Siempre se puede sorprender Fabricio Portelli 12/05/2015 Notas, Vinos Notas 1437 A veces creemos que será difícil sorprender a los nuestros con vinos, pero por suerte siempre hay algo bueno que compartir, sin que necesariamente sea nuevo. Se sabe que el vino es inabarcable, y en alguna medida es infinito, ya que nadie puede degustar todos los vinos del mundo; ni siquiera de la Argentina. Porque por más ganas que le ponga, en algún momento de la carrera llegarán las nuevas cosechas, y así el acumulado por degustar siempre será mayor al degustado. Pero es esa inmensidad la que atrae. Muchas veces nos toca ser el referente de nuestro grupo de pertenencia; el conocedor que trae los vinos raros. Claro, raros para muchos que no están en tema pero que disfrutan hasta las últimas gotas en la copa. Y está bien que así sea porque cada cual tiene sus intereses. Ahora bien, hacemos memoria de qué llevamos al último asado, o cuál fue el vino que deslumbró a los suegros, o qué vino servir hoy para compartir con tu pareja. Está claro que se puede repetir, y que está bien fanatizarse, pero lo cierto es que el vino propone diversidad, y más allá de las bodegas, variedades o regiones preferidas, el cambio entretiene; porque propone un nuevo descubrimiento. Me pasa muy seguido, mucho más de lo que creen, encontrarme con vinos que no conozco. Y ante ellos me rindo, porque necesito probarlos para poder concretos; sin que ello signifique no disfrutar a menudo vinos conocidos. Acá va una selección de vinos degustados recientemente que me sorprendieron de diversas formas. Empiezo por os blancos, imaginando un orden hipotético en la mesa. El Mariflor Sauvignon Blanc 2013 de Rolland es un exponente diferente. Bien para la mesa por su cuerpo y estructura, pero también fragante como esos que se disfrutan más por copa. No es nuevo; ya que va por su séptima cosecha; pero incluso si encuentran alguno guardado, hay que darle la oportunidad, porque tiene estructura para evolucionar bien. Otra “rareza” es el Pulenta Pinot Gris 2014. También con cuerpo y agarre. Se nota que es un vino pensado para comer. Parece austero, pero al abrirse en la copa suelta su gracia. Y otro blanco que me llamó la atención fue el Chardonnay Reserva de Santa Julia 2013; una línea totalmente renovada y muy recomendable. Además de ser un best value, es un blanco con mucha tipicidad varietal e incluso con un carácter fresco que habla del lugar; Valle de Uco. Un vino muy conocido, de una variedad muy conocida, que igual se las arregla para sorprender. Y si sorpresas queremos dar a manos de un cepaje tradicional, el Cara Sur Criolla 2014 es una buena opción. Porque no hay otro exponente varietal con tantas pretensiones. Un vino que demuestra el potencial de San Juan; curioso, diferente y muy tomable. Sobre todo al pié de la parrilla, junto al parrillero, bien fresquito. Si queremos algo con más cuerpo, pero también de paladar suelto, el Malbec 2013 de LJW es una alternativa. Un vio joven y agradable de beber, que lleva la firma del joven enólogo tocayo mía, Fabricio Orlando. Pero si se quiere salir un poco del cliché, e incluso ahorrarse algunos pesos, el Merlot de Saurus 2014 es la fija. Un tinto amable y muy completo, que da mucho más de lo que pide. En la misma linea de expresión austera se encuentra el Capitán Reserva Cabernet Sauvignon 2012 de Finca Adelma. También están los que gustan de un gran blend para lucir con el plato principal. Ahí recomiendo el De Sangre 2012 o si son más tradicionalistas, el Montchenot 2004. Ambos, son vinos que con su carácter definido y muy reconocido, sorprenden en las copas. Porque dicen muchas cosas, y acompañan el momento. Ya sabemos, que lo importante del vino va más allá de lo que hay en las copas, y siempre pueden sorprendernos.Y para el final, por qué achicarse. Pasan los años y el Brut de Rosell Boher confirma por qué es uno de los “nuevos” espumantes preferidos de los argentinos.