La historia es la clave de los vinos más prestigiosos del mundo, y los franceses lo saben muy bien. Porque desde que Napoleón III, en la Feria Internacional de Paris de 1855, ordenó clasificar los vinos de Burdeos en función de la calidad de sus viñedos, esas etiquetas continúan siendo de las más valoradas. Entre ellas emerge (¿al galope?) Cheval Blanc, un Grand Cru Classé A de Saint Emilion; uno de los tintos más famosos del mundo, y quizás el vino de mayor producción en su categoría. Esta también es parte de la calve del éxito de un vino, ya que es muy fácil hacerse de un nombre con pocas botellas. Lo difícil es defenderlo cosecha tras cosecha con una producción importante tal que se pueda disfrutar en todos los rincones del planeta.

Y qué tiene que ver esto con la Argentina, por suerte mucho. Porque dese hace dieciocho años Cheval Blanc decidió invertir su experiencia y prestigio en un proyecto mendocino. Hacia fines del siglo pasado el grupo de marcas de lujo LVMH (Möet Hennessy Louis Vuitton) ya era propietaria en nuestro país de Chandon y la flamante bodega Terrazas de los Andes. Pero en una de las tantas recorridas de viñedos de Roberto de la Mota (enólogo original del proyecto) junto a Hervé Birnie-Scott (el responsable enológico de la casa hoy en día) y a Pierre Lurton, (director general de Cheval Blanc), pasó algo diferente.

En un antiguo viñedo de Malbec puro, pre filoxérico y con pie franco, plantado en 1929 (según documentación aunque se cree que puede ser anterior) en Las Compuertas, al pie de la Pre-Cordillera, Pierre Lurton sintió algo que lo movilizó, el paisaje que rodeaba a esa viña tradicional con riego por surcos, con esas viejas plantas y con un carácter de uva propio.

Al día siguiente, degustando de los tanques los vinos recién elaborados de la cosecha 1999, se sorprendió con un Malbec en particular, sobre todo por su frescura natural distintiva. Casualidad que se transformaría rápidamente en causalidad, ese vino había sido elaborado con uvas de esa pequeña vieja finca que tanto lo había impactado.

Y no dudó, había llegado el momento de crear el Primer Grand Cru Classé de la Argentina. Al principio fue un vino que combinaba Cabernet Sauvignon (en representación de Burdeos) y Malbec (por el lado de Mendoza). Pero a lo largo de todos estos años esa combinación ha ido evolucionando. Gracias al aporte de Cheval Blanc, pero también a la evolución del vino nacional. El Malbec comenzó a superar en proporción en el blend al rey Cabernet, y los otros cepajes tintos bordeleses tuvieron su oportunidad (Merlot, Cabernet Franc y Petit Verdot).

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La cosecha de la suerte

La 2013 es la décimo tercer edición del Cheval des Andes en el mercado (sí, la 13), aunque ya descansan en bodega la 2014 que viene con más Malbec que nunca (96 puntos, Tim Atkin, Reporte 2017), la 2015 (¿el más delicado?) y la 2016.

Desde hace unos años el joven enólogo italiano Lorenzo Pasquini (28) es el responsable del vino. Un romano muy comprometido con su trabajo y el desafío que le toca. Describe las tres etapas de vida de Cheval. La fundacional en donde Francia mandaba (por el Cabernet Sauvignon), la segunda en la que el Malbec demuestra todo su potencial y la tercera (actual) en busca de vinos menos generosos y más equilibrados.

Para presentar el flamante vino, Lorenzo eligió hacer un recorrido en sulqui por la finca junto a un grupo reducido de periodistas, del que Infobae participó. Parando en tres rincones seleccionados para degustar los tres componentes de este año que formarán el Cheval des Andes 2017; Malbec, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot.

Él sabe que en este tipo de vinos la mano del enólogo es lo menos importante, y que no se trata de un cambio de estilo, sino de mostrar un trabajo minucioso que se lleva a cabo en la viña todos los días, de manera muy artesanal, pero aprovechando los beneficios de la tecnología de punta. Junto al Ing. Agrónomo Luis Coita Civit recolectan todo tipo de información del suelo y del clima, ya sea por análisis de la evapotranspiración de las plantas como por mapeos electromagnéticos de los suelos. Para lograr esas pequeñas sutilezas que hacen las grandes diferencias en los mejores vinos del mundo hay que entender a cada planta para poder aportarle solo lo que necesita, fundamentalmente en lo que a riego se refiere. Son trabajos básicos al servicio de Cheval des Andes y su filosofía. Y eso quedó demostrado en la viña, degustando vinos del año elaborado con uvas de plantas con diferentes vigores (cantidad de hojas), suelos, riegos y momentos de cosecha.

“Son estas diferencias las que nos animan a seguir, esto es viticultura de precisión, estar atentos a los detalles y las diferencias en el viñedo, seleccionar y analizar cada ecosistema dentro de la finca para elegir lo mejor para el vino. Las tareas de precisión son el camino para lograr la evolución”, agrega Pasquini.

Desde la llegada de Lorenzo en 2012 la idea central de evolución es lograr una mayor frescura de la mano de la acidez natural. Y para ello cuenta con el apoyo total y asesoramiento de Cheval Blanc quienes lo visitan cuatro veces al año, con Pierre Olivier Clouet a la cabeza. Esto evidencia que el entusiasmo sigue intacto como desde 1999 y que el potencial del Malbec mendocino sigue siendo desconocido.

Una de las cosas que un gran vino debe respetar, además de su sentido de lugar, es la característica del año. 2013 fue una añada bien mendocina, con mucho sol y humedad hacia fines de abril (como 2003 y 2008), es decir bien típica. La intención de este vino es ser fiel a su estilo, mostrando esa variante de cosecha como la tipicidad del año, y que se note la influencia climática sin dejar de lado su mensaje complejo y elegante.

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El vino

El 2013 ya estaba hecho cuando llegó Lorenzo – proveniente de Cheval Blanc – pero lo más importante es que todo Cheval sigue una filosofía; “hay un legado pensado originalmente, por Roberto de la Mota y Pierre Lurton, y eso se mantiene. Es una visión que queremos expresar”, afirma el enólogo. Y agrega que el estilo de cada uno está al servicio de ese mensaje fundacional, complejidad antes que intensidad, equilibrio antes que potencia, y capacidad de guarda como una obsesión. “Porque un gran vino es el que viaja en el tiempo y puede envejecer pareciendo siempre más joven de la edad que tiene”.

Y si bien el enólogo no es tan importante, es la persona que hace el vino. Desde 2015 Lorenzo hace el blend (mezcla de las tres variedades) al primer invierno; antes se hacía un mes antes de embotellar el vino. Para el enólogo italiano “los componentes que parecen similares al principio después se van diferenciando mucho y tienen menos cosas en común para complementarse”. Como lo hace en la actualidad es más jugado, porque el vino ya está definido desde el vamos, pero se pueden ir ajustando detalles a lo largo de la crianza. Otro cambio reciente es la utilización de barricas de roble más grandes (400 y 500 litros), nuevas y usadas, francesas y también austríacas, para criar parte del vino. “No hay receta ni un período fijo, vamos degustando y decidiendo sobre la marcha. En la madera los vinos se clarifican naturalmente y hacen una micro-oxigenación muy respetuosa del vino. No queremos oler la madera en nuestro vino, y para eso trabajamos con cinco toneleros, degustándolos en sus barricas tres veces al año”, cuenta Lorenzo Pasquini.

El Cheval des Andes 2013 está compuesto por Malbec (67%), Cabernet Sauvignon (25%) y el resto con Petit Verdot (“la pimienta del plato).

Es para destacar la calidad del vino en una producción que oscila entre 60 y 80 mil botellas anuales. El 90% se exporta a 30 países, pero es muy importante para la bodega existir y ser entendido en la Argentina según el enólogo.

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Cheval des Andes 2013

Las Compuertas, Luján de Cuyo, Mendoza ($1400)
Blend de Malbec (67%), Cabernet Sauvignon (25%) y Petit Verdot, de aromas intensos y expresivos. Se nota la calidez del vino en sus dejos herbales y el carácter maduro de la fruta (que también refleja el lugar). Pero su paso es refrescante, de buen cuerpo, voluptuoso y con delicada fluidez. Paladar profundo, taninos incipientes, y notas de crianza sutiles que asoman en el final de boca. Mismo mensaje de siempre pero más cálido, un gran clásico argentino de la era moderna. Con buen potencial de guarda, en el que irá ganando elegancia y complejidad. Beber entre 2017 y 2022.
Puntos: 93

 

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Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.