Desde siempre, Barranca(s) arriba Fabricio Portelli 19/12/2019 Notas, Vinos Notas 1353 El 2019 se va terminando y realmente pasaron muchas cosas en el universo del vino argentino. Algunas llegan al público en formato de novedades o noticias, mientras otras no se ven tanto, pero están. Las dificultados de la coyuntura que año tras año propone la Argentina dificultan el desarrollo de muchas bodegas. Sin embargo, la dinámica del vino les exige caer siempre parados. Porque con cada cosecha se renuevan las esperanzas, además de los vinos. Las novedades siempre tienen mucha fuerza entre los consumidores, pero la consistencia es más importante, y a la larga termina siendo más valorada por los amantes del vino. Porque de eso se trata, no es cuestión de lanzar un vino al mercado, sino de comenzar una historia. Cabe destacar y recordar que la Argentina posee una superficie cultivada con vid de casi 220.000 hectáreas, repartidas en poco más de 24.000 viñedos, en 19 provincias, lo que representa el 3% de la superficie mundial, y posiciona al país en el quinto lugar como productor de vinos en el ranking global. Involucrando a más de 17.000 productores primarios que se reparten de Norte a Sur del país, y cosechan las uvas para que las más de 900 bodegas elaboren nuestros vinos, que llegan a más de 120 países. Esto significa que hay muchos tipos de bodegas, y cada una con su estilo de vinos y de comunicación. Y sin dudas, Pascual Toso pertenece al grupo de las que cultiva el bajo perfil, avalada por la consistencia de sus vinos. En 2015 hubo una gran movida en la casa porque llegó Felipe Stahlschmidt, un joven enólogo proveniente de Catena Zapata y con amplia experiencia. Hoy, con varias cosechas a cuestas en Toso, tiene un panorama muy claro de la actualidad de los vinos de su región, y, sobre todo, de su potencial. Cuando llego a Barrancas (Maipú) en la primavera de 2015 no se imaginaba todo lo que vendría en los próximos años. Recuerda que fue una gran decisión la que tuvo que tomar, y optó por la más desafiante; típico de un montañista profesional como es. Claramente conocía la región, pero la consideraba una más de la primera zona, opacada por el auge del Valle de Uco desde principios del milenio. “Sabía que se podría lograr una gran expresión del suelo, pensando en lo pedregoso de algunas zonas”, cuenta. Y entendía que era una zona de uvas maduras, que daban por ende vinos maduros y, generalmente, con mucha madera. “Sin dudas el Cabernet Sauvignon y el Syrah fueron las dos uvas que más me sorprendieron al llegar a Toso, no solo por los vinos que encontré del año al llegar, sino por los que había guardados en la bodega”, relata Felipe. Cultor también del perfil bajo y muy respetuoso de las tradiciones, se propuso trabajar en equipo, tal como el se había formado en su trabajo anterior. Y teniendo claro que las decisiones más importantes recaen sobre él, emprendió su camino en Toso con la intención de hacer historia. Y más allá que sabe de la importancia que significa la comunicación, desde la historia de la bodega y el concepto de los vinos, hasta su descripción cuando se descorcha una botella, estos cuatro intensos años fueron de retrospección, de trabajo a puertas cerradas. Primero para entender el nuevo punto de partida, y luego para fijarse objetivos vínicos, entendiendo y respetando que Toso elabora desde siempre sus vinos con uvas propias de sus viñedos en Barrancas. “Soy muy ordenado en los procesos y trabajos, pienso que algo de eso aporté”, explica Felipe, y agrega, “tuve que aggiornar algunas líneas de vinos en busca de más frescura, balance y fineza”. También puso foco en el seguimiento de la guarda, especialmente en barricas, mediante degustaciones diarias. Pero también hizo muchas labores en viñedos para entender mejor a los vinos. “Desde que llegué a Toso trabajo codo a codo junto con Gustavo Rosell (Ing. Agrónomo) para obtener mejoras en calidad desde el viñedo”, afirma. Al hablar del nuevo estilo de los vinos de la bodega siente que está logrando lo que pretendía, a partir del respeto por la expresión del terroir, y buscando un mejor balance y frescura. Sabe que para ello debe jugar con los momentos de cosecha, que para Barrancas significa comenzar en la tercera semana de enero. Motivado por la repercusión que empieza a tener, tanto del consumidor como de los clientes, sostiene: “me llegan muy buenas críticas, agradó mucho renovar la línea Estate y Alta, y hemos logrado volver a ser novedad, e incluso llegar a nuevos clientes”. Mirando hacia el futuro, el gran objetivo es colocar a Barrancas en la más alta consideración del público y la prensa, recuperando el prestigio que la llevó a ser considerada primera zona desde el siglo pasado. “Vamos a seguimos con un gran trabajo en Malbec y Cabernet Sauvignon, sin dudas nuestras principales variedades, y siempre concentrados en Barrancas, porque si bien se ha ensayado con uvas de otras zonas, para el estilo de la bodega preferimos seguir fieles al origen”, cierra Felipe.