Dom Pérignon se ha atrevido a crear su quinta añada consecutiva: Dom Pérignon Vintage 2006.

Una decisión sin precedentes en la historia del considerado mejor champagne del mundo. Su búsqueda de la perfección lo lleva a atreverse a no declarar un Vintage cuando la añada no cumple con su ideal porque cada Dom Pérignon se crea a partir de las mejores uvas de una única añada.

La primera década del Siglo XXI ha sido prodigiosa según los expertos de Dom Pérignon, y bien podría encontrarse entre las grandes décadas de la historia, como los dorados años 20’s o los 60’s.

La maduración tardía de los vinos y las uvas se reflejan mutuamente en este vintage 2006. Madurez aromática, delicadeza y complejidad son tres términos que definen esta nueva añada.

Cada Dom Pérignon es un verdadero acto de la creación, a partir de sólo las mejores uvas, reinventándose a sí mismo, interpretando el carácter exclusivo de las estaciones. Con el deber de rendir testimonio, Dom Pérignon se comprometió en conseguir la más completa expresión de las diferentes añadas. El 2006 fue un año climáticamente irregular y las viñas crecieron de golpe. Después de la ola de calor de julio, todo se ralentizó bruscamente a causa de un mes de agosto frío y húmedo. Sin duda, este vintage se debe al mes de septiembre.

“Lo que hace del año 2006 tan único fue la tardía y anormal ola de calor, que aseguró una remarcable madurez. El gran riesgo del 2006 fue el no tomarse el tiempo suficiente como para darte la libertad de crear este vintage. Uno solo necesita ser paciente y reflexionar para encontrar el momento ideal para vendimiar. La vendimia, que duró cuatro semanas, fue una de las más largas que se recuerdan” comentó Richard Geoffroy, chef de cave de Dom Pérignon.

El tiempo es la clave de la ecuación de Dom Pérignon Esto es tan cierto tanto en la viña como en las bodegas.El tiempo prolonga todo lo que la naturaleza y la tradición tienen para ofrecer, abriendo un nuevo espacio para el creador de vinos, un espacio para la creatividad.

 

Una década prodigiosa

El clima se ha ido tornando gradualmente más cálido desde los 90’s. Hasta la fecha, los beneficios para la Champagne son unánimemente reconocidos: además de cosechas más regulares, se ha visto una mejora en la madurez y en las condiciones del viñedo. De esta serie sin precedentes de cinco añadas seguidas, cuatro han sido recogidas en un estado de intensa madurez. Está situación no ha tenido comparación en los más de trescientos años de cosechas de champagne.

A la hora de hablar de añadas solemnes, se puede destacar la madurez fenólica del 2003 y, en menor medida, la del 2005. Esta madurez está asociada al color y los taninos de la uva, y surge de las excepcionales condiciones climáticas. El champagne está estructurado, físico y a menudo concentrado: la dignidad y amargor de 2003, la “mano de hierro en guante de terciopelo” de 2005.

En cuanto a las añadas más generosas, destaca la aromática madurez del 2002 y del 2006. Los vinos parecían proceder de una naturaleza más clásica, pero se elevaban hasta el paroxismo, como la virtual sobre-maduración de la Chardonnay en 2002, con su sensual, cremoso y sorprendente cuerpo etéreo.

La generosidad del 2006 es superlativa, generosa y gloriosa. El vino es jugoso y suculento. Dom Pérignon 2006 expresa madurez, con un toque moderno que bien podría augurar otras, incluso más únicas, situaciones que están por llegar.

 

Tiempo es la esencia de la revelación del Champagne de Dom Pérignon

Según el estilo típico de Dom Pérignon, la maduración en bodega fue lenta, muy lenta. Las primeras señales de la “Plenitud” (la primera ventana de expresión) no aparecieron en juego hasta muy tarde. Durante mucho tiempo, el vino fue ampliamente dominado solo por la madurez de la uva. El envoltorio era aún demasiado esférico. Y no fue hasta 2015 que la extensión y la harmonía de esta primera “Plenitud“ finalmente se revelaron. La generosidad original (amplia y táctil) está reforzada por una clara estructura que aporta frescura y precisión. Se puede apreciar que la maduración del vino y las uvas de 2006 ciertamente se reflejan la una en la otra.

 

NOTAS DE CATAS – DOM PÉRIGNON 2006

La climatología de 2006 se puede describir como cálida y seca, aunque fue bastante variada. Mientras que julio fue tremendamente caluroso, agosto se mostró inusitadamente húmedo y fresco. Las temperaturas de septiembre, más propias del verano, provocaron que las uvas madurasen más de lo habitual, impulsando definitivamente la añada. La vendimia dio comienzo el 11 de septiembre y se prolongó durante prácticamente cuatro semanas.

 

En nariz

Delicadeza. Es la primera impresión que se desprende de su bouquet puro, aéreo y luminoso. Su delicado carácter floral y afrutado se despliega para evolucionar, rápidamente, hacia matices de fruta confitada, heno seco y unas notas tostadas, junto con destellos de regaliz.

 

En el paladar

“La opulencia de este vino- contenido, suculento y redondo en su naturaleza- se revela en boca.” Su manto se desliza y despliega hasta revelar la complejidad y la osadía de un champagne tan sedoso como cremoso. “El conjunto se funde en un exquisito amargor final teñido por el carácter salobre del mar.”

PRECIO: $3.950

 

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Dom Pérignon P2-1998

Además Dom Pérignon presentó La Segunda Plenitud que es el resultado de dieciséis años de elaboración en las bodegas. Dom Pérignon P2-1998 trasciende con insolencia el potencial de la vendimia. Los elementos opuestos y complementarios del ensamblaje resuenan con una intensidad cada vez más pronunciada. La persistencia aromática avanza como una ola que estimula de manera inquietante la naturaleza penetrante del vino.

PRECIO: $9.480

 

Acerca de Dom Pérignon

Dom Pierre Pérignon (1638-1715) era el maestro de la cava de la Abadía de Hautvillers en Épernay, y fue él en persona quien desarrolló un vino cuya extraordinaria calidad lo convertiría en el padre espiritual del champagne y uno de los grandes visionarios del mundo de la vinicultura.

Lo que este monje benedictino anhelaba era producir el “mejor vino del mundo”, y de hecho existen varios testimonios escritos que dan cuenta de su éxito entre los nobles de la época.

Además del descubridor de la forma de elaboración de los espumantes, Pierre Pérignon fue uno de los primeros productores en ensamblar vinos a partir de las uvas, así como también un pionero en la producción de vinos blancos con uvas tintas.

El champagne Dom Pérignon -cuya primera cosecha data de 1921- continúa hoy elaborándose exclusivamente con uvas Chardonnay y Pinot Noir de diez viñedos Grand Cru y con las vides más añejas de la Abadía de Hautvillers. Por otra parte, se trata de un champagne que se produce únicamente en años de cosechas excepcionales.

El estilo Dom Pérignon es una búsqueda renovada y constante del equilibrio absoluto entre las uvas Pinot Noir y Chardonnay. Actualmente, la decisión de producir una cosecha, así como también la delicada y precisa tarea del assemblage, está a cargo del chef de cave Richard Geoffroy.