Todos para uno, uno para todos

Conocidos tengo muchos, pero amigos muy pocos. Y seguro a vos te pasa lo mismo. Cuando te pones a pensar en el amplio significado de la palabra “amigo”, te das cuenta que no son tantos los que te rodean. Porque si te la das de Roberto Carlos, no podes dedicarle el tiempo que se merecen. Es como seguir a miles de personas en Twitter. Claro que podes si queres, o si lo usas como reciprocidad, pero en definitiva el otro sabe que es imposible que puedas seguir los posteos de todos.

A lo largo de mis 45 años me he quedado con pocos. Gusti que me acompaña desde sala de 4. Anu que me ayudó a crecer en la secundaria. Pita y Pompo, sin quienes no me hubiera podido recibir en la facu. Y Ernest en el mundo del vino. A ellos no los veo muy seguido; es más pueden pasar meses sin vernos, pero cuando te sentas al lado de ellos es como si el tiempo no hubiera transcurrido desde la última vez. Algo parecido te debe pasar a vos con los tuyos.

Se viene el día del amigo. Un día especial porque celebra la amistad, y si bien lo festejas a lo largo del año y en innumerables ocasiones, esta debería ser especial.

Y para hacer del momento uno inolvidable, el vino puede ayudarte mucho. Pero no para regalarlo, sino para descorcharlo con tus amigos. Obvio que el vino no es lo único importante; el lugar, la comida, etc.; también influyen.

Te propongo que armes un programa distinto para esta semana que arranca con el día del amigo. Elegí a tu o tus amigos con quien queres celebrar la amistad. Pónganse de acuerdo en el lugar y en la comida; puede ser una tabla de quesos, pan y un buen oliva; siempre y cuando el vino sea protagonista. Y en lugar de ponerte a pensar en qué vino podes comprar para regalar, elijan entre todos un vino que quieran degustar y conocer, y que no lo han hecho hasta el momento porque no se dio, o porque no está al alcance del bolsillo. Pero si se juntan, y cada uno pone una parte, se hace más fácil. Vayan todos juntos a comprarlo y a elegirlo, porque ese momento también servirá para sellar un brindis eterno. La juntada puede ser larga y puede estar matizada con otros vinos o, por qué no, con otras bebidas para empezar; tragos, aperitivos o cervezas.

Pero debe haber un vino para todos. Uno especial, que les permita compartir recuerdos y que los acompañe en la charla pero sin pasar desapercibido. Tampoco siendo protagonista, pero si diciendo presente, como uno más alrededor de la mesa. Y si todos disfrutan juntos un vino, ese momento y esa botella, pasaran a formar parte del selecto grupo. Y cada vez que lo vean por ahí; en una góndola, en un restaurante o donde sea; los aromas, sabores y sensaciones de ese momento se aparecerán para recordarnos una vez más lo importante que es poder disfrutar y celebrar la amistad.