”. Roby va por estos, los que emocionan, los que logran un carácter propio, como si el vino fuera la sangre de la tierra donde nace.

 

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Degustación de Matervini

 

Matervini Blanco 2016

Mar! Rou, Vio de Ghe Vines,

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Mar2017 $500)

Aromas bien austeros pero intensos, con algo de frutos secos. De buen cuerpo y acidez sostenida, con volumen y nervio, apoyado en la frescura. Carácter seco de cierta oxidación, sobre todo en nariz, pero no llega a ser tan profundo como insinúa su ataque. No obstante tiene texturas y buen potencial. Se recomienda servir decantado. Beber entre 2017 y 2020.

Puntos: 90

 

Matervini Tinto 2014

Matervini, Los Chacayes, Valle de Uco

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Mar2017 $600)

Blend a base de Malbec con Cabernet Franc y Petit Verdot de plantas jóvenes. De aromas intensos con tipicidad propia. Hay agarre y un carácter muy europeo por su acidez sostenida. De buen volumen y con cierta calidez de fruta, con fluidez y taninos vivaces, al estilo de un Brunello pero sin su crianza. Se lo nota frutal y joven, con energía y complejidad de texturas. Un vino moderno pero con mucho clasicismo, con suficiente potencial y todo para escribir una nueva historia. Beber entre 2016 y 2020.

Puntos: 92

 

Antes Andes Viña Canota Malbec 2014

Villavicencio, Las Heras, Mendoza

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Mar2017 $750)

De aromas austeros y jóvenes pero equilibrados, con carácter frutal y algo láctico. Buena fluidez y una frescura sutil e integrada. Cuerpo medio, algo compacto pero refrescante, con taninos incipientes que aportan estructura. No es muy profundo pero su final es bien expresivo, con fruta bien roja y dejos herbales, matizados por las notas de crianza. Hay potencial, y carácter para ganar complejidad y elegancia. Beber entre 2018 y 2022.

Puntos: 91

 

Antes Andes Valles Calchaquíes

Valles Calchaquíes, Salta

$ – $$ – $$$ – $$$$ (Mar2017 $750)

Una nariz amplia, de aromas densos y acomodados, compactos y de buena intensidad. Paladar en línea, franco, con taninos firmes y la madera bien integrada. Con un carácter de fruta madura y una frescura que lo sostiene. Es un vino más vegetal y con fuerza en el final de boca. La madera necesita integrase más, pero ya se siente una Salta más aguda, y eso es novedoso. Beber entre 2018 y 2022.

Puntos: 92

 

Alteza Malbec 2014

Yacochuya, Valle de Cafayate, Salta

$ – $$ – $$$ – $$$$ (No disponible)

De aromas densos y austeros, voluptuoso pero sin tanto cuerpo. Su paso es fresco y fluido, con taninos firmes y un carácter de frutas algo maduras, con algo herbal, cárnico y ahumado, pero todavía no muy definido. Está joven, con la madera que habla y va camino a integrarse. Hay agarre y un potente final que la frescura disimula. Se nota que tiene potencial y que es muy diferente a todo lo conoce de Salta. Beber entre 2018 y 2022.

Puntos: 92

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