Los grandes espumantes no nacen, se hacen Fabricio Portelli 27/03/2020 Bodegas, Novedades 1345 Si bien todos los planes de todos se han modificado ante la pandemia, la vida debe continuar, aunque por el momento no tengamos certezas de cómo. Por eso, y más allá de suspensiones lógicas de eventos y viajes, el tiempo sigue corriendo. En 2020 la bodega Rosell Boher cumple 20 años, mucho y poco dependiendo como se lo mire. Mucho, porque realmente el aporte de Alejandro “Pepe” Martínez y sus espumosos de alta gama revolucionaron el mercado, y en solo dos décadas ayudaron a posicionar a la Argentina como gran productor de ese tipo de vinos. Algo que estaba comprobado por otros, pero sin tanto foco en la alta gama. Y poco porque es mucho más el camino por recorrer que el recorrido hasta hoy, sobre todo teniendo en cuenta hasta dónde pueden llegar con sus vinos espumantes. Cabe destacar que fue la primera bodega nacional pensada desde el vamos para elaborar, casi en exclusiva, vinos espumosos top, y ayudar a dejar de envidiar a los afamados Champagnes. Y lo lograron. Claro que no están solos, porque las grandes bodegas también apostaron por vinos burbujeantes de ese nivel, y surgieron muchos otros vinos de partidas limitadas y método tradicional, con serias pretensiones. Hoy, el abanico es muy grande, aunque son pocos los que ostentan un carácter único y propio. Es que para ello no solo hacen falta ganas, sino también consistencia. La primera cosecha fue la 1999, de la cual casi no quedan botellas ni siquiera en la bodega o en la cava de los dueños. Y de ese mismo vino, el Grande Cuvée Millésimée, está al salir la 2016, recientemente degustado y probablemente destacado por Tim Atkin MW en su próximo Report. Pasaron dieciocho cosechas desde que nació este vino tan cuidado que solo salió en años especiales (99, 02, 05, 08, 09, 12, 13, 14, 15 y 2016), que reposa más de 40 meses sobre lías durante su segunda fermentación en botella. Aunque obviamente son más si se cuentan la 2017, 2018, 2019 y 2020 que está en plena fermentación. Blend de Pinot Noir (85%) y Chardonnay, de viñedos propios en Los Árboles; de los primeros plantados en las alturas más extremas del Valle de Uco. Todo esto, más el expertise de Pepe, que ya lleva más de 40 cosechas, hacen que sea un vino tan reconocible a ciegas como disfrutable. Es interesante también como la cosecha; es uno de los pocos espumosos nacionales “vintage”; se hace sentir. Ya que la 2016 fue lluviosa y más fresca, el vino resultó con una acidez natural de 7,9 gr/l, y un pH de 3,2. Eso lo hace más tenso y refrescante, y quizás le aporte un mayor potencial de guarda. Pero sus aromas y sabores son muy Rosell Boher. Amables y apoyados en las frutas rojas típicas del Pinot Noir, con un final persistente, y texturas cremosas y equilibradas de burbujas finas que no descansan. Lograr un vino así a lo largo de tantos años es una tarea muy difícil, que requiere sabiduría y paciencia, y también mucha memoria sensorial. Alejandro “Pepe” Martínez, ahora secundado por el joven enólogo Nicolás Calderón, se hace sentir en cada copa. Saldrá a la luz en breve, apenas pase todo esto. Y cuando eso suceda, será una de las mejores opciones para brindar fuerte. Obviamente por los 20 años de la bodega, pero también por la vida, y su continuidad. Nicolás Calderón, Federico Martínez, Pepe y Matías Torres García Rosell Boher Grande Cuvée Millésimée 2016