Sebastián Zuccardi (43) viene demostrando durante los últimos 15 años que todo llega. Porque si bien su camino vínico fue sinuoso, su destino siempre fue el mismo. Seguro que cuando estaba dando sus primeros pasos con Alma 4 su visión no era tan clara como ahora; porque el aprendizaje en el recorrido pule las ideas de todos; pero sus convicciones ya eran firmes.

Puede ser que su juventud contraste con su grandeza, pero poco a poco todos se van dando cuenta de su búsqueda, hoy más clara que nunca; hacer vinos de lugar. Pero no de cualquier lugar sino de su lugar. Del lugar donde nació y vive con su familia, del lugar donde crecen sus hijas, del lugar donde comparte con sus amigos el poco tiempo que la vorágine del vino le deja. Ese lugar, su lugar en el mundo. No concibe ser viticultor a distancia, a lo sumo se va hasta Barreal (Valle de Calingasta, San Juan) para compartir con Pancho y Nuria su pasión y visión en Cara Sur. Que sin ellos viviendo allí ese emprendimiento no sería posible y Sebastián no estará allí. Esas tres horas de viaje que lo separan desde su casa le sirven de mucho y le aportan mucho, porque allí él no pudo hacer lo que hizo en otros lugares de Mendoza. En Barreal solo se tuvo que limitar a adaptarse al lugar, a comprender esas viñas viejas de uvas criollas y a poder sacar lo mejor de ellas sin modificar su entorno. Y los resultados están a la vista. Eso es lo más lejos que, al menos hasta hoy, Sebastián puede ir para aportar lo suyo. Porque gran parte de su aporte es vivirlo, y para ello tiene que estar cerca.

Hace casi 9 años escribí esta nota https://www.fabricioportelli.com/al-infinito-y-mas-alla/ en alusión a lo que se venía en Piedra Infinita, por aquel entonces la bodega en construcción en Paraje Altamira. Totalmente sorprendido con sus flamantes vinos de finca 2012 (Piedra Infinita y Canal Uco), el Concreto (2014) que llegaría unos meses más tarde y hasta el primer Emma Bonarda (2013) del Valle de Uco. Era obvio que Sebastián no iba a parar y que su potencial era incalculable. Porque no solo desbordaba de pasión y ganas, sino que era un propietario hacedor con muchas ganas de trabajar, de descubrir, de probar y comprobar que sus ideas vínicas que empezaban a aflorar con claridad eran posibles. Claro, siempre apoyado en su equipo, su mesa chica con Laura Principiano en la bodega y Martín Di Stefano en los viñedos del Valle de Uco. “Al Infinito y Más Allá” fue un juego de palabras en alusión a lo que se estaba gestando en la bodega que luego ganara el Best of Vineyards durante tres años seguidos y fuera la primera en ingresar al salón de la fama de dicha competencia. Pero también hacía referencia a otras dos cosas, la juventud de ese equipo liderado por Sebas y la fantasía de pensar que todo era posible, como en las películas animadas.

Hoy, como testigo privilegiado que soy, puedo decir que Sebastián Zuccardi con sus 43 años recién cumplidos, es uno de mis grandes maestros. Por el tiempo que me ha dedicado durante todos estos años, por sus vinos, por sus enseñanzas y por todo lo que aún le queda para dar. Cada vez que me siento al lado de Sebastián lo escucho con mucha atención porque siempre saca un conejo de la galera. Pero no por hacer magia sino porque siempre está buscando dar un paso más allá. Así fue que una década después de poder cristalizar todo lo que iba viendo con su mesa chica en el departamento de I + D (Investigación y Desarrollo) que podía hacer en el Valle de Uco, vino la bodega. Una bodega diferente, porque si bien la finca que rodea a Piedra Infinita no está plantada como hoy la haría, sí la bodega, ya que siempre estuvo pensada para poder vinificar pequeñas parcelas. Es decir, siempre supo que la bodega debía ser una continuidad del viñedo. Y así comenzaron a llegar más vinos de finca y luego de parcela, casi de manera natural a medida que el conocimiento aumentaba.

Vinos de lugar y otros de viticultor

Enseguida, y después de innumerables viajes a zonas productivas del mundo en busca de inspiración, entendió todo; que lo suyo tenían que ser vinos de lugar. Pero cuando los lugares son tantos hay que elegir, hay que jugársela. Así llegó su gran apuesta por el Valle de Uco, sin dejar de aportar su visión en Santa Julia, la otra bodega de la familia. Pero el Valle de Uco también es grande y tiene muchas sub-regiones. Así fue que con los años pudo acomodar todos sus vinos en una pirámide simple, que no tiene tanto que ver con la calidad, pero si con la intención de lo que quiere reflejar en cada caso. Vinos de zona, son los Zuccardi Q porque cada varietal habla del Valle de Uco. Eso explica un poco el cambio estilístico que viene teniendo la línea en las últimas cosechas, salvo el Tempranillo que, por ser el fundacional y un vino muy querido para la familia, sigue siendo de Maipú. Pero el concepto de la línea hoy está más claro que nunca. Porque cuando nació con las cosechas 1997 (Tempranillo) y 1999 (Chardonnay, que aún está vivito y coleando), las ideas de grandes vinos argentinos pasaban por otro lado. Y si bien ya los Q no son la máxima expresión de los Zuccardi, si son el fiel reflejo de una zona (Valle de Uco) y con un estilo más actual. Después, en esa pirámide de Sebastián, vienen los vinos de pueblo. Esos son los Polígonos, donde cada variedad trata de resaltar lo mejor de su pueblo de origen, siempre en el Valle de Uco. Y fueron grandes sorpresas las que llegaron de la mano de esta línea, sobre todo gracias a blancos como Albariño, Verdejo, Semillon, Sauvignon Blanc, Chenin y Riesling, entre otros.  Si seguimos escalando en la pirámide llegan los vinos de paraje, con los Aluvional y el Fósil. Cabe destacar que, con Aluvional, Sebastián se recibió de viticultor respetado y admirado por sus pares, porque si bien el Tito Zuccardi fue su primer vino en la bodega, con Aluvional él empezó a enamorarse del Valle de Uco. Y si bien fue la línea más clásica de todas las surgidas en su I + D, fue innovadora en muchos sentidos. En primer lugar, fue uno de los primeros vinos de lugar porque en su etiqueta figuraba la región de donde provenía el vino, pero no la variedad. Dando por sentado que el Malbec no era tan importante como el origen de la uva en el estilo de esos vinos. Y cuando ya estaban determinados los tres orígenes para los Aluvional tintos, nació Fósil (2016), la primera búsqueda de gran vino blanco por Sebastián. Y con esos cuatro vinos, este concepto de vinos de paraje quedó muy bien explicado. A medida que seguimos subiendo en la pirámide de los vinos de lugar, el origen se va acotando, pero eso no tiene que ver con la calidad de la uva sino con la posibilidad de transmitir un carácter más nítido dentro de las botellas. Con ese precepto nacieron los vinos de finca, todos de Paraje Altamira. Dos de ellos con el Malbec como estrella; en el galardonado Piedra Infinita y en el Canal Uco; y uno con Cabernet Sauvignon (Finca Los Membrillos). Y, por último, los vinos de parcela, Gravascal y Supercal, dos vinos que le han traído muchas alegrías a la bodega, no solo por los 100 puntos logrados en más de una oportunidad, sino por ser la coronación a un trabajo, el premio a una visión, el final perfecto de una película infinita. Son la interpretación del viticultor en su máxima expresión, porque al ser pequeñas parcelas con suelos diferentes y que dan vinos diferentes, el equipo puede poner mucho más foco en los detalles, tanto en el viñedo como en la bodega, donde se busca intervenir lo menos posible, pero lo suficiente como para lograr vinos con la personalidad y el estilo buscado.

Siempre un paso más allá, fiel a un estilo

Con Sebastián Zuccardi siempre queda mucha tela para cortar, y por suerte muchos más vinos para conocer. Porque también están los que él llama “vinos de viticultor”, una categoría para incluir a sus vinos especiales; Concreto, José Zuccardi, Emma, Tito y el Blanc de Blancs. Todos vinos que han experimentado una delicada evolución en sus perfiles, cada uno ocupando un lugar definido, no solo en el portfolio sino en la propuesta de vinos argentinos. El Concreto, es un Malbec moderno y con toda la fuerza de la montaña, resaltada por su vinificación en vasijas de concreto. El José Zuccardi, el gran vino en homenaje a su padre, un clásico moderno, de los pocos que tiene 100% paso por madera (18 meses en grandes toneles). Hoy Malbec con aportes de Cabernet Franc, de taninos finos y con gran potencial. Emma y Tito, otros dos vinos homenaje a los fundadores generacionales de esta gran familia del vino argentino, un Bonarda (hoy del futuro) y un blend impetuoso. Y el Blanc de Blancs, ya entre los mejores espumosos nacionales.

Pero Sebastián siempre quiere ir un paso más allá, no por querer innovar todo el tiempo ni por intentar llamar la atención, sino porque su pasión lo mueve y lo va llevando. Por eso las novedades en sus vinos se dan en varios planos. Por un lado, en la línea Aluvional, que cambió por fuera y, también, por dentro. Al principio no entendí el por qué dejar atrás el estilo de un vino consagrado y “cambiarlo”. Pero luego fue evidente. Porque cuando uno degusta todos los vinos de lugar de Sebastián entiende cuál es su visión e interpretación de cada lugar, pero sobre todo el estilo de los vinos que busca, no solo para tomar sino para que evolucionen eternamente en botella. Con esa visión fue modelando todos los vinos anteriores y dando vida a los nuevos. Y así nace Botánico, un gran vino blanco de lugar a base de Chardonnay de Gualtallary Monasterio. Su mensaje también se aprecia muy bien en los vinos de finca entre los cuales también hay novedades. Un Chardonnay de Finca Las Cuchillas (San Pablo), un Semillon de Finca Los Membrillos (Paraje Altamira) y un Malbec de Finca Las Cerrilladas (Gualtallary Monasterio). Es decir que Sebas siempre va un paso más allá, pero de manera consistente porque el camino lo lleva y no va empujado por la necesidad de la novedad.

Hoy, si uno prueba un vino de zona (Zuccardi Q), luego un vino de pueblo (Polígonos), después un vino de paraje (Aluvional), más tarde uno de finca (Piedra Infinita), y al final uno de parcela, puede percibir un hilo conductor, una línea que atraviesa a todos los vinos. Un mensaje en cada botella que se hace más nítido a medida que se sube en la pirámide. Todos son expresivos, pero los de finca mucho más austeros que los otros. Todos con la misma frescura, pero esta se siente cada vez más integrada a medida que el origen es más preciso. También todos poseen texturas (taninos), pero mientas que los Q se sienten más granulosos, en la finca son finos y firmes, de esos que secan sin agredir, que están para resaltar las sutilezas. Y por último la estructura, mucho más compacta en los vinos más top. Pero casi todos con una concentración similar, porque todos son fluidos y “drinkables’, como diría Brascó. El tema es que cada línea de vinos va diciendo cosas diferentes en su paso por boca. Y al final, no hay tanta distancia entre el vino de zona y el vino de parcela (la base y la punta de la pirámide), porque el estilo es el mismo. Pero si bien las diferencias se vuelven sutiles, son esas pequeñas sutilezas las que hacen grandes diferencias si es que se les presta atención a los vinos. Y después, el tiempo en botella dirá. Porque aún no sabemos hasta dónde pueden llegar estos vinos, pero lo que sí se puede ir apreciando es que con 5 / 7 años los vinos se mantienen como nuevos, es decir que no pierden su vivacidad en la botella, y mantienen intactas su frescura y sus texturas. Y si así están con casi 10 años, por qué dudar de cómo van a mantenerse por los próximos 20, 30 o 40 años, ya que tienen lo que tienen que tener, sin que les sobre concentración ni nada que pueda caerse con el paso de tiempo. ¿Serán los vinos guardados del futuro? Esa una pregunta interesante que empezará a responderse de a poco.

Seb El Constructor

Sebastián es un apasionado de lo que hace y le gusta compartirlo, no tiene secretos porque los lugares que ha elegido son únicos, y su interpretación de ellos hacen que sus vinos sean más únicos aún.

En la última cata que compartimos en Chila con motivo de la presentación de las nuevas añadas de los vinos de finca y parcela, y luego de haber pasado juntos 48 horas en su bodega, volvió a deslumbrarme con sus palabras. Y en ese momento entendí de dónde venimos y hacia donde vamos, vínicamente hablando.

Con todo respeto a lo que se hacía hasta hace poco, sostengo que hoy se hacen los mejores vinos argentinos de nuestra historia. Pero esto va más allá de eso. Se puede decir que, hasta los ochenta, salvo muy pocas excepciones, los vinos se “fabricaban”. Había un mercado que demandaba, y mientras los ingenieros agrónomos eran responsables por conseguir los kilos de uva necesarios, los enólogos debían transformarlos en vino. Vinos que se tomaban y disfrutaban, pero sin prestarles mucha atención. Luego llegaron los noventa y con esa década la necesidad de revitalizar el negocio porque el vino ya no se vendía como antes. La convertibilidad permitió la tecnificación y muchos empezaron a “elaborar” vinos desde la viña, usando varietales elegidos. La calidad venía desde el viñedo y en la bodega se buscaba moldearla para cada segmento y así poder conquistar mercados, sin perder de vistas las modas. Y en eso sigue la mayoría que, por suerte, evolucionó y entendió que la clave no está en hacer lo que el mercado de turno pida sino el mejor vino posible de cada lugar.

Pero Sebastián Zuccardi no fabrica ni elabora vinos, los construye. Sí, por eso es Seb El Constructor. Porque construir un vino es mucho más que elegir el lugar. Es entenderlo antes de plantarlo para poder elegir no solo las mejores variedades sino el mejor sistema de conducción y riego para aprovechar cada sector de cada parcela. Es imaginar, mucho antes de plantar, en la exposición y en la influencia del clima sobre cada racimo. Todo eso en función al vino buscado, pero no solo eso. Porque Sebastián ya tiene un estilo definido. Y por eso la bodega está concebida ciento por ciento para elaborar en vasijas de concreto, en general de pequeños volúmenes para poder microvinificar los cientos de parcelas seleccionadas. Y así entender si hay que remontar más o menos, si hay que usar 100% racimo entero o menos. Todos los días, alguien del equipo de Sebas degusta todos los vinos, sin importar si son los de finca, de los cuales solo se hacen 2000 botellas aproximadamente. La idea es no dejar nada librado al azar y entender cada detalle de cada vino a resaltar. El concreto, algo muy arraigado en la familia, es el material más noble para Sebas, por eso es el elegido. Las últimas vasijas de roble se compraron en 2014, y se utilizan muy poco en muy pocos vinos.

Así, una vez que la uva (muy cuidada) llega a la bodega y a su vasija, el seguimiento es minucioso para asegurarse que cada vino cumpla con su objetivo. Y cuando está, a embotellarse y al mercado. Es un proceso de mucha cabeza, mucha observación, mucha decisión y la justa intervención; la arquitectura del vino.

Esta forma de trabajo le ha permitido obtener en los últimos años varios 100 puntos, pero mucho más importante que eso, el respeto y admiración de productores colegas de todo el mundo que ven en Sebastián Zuccardi un gran productor con el alma y la pasión de un pequeño productor consagrado. Porque en lugar de elaborar dos o tres vinos en una reconocida apelación del Viejo Mundo, hace decenas de etiquetas en una zona que va ganando reconocimiento mundial, y todas con el mismo estilo.

Así, “Seb El Constructor” sigue construyendo su propia historia, influyendo como pocos en la evolución del vino argentino.

10 vinos construidos por Sebastián Zuccardi

Zuccardi Polígonos Tupungato Semillon 2022

Zuccardi Valle de Uco, Tupungato $7700

Con la uva proviene de un parral de 1974 de un pariente de la familia, se logra un blanco de buena frescura y tensión, con buen cuerpo. No es muy profundo sino más de ataque, pero con la austeridad que caracteriza al varietal. Para el viticultor, 2022 fue una cosecha excelente por las temperaturas más frescas. Por eso, este vino joven puede seguir evolucionando favorablemente en botella sin perder sus atributos. Beber entre 2023 y 2025. Puntos: 91

Zuccardi Concreto 2022

Zuccardi Valle de Uco, Paraje Altamira $12.000

Si bien esta cosecha está al caer, este vino viene desde 2014 manteniendo un estilo y una línea inconfundible a pesar de su crecimiento. Y en esta 2022 se percibe hasta algo floral en sus aromas, como siempre frescos. De muy buen carácter frutal y más expresivo, con la tensión de un año fresco. Jugoso y más puro en su mensaje de fruta; golosa, pero equilibrada por la tensión. Es un vino que se disfruta más de joven, por la fuerza de sus expresiones. Beber entre 2023 y 2025. Puntos: 93

José Zuccardi 2021

Zuccardi Valle de Uco, Paraje Altamira $16.900

Blend de Malbec con Cabernet Franc fermentado en piletas de concreto y criado 18 meses en foudres de roble usados de 2500 litros. Sin dudas, es lo más clásico que hace Sebastián en el Valle de Uco, aunque se trata de un tinto de aromas expresivos, con un carácter frutal bien de Altamira, con frutas rojas ácidas. De buen cuerpo y paladar frutado franco, equilibrado, con buen volumen y agradable final. Beber entre 2023 y 2028. Puntos: 94,5

Zuccardi Fósil 2021

Zuccardi Valle de Uco, San Pablo $27.700

Chardonnay elaborado con uvas de Estancia San Pablo, a 1400m, se fermenta con levaduras autóctonas, el 70% en vasijas de concreto y el 30% restante en barricas usadas de 500 litros, sin hacer maloláctica. 2021 fue una cosecha excelente y fresca para Sebastián Zuccardi, que logró un blanco austero, con leves dejos de copos de maíz que se asocian al varietal. De paladar franco y tenso, con todo integrado. De trago no muy profundo, pero con buen cuerpo y cierto agarre. Un vino certero y con gran potencial. Beber entre 2023 y 2029. Puntos: 94,5

Zuccardi Botánico 2021

Zuccardi Valle de Uco, Gualtallary Monasterio $27.700

Es la primera cosecha de este Chardonnay elaborado 50% en concreto y 50% en barricas de 500 litros, sin maloláctica. Es uno de los nuevos vinos de paraje, elaborado con uvas de las flamantes fincas Las Cerrilladas y Las Jarillas. De aromas bien austeros y con una frescura tensa y a la vez integrada. Todavía joven y muy vertical en su trago, más allá de su buen volumen. Sobre el final asoma leve una nota de fruta blanca ácida que aporta profundidad. Beber entre 2023 y 2031. Puntos: 95

Zuccardi Aluvional Gualtallary 2019

Zuccardi Valle de Uco, Gualtallary $27.700

La obsesión por la coherencia llevó a Sebastián Zuccardi a cambiar el estilo de esta línea, por fuera y por dentro. Acá hay un tinto voluptuoso y con buena tensión, con toques herbáceos en sus aromas y una fruta más negra que roja en su paso por boca. Fiel a la zona, resulta un Malbec austero muy apoyado en las texturas integradas. Con mucho potencial. Beber entre 2023 y 2029. Puntos: 95

Zuccardi Piedra Infinita 2019

Zuccardi Valle de Uco, Paraje Altamira $60.000

Este Malbec, es uno de los mejores exponentes nacionales. Nació con la cosecha 2012, y es el fiel reflejo de la evolución de la categoría, que en esta cosecha es más Malbec del futuro que nunca. Con aromas más compactos y precisos, una frescura integrada y un paso bien consistente. Hay frutas rojas, con texturas muy finas y buen agarre, que aporta tensión y profundidad en boca. Fluidez con buen volumen y un final largo y austero, sobre todo por tratarse de un Malbec. Un vino con gran potencial. Beber entre 2023 y 2029. Puntos: 97

Zuccardi Finca Las Cerrilladas 2019

Zuccardi Valle de Uco, Gualtallary (llegando al mercado)

En esencia se nota la misma intensión que en el Piedra Infinita, por sus aromas austeros y frescos, pero algo más expresivos, porque se perciben frutas negras y especias. De muy buena frescura y una gran fluidez con consistencia que lo hace sentir más equilibrado en su trago. Esa mayor agilidad le quita austeridad y profundidad, pero le aporta más gracia al final de boca. Beber entre 2023 y 2027. Puntos: 95,5

Zuccardi Piedra Infinita Supercal 2019

Zuccardi Valle de Uco, Paraje Altamira $93.000

Este vino nace en un suelo corto sobre un reventón, y como los demás vinos top de Altamira, es elabora 100% con racimo entero. Es imposible no pensar en su hermano Gravascal. Aquí hay algo más rojo en su mensaje, con mayor fluidez y verticalidad, trago profundo, con dejos de frutas negras. Sus aromas son integrados y siempre austeros. Es un tinto delicado en sus expresiones y consistente en su trago completo, y con una estructura que ostenta gran potencial de guarda. Beber entre 2023 y 2029. Puntos: 97

Zuccardi Piedra Infinita Gravascal 2019

Zuccardi Valle de Uco, Paraje Altamira $93.000

Este vino se elabora desde 2016, y siempre con uvas provenientes de una parcela con suelo intermedio (50 cm). De aromas austeros y algo compactos, más de frutas negras con dejos herbales. Su paladar es consistente y fresco, con más profundidad que su hermano (Supercal). Profundo y con un agarre diferente, buen cuerpo y fluidez, con texturas granulosas finas que resaltan su final de boca muy equilibrado. Un tinto con mucho carácter. Beber entre 2023 y 2030. Puntos: 97,5

Sobre El Autor

Hace 22 años degusté un vino por primera vez y supe que querría hacer de mi vida profesional. Compartir mi pasión; por eso me dediqué a comunicar el vino. Más de 30.000 vinos degustados y 20.000 publicados, más de 100 revistas editadas y miles de notas. Siete años en TV, cuatro en radio y seis en la web. Más de 20 exposiciones de vino organizadas y más de 30 concursos internacionales como jurado, además de muchos viajes a zonas vitivinícolas del mundo. Todo esto, simplemente me ayuda a conocer más, para poder compartirlo mejor.