Premier Grand Cru Classé A(rgentino) Fabricio Portelli 09/08/2016 Notas, Vinos Notas 2126 Cheval des Andes nació como un vino ícono, y ha vivido en carne propia la revolución del vino argentino de los últimos años. Creado como una combinación de dos culturas, la francesa y la argentina. La primera, de la mano de Cheval Blanc, símbolo de Saint Emilion y uno de los grandes vinos del mundo. Aporta al caballo la experiencia, la elegancia y su estilo al andar. La segunda, es claramente una enología más joven y por lo tanto cambiante, pero con bastante tradición vitícola. Y es ahí donde los Andes le aportan sangre y carácter. Desde 1999 este blend argentino ha pasado por varias manos prestigiosas, pero siempre con las mismas intenciones: ser un verdadero Grand Cru de los Andes. Primero fue Roberto de la Mota (argentino), luego Nicolás Audebert (francés) y hoy es el turno de Lorenzo Pasquini (italiano), siempre bajo la atenta mirada de Pierre Lurton, el alma mater de Cheval Blanc y Chateau D´ Yquem. El flamante enólogo de Cheval es uno de los tantos jóvenes que formaban parte del equipo de Pierre Lurton en Burdeos, es romano y estudió en Toscana, donde su familia tiene una finca. Lorenzo se unió en 2015, y si bien no tuvo participación en la cosecha 2012 de reciente llegada al mercado, ya está totalmente involucrado y hoy es el padre de la criatura, aunque su mano se sentirá plenamente a partir de esta añada. Es interesante como un vino para ser grande tiene que aprender a ser simple. Un vino de viticultor lo define Lorenzo, es decir, un vino que nace en la viña y en el cual el hombre sólo acompaña para poder expresar lo más nítidamente posible su carácter de terroir. Con la cosecha 2012 la bodega se propuso ir un paso más allá, a pesar de ser una añada cálida. Pero en este desafio Lorenzo no está sólo ya que cuenta con el apoyo de Pierre Olivier, director técnico de Cheval Blanc, uno de los dos originales Premier Grand Cru Classé A de Saint Emilion (el otro es Ch. Ausone). Con dieciséis vinos en su haber, el Cheval des Andes apuesta a una mayor elegancia y delicadeza, con más frescura. Son todas esas pequeñas sutilezas que marcan grandes diferencias en los vinos importantes. Lorenzo sabe que el origen del vino fue en 1998, con la intención fue redescubrir la historia de Burdeos a partir de los pasos del Malbec, que cómo se sabe llegó desde allí a nuestras tierras a mediados del siglo XIX. Sin dudas es un vino de equipo, porque a la filosofía o al concepto importado se le suman el suelo, el clima y la cultura del hombre argentino. En esa convivencia Lorenzo comenta que hubo un cambio de velocidad. Ahora se cosecha la uva al dente, cuando esta fresca (en 2016 fue muy importante). También se bajó la madera nueva, aunque sigue siendo un elemento muy importante para ellos. Y como la idea es buscar su aporte sin cubrir el fruta, ahora las barricas son mas grandes (de 400 y 500 l). Trabajan con toneleros a medida con quienes degustan tres veces al año todas las barricas. Las cosechas más recientes del Cheval sólo tienen entre un 30 y un 40% de paso por roble francés nuevo. Nada de esto se debe a una receta, ya que no existe ninguna para hacer un vino elegante, sino más bien responde a los sentidos. Por un lado tomar conciencia que existe un cambio general en los vinos del mundo, y por el otro intentar trabajar en los detalles para pulir lo más posible al vino, tal como se hace con las joyas. El Cheval es y debe ser argentino, pero cómo mantener la identidad con tanta influencia del Viejo Mundo es la cuestión. Un desafío que con los años se va definiendo y que queda bien demostrado con la supremacía del Malbec en el corte. Lorenzo es consciente que el 2012 no es el mejor vino que han hecho, y que hay cosas para mejorar. Pero lo importante es que están en la dirección deseada, buscando más complejidad y menos intensidad. Muy interesante propuesta para un vino top del cual se elaboran 60.000 botellas, y van por más. Se nota que el 2012 es de los Cheval más firmes pero con suma elegancia, y con el carácter de fruta en nariz interesante, sin llegar todavía a ser complejo. Como se sabe el Petit Verdot se coló hace un par de años entre el Malbec y el Cabernet Sauvignon. En 2013 el blend es 67% Malbec, 26% Cabernet Sauvignon y el resto Petit Verdot. En 2014, una añada más complicada, el Malbec llegó hasta el 83%. Y en 2015 se ha vuelto a la receta original de Malbec (70%) y Cabernet Sauvignon (30%) . Otro de los cambios en la elaboración tiene que ver con el momento en el que se realizan los cortes. Antes se hacían más temprano, ahora después de la maloláctica (en tanques), luego pasan de 2 a 3 meses en crianza por separado, y ahí se hace el blend para que todos los componentes se fundan. Al hablar de la cosecha 2016 Lorenzo asegura que sabían desde el principio que se venia un año lluvioso como el 1998, y se prepararon para ello. La merma natural del año por cuestiones climáticas fueron importantes, el rendimiento del Malbec fue de 25 qa/ha, mientras que el del Cabernet fue de 45 qa/ha y del Merlot 70 qa/ha (¿ingresará este clásico al corte en 2016?). ¿Y el famoso Cabernet Franc? “en Burdeos hay un buen Cabernet Franc cada 5 años, y es muy complejo como varietal” opina Lorenzo de uno de los cepajes más influyentes en el Cheval Blanc. Es evidente que el joven enólogo de 27 años estudió mucho el libreto antes de mudarse a Mendoza. Y por eso también se anima a innovar en la viña. Los suelos de Las Compuertas son mas arcillosos, menos pedregosos y el agua se retiene más. Van a hacer una represa para probar con riego por goteo en una parte de la finca, ya que el riego tradicional (por manto o surcos) no se puede adaptar a las nuevas exigencias de cada planta. Hace tiempo que Lorenzo quería venir a trabajar a la Argentina, pero el destino lo llevó luego de California a vinificar a Burdeos. No tiene dudas que la variedad que hay después del Malbec es el Malbec, y que se deben promover los lugares con sus diferencias. El 2012 propone un gran cambio de estilo para la bodega, que vende su producción un 40% en Estados Unidos, un porcentaje similar en Europa (principalmente en los países nórdicos. Alemania y el Reino Unido) y el resto en diversos países, incluyendo las 7000 botellas que quedan en la Argentina. El Cheval des Andes es un vino top argentino muy internacional, un blend que empieza a mostrar las influencias del clima y de los suelos, y que va ganando en sutilezas con cada añada. Esa sofisticación de su carácter no le resta pertenencia de lugar, más bien le suma personalidad, una personalidad made in los Andes, Argentina. Degustación de Cheval des Andes Cheval des Andes 2012 Cheval des Andes, Las Compuertas, Mendoza $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $930) Blend de Malbec (66%), Cabernet Sauvignon (26%) y Petit Verdot (8%), de aromas intensos pero muy equilibrados. Es expresivo, con delicadeza y con su fruta leve madura, con suaves toques especiados. De buena textura, delicada con cierta densidad, paladar franco y un final bien de frutas de baya. Sus taninos se sienten algo firmes y aún asoma la madera que va camino a integrarse. De buen volumen y con la frescura integrada, su trago no es muy persistente. Es un vino al cual la estiba le va a venir bien, no tanto para ganar elegancia pero si equilibrio de sus componentes. Beber entre 2016 y 2022. Puntos: 92 Cheval des Andes 2007 Cheval des Andes, Las Compuertas, Mendoza $ – $$ – $$$ – $$$$ Sus aromas son intensos e integrados, algo maduros y terrosos pero con fruta. La acidez marcada y con las notas vegetales típicas del Cabernet Sauvignon que sobresalen. Sus taninos finos pero firmes también hablan de ese varietal, y muestran las pretensiones de fineza. Pero el vino pasa por la boca con fuerza y una textura intensa. De entrada refrescante y sabores muy maduros, como si la evolución lo alcanzó más rápido que a otras añadas. Originalmente fue el más fluido de todos y el que menos potencial acusaba, y de los pocos elaborados con las 5 variedades de Burdeos (Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc y Petit Verdot). Beber entre 2016 y 2018. Cheval des Andes 2002 Cheval des Andes, Las Compuertas, Mendoza $ – $$ – $$$ – $$$ Sus aromas son austeros, con intensidad pero sin tanta expresión, aparece la madurez de manera muy sutil. De paladar franco y de buen volumen, fluido con taninos firmes, se mantiene muy vivaz en sus texturas, con una agradable evolución de sabores. De trago poco profundo, con la fruta madura, notas de especias y un final terroso. Se sostiene por el carácter del Cabernet Sauvignon, y así puede perdurar algunos años más. Beber entre 2016 y 2020.