El único aceto balsámico argentino elaborado con la fórmula original di Modena es de Acetaia Millán.

Ubicada en la localidad de Maipú, en la provincia de Mendoza, Acetaia Millán es la única empresa Argentina que ha logrado obtener para sus acetos balsámicos el certificado de envasado de aceto balsámico de Identificación Geografía Protegida (IGP) de Modena, otorgado por el prestigioso Consorzio Tutela Aceto Balsamico di Modena, organismo que controla la denominación de origen del producto a nivel mundial.
Es además la única casa elaboradora de la argentina que tiene al mando a un maestro acetero certificado, el primero de Argentina, el enólogo especializado también en aceite de oliva Gabriel Guardia, quien dirige Acetaia Millán y Olivícola Laur como su Gerente General.

Acetaia Millán, su aceto balsámico se destaca por la calidad de la materia prima utilizada y por el estricto proceso de elaboración que se ajusta a la receta tradicional italiana. Por sus características, se trata de un ingrediente premium y muy sofisticado, elegido por los especialistas para realzar una enorme variedad de platos, desde ensaladas y pastas, hasta postres, carnes y quesos.

El aceto balsámico es un tipo de vinagre originario de Italia que por su forma de elaboración y características organolépticas se distingue como un producto mucho más complejo que el vinagre común. De consistencia untuosa y sabor exquisito, cuando está elaborado correctamente armoniza a la perfección el dulce y el ácido. El resultado es un ingrediente sofisticado y muy versátil, ideal para realzar todo tipo de platos, desde postres y helados, hasta pastas, pasando por ensaladas, carnes, pescados, quesos y una enorme variedad de opciones más.

Acetaia Millán trabaja sobre una norma de certificación y formulación de el Consorzio Tutela Aceto Balsámico di Modena, organismo italiano que controla la Denominación de Origen del producto a nivel mundial y audita, por intermedio de un inspector que viaja todos los años desde Italia, su proceso de elaboración y calidad.

Fuera de Europa, sólo tres empresas están certificadas por el Consorzio Tutela Aceto Balsámico di Modena –: una canadiense, otra japonesa y la tercera es Acetaia Millán, una empresa Argentina, ubicada en Maipú, provincia de Mendoza, perteneciente a Familia Millán.

“Ser parte del Consorzio es un hito más de lo que nosotros hemos logrado con nuestras marcas. Es histórico ya que se trata de un organismo muy prestigioso, que también controla la denominación de origen del prosciutto di parma, del parmesano reggiano y de la grapa, entre otros productos. A nivel personal, ha sido una satisfacción gigante porque me convertí en el primer maestro acetero de la Argentina y de Latinoamérica. En este contexto, desde Acetaia Millán apuntamos a hacer escuela con un producto de tantos años, pero que tan poquito se conoce en nuestro país, lo que representa un gran desafío”. Destaca Gabriel Guardia, enólogo especializado en aceite de oliva, único maestro acetero del país y gerente general de Acetaia Millán y Olivícola Laur.

ELABORACIÓN ESTRICTA Y CUIDADA

Ubicada en Cruz de Piedra, departamento de Maipú, Mendoza, Acetaia Millán elabora su Aceto Balsámico siguiendo un estricto proceso que se ajusta a los requerimientos del organismo regulador al tiempo que le imprime al producto características distintivas que hablan del terroir y del expertise del maestro acetero.

El Aceto Balsámico de Acetaia Millán no posee conservantes, colorantes ni espesantes, y se obtiene a partir de dos únicos ingredientes: mosto de uvas blancas añejado y vinagre de vino. Acetaia Millán utiliza uvas de su propia producción, cosechadas en las viñas que también proveen a las bodegas de Familia Millán.

Gabriel Guardia cuenta que primero se realiza la cocción del mosto de uva y el vinagre de vino -elaborado con el varietal Ugni Blanc-, para su posterior añejamiento en barrica de roble francés o americano durante al menos un año. Luego del añejamiento, se cocina a fuego lento por una semana, aproximadamente, en un cocinador especial a llama. Cuando el volumen se reduce a la mitad, el producto logra la espesura y cremosidad deseada y adquiere ese equilibrio en el paladar, tan exquisito y característico del aceto balsámico.

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