Nuevas melodías para disfrutar en copa Fabricio Portelli 06/11/2015 Notas, Vinos Notas 1652 Cada paso que ha dado Kaiken, desde que puso un pie de este lado de la Cordillera de Los Andes, fue firme. Esto le ha permitido, a pesar de cultivar un perfil bajo, ser muy reconocida por sus vinos; al menos entre los enófilos. Todo empezó cuando a Aurelio Montes, uno de los máximos referentes de Chile, se le acabaron los mercados para explotar. Llegó a exportar más del 90% de su producción vínica. Y como se sabe, además de la consistencia en la calidad, y los buenos precios, son las novedades las que abren puertas. Y así fue que el prestigioso enólogo; atento a los rumores; se cruzó para empezar a elaborar Malbec. La variedad con la que Argentina, que hasta entonces no molestaba, comenzaba a ser competitiva y a estar en boca de muchos compradores alrededor del mundo. Empezó en 2002 con dos vinos, el Kaiken Ultra Malbec y el Cabernet Sauvignon, creo que fueron 10.000 botellas de cada uno si mal no recuerdo. Desde entonces, estableció muy buena relación con viñateros de diversas zonas mendocinas, compró fincas, compró una bodega en el corazón de Vistalba, y la reacondicionó. Pero cuando su bodega Argentina empezó a crecer, sus vinos chilenos comenzaron a reclamarlo. Al fin y al cabo, el mundo lo reconoce por todo lo que hace en Montes. Y llegó el turno de su hijo; también Aurelio. Creció la bodega y se multiplicaron sus vinos. Y una vez más llegó el momento de dar otro paso. Pero no era fácil delegar en alguien fuera de la familia la tarea de elaborar los vinos propios. Ahí fue cuando irrumpe en su escena el joven Rogelio Rabino. Muy mendocino y también de perfil bajo, con una carrera tan consistente como las aspiraciones de padre e hijo chilenos. Enseguida hicieron un buen tándem con Aurelio Jr., y listo. A seguir avanzando. Rogelio trabajó primero en una bodega dedicada a hacer vinos orgánicos y luego tuvo un paso importante por Finca Sophenia. Allí, aprendió mucho del Valle de Uco de la mano de Matías Michelini. Eso le permitió sucederlo en la bodega y seguir experimentando en pos de sacarle el jugo al terroir. Pero la vida le tenía un desafío más grande preparado; Kaiken. Desde el vamos, Rogelio tuvo que elaborar el triple de litros que en las bodegas anteriores; con toda la responsabilidad que ello implica. Pero eso no era lo que lo desvelaba, sino convertirse en un hacedor de vinos reconocido. El primer objetivo de la dupla (Montes Jr.- Rabino) fue exprimir los diferentes terroir de Mendoza en los cuales ellos producían uvas. Así nace la línea Terroir Series, con sus tintos y también blancos, ya que al Torrontés se le sumó un Sauvignon Blanc. Una variedad con la cual hizo mucho ruido. Es interesante, al menos para los que gustan mucho de los vinos y recuerdan su estilo, percibir que en esta flamante etiqueta el estilo ha cambiado un poco. Ya que si bien es de Gualtallary, donde Rogelio se desempeñaba, el blanco tiene más cuerpo. Ahí reconoce que es una combinación de estilos. Ya que entre ambos elaboraron las 12500 botellas de este vino que ya está en vinotecas a $140. Pero que fue muy difícil sacarlo al ruedo por todos los prejuicios que tienen en Chile para con el clima argentino y su influencia en la calidad de las uvas blancas. En otras palabras, los Montes no creían que se lograría llegar a una calidad, al menos similar, a la que ellos estaban acostumbrados en Chile. Pero al parecer Rogelio los convenció. Y poco a poco, o paso a paso; siguiendo el ritmo de la bodega, su mano y su cabeza se empieza a notar con más fuerza. Por eso Aurelio Jr. decidió dejarlo sólo y continuar su carrera en Chile. Y si bien se nota que en la línea Terroir Series es donde más lo dejan jugar, ha logrado imponer una nueva idea que da vida a la flamante línea de la casa: Obertura Cabernet Franc 2013 ($390). El nombre se debe a la primer pieza de una sinfonía; algo así como el primer paso hacia algo nuevo. Ya que es totalmente diferente a lo que se venía haciendo. Se trata de un Cabernet Franc que nace en un viñedo de Vista Flores plantado en cabeza en 2010, y elaborado como vino ícono sin paso por madera. Demasiado jugado para el estilo más conservador de la casa. Sin embargo, al degustar el vino por primera vez, todos se convencieron que había llegado el momento de abrir la mente a algo nuevo. Allí también hay plantadas Malbec y Petit Verdot. Queda claro que la idea de Obertura es poder lograr vinos únicos de cosechas especiales y sin madera, para no interferir en el mensaje del terruño en la botella. Pero no son esas las únicas novedades en las que está trabajando Rogelio para poder darle una impronta personal a los vinos de Kaiken. En Agrelo ya empezó a jugar con Ancellotta y Bonarda, en Vistalba con Merlot, y prometió que se viene un blend de viñedos blanco a base de Pinot Gris y Semillón de Tupungato, que en 2016 dará que hablar. Sabe que la próxima cosecha será difícil por cuestiones climáticas; viene atrasada quince días la brotación por lluvias y el frío. Y los pronósticos son poco alentadores por la influencia de El Niño. No obstante, confía que se de eso de “primavera lluviosa, cosecha seca” , y se prepara para una cosecha muy extendida. Igual, Rogelio reconoce que todo lo nuevo pasa por los Aurelios, más allá de la confianza que se ha ganado, algo que es de gran ayuda para el por ser dos de los paladares con más recorrido del mundo. De sus críticas aprende mucho, al tiempo que sus aprobaciones son un baño que lo infla de confianza en su visión. Rogelio tiene muy bien definida cada línea de la casa. Los Kaiken Reserva son vinos para disfrutar a menudo, los Terroir Series vinos jóvenes para cambiar un poco y los Ultra para pensar. La precisa relación calidad precio y un estilo equilibrado en general son dos atributos muy reconocibles en los vinos de Kaiken, y que explican su éxito silencioso. Notas de cata: https://www.fabricioportelli.com/2015/11/06/obertura-cabernet-franc-2013/