Viaje de ida al planeta vino Fabricio Portelli 13/03/2015 Gastronomía, Notas, Vinos Notas 2071 Ya no hace falta viajar a Europa o Napa Valley para sentir haber llegado al primer mundo vínico. Hace rato que las bodegas nacionales no tienen nada que envidiar; con sus diseños, con sus historias, con sus tecnologías, pero por sobre todo con sus paisajes, están a la altura de las casas más prestigiosas, afamadas y visitadas del mundo. Sin embargo, el turismo enológico recién comienza a levantar vuelo por estas tierras. Y si bien hay rutas del vino en los diferentes centros vitivinícolas de nuestro país, hay mucho por mejorar. Es cierto que hay hoteles y restaurantes de primer nivel, pero también se nota que las bodegas han ido un paso más allá. Los servicios turísticos evolucionan, pero las largas distancias y la infraestructura de transportes a veces no contribuye al auge. Pero hay un lugar que parece de otro planeta; el planeta vino. Porque Casa de Uco tiene todo, un verdadero wine hotel. Un edificio futurista con la firma del arquitecto Alberto Tonconogy, que se erige al pié de Los Andes: Sí, porque más allá está el Manzano histórico y nada más. El predio posee 330 hectáreas de las cuales más de 70 están plantadas con vides, fundamentalmente Malbec. El confort, los detalles y las comodidades están dominadas por el diseño. Todo está pensado, nada está librado al azar. Estilo moderno pero con la calidez que dan los materiales nobles de la naturaleza (piedra, madera, etc.), única vecina de Casa de Uco. Cuenta sólo con nueve suites y siete habitaciones, todas muy amplias y con vistas increíbles. A lo lejos se puede apreciar el gran valle que alberga a muchas de las bodegas más importantes del país; el Clos de los Siete se ve claramente desde todos los balcones. Pero la clave no está en el edificio y sus muebles, ni en los libro objetos, ni en los artefactos decorativos; sino en el concepto. Porque se trata de una gran casa, con un amplio living. Y si bien funciona día y noche como un restaurante abierto al público, para los huéspedes hay sectores exclusivos, de manera tal que nunca se sienten invadidos. Al ser pocos hospedados, la calidez del servicio se percibe a cada paso. Hay un reconocimiento y un cuidado, una verdadera atención al huésped. Y si a todo esto le sumamos los placeres gourmet, una cava con más de cien etiquetas, dos cocineros dignos de Elgourmet.com y un sommelier profesional, se entiende por qué se parece tanto al paraíso del vino. Pero es no es todo porque el proyecto incluye además un real estate de vinos. Escaparme a Casa de Uco en familia fue uno de los aciertos más grandes de mi carrera profesional, porque pude disfrutar de la imponencia de Los Andes, con sumo confort y disfrutando del vino en todo momento. La barra ostenta una carta de tragos ideada por Tato Giovanonni con tragos curiosos como el Gin Tonic de Tuna (la cosechan por ahí), un Negroni de autor añejado, o un Bloody Mary con pimientos y tomates secos ahumado, entre otros. Para los que prefieren sin alcohol, recomiendo el Membrizano, un jugo orgánico combinado de membrillo y manzana. A la hora de sentarse a la mesa hay de todo para elegir, más que en muchos de los mejores restaurantes palermitanos. Una crocantina de algarroba con vegetales de la huerta (tienen dos, de donde sacan todo lo que emplean en la cocina), una ensalada de sandía, pepinos y boconccinos que encantó a mi mujer. Obviamente las clásicas empanadas mendocinas están, pero llegan a la mesa con mucha onda, y una súper hamburguesa para delirio de los chicos. De los principales hay una Bisteca de ternera con papas rotas y chimichurri de frambuesa, acompañada con una salsa criolla “peinada”. Un trabajo tan delicado que casi da lástima comérsela. También un Risotto de remolachas y almendras que le fue muy bien al vino de la casa. El Casa de Uco Súper Premium 2012, un Malbec importante y equilibrado, moderno y expresivo, elaborado bajo la atenta supervisión del flying winemaker Alberto Antonini. El chef Pablo Torres también se luce con los postres. Todo esto explica por que reciben tantos visitantes al mediodía; simplemente porque es un restaurante de primer nivel en medio de la nada misma. El sommelier Juan Pablo Nieva no se queda atrás, además de elaborar los tragos y recomendar el vino de la casa, ha seleccionado otras cien etiquetas que le permiten mostrar las bondades de nuestros terruños a los turistas que llegan de todo el mundo. Y en la cava subterránea brinda degustaciones personalizadas para no más de veinte personas. Por su parte, Juan Tonconogy (hijo del arquitecto) es el responsable del Real Wine Estate. Un proyecto llave en mano que permite acceder a parcelas de 7000m2 de viñas ya implantadas y en producción, y además la posibilidad que Alberto Antonini haga el vino. Está prevista construir una bodega en la misma línea del hotel, no sólo para elaborar el vino de la casa sino para brindar el servicio completo a los propietarios que lo deseen. Con esto pasan a ser miembros y tener beneficios especiales, además de poder construir su propia casa entre viñas y disfrutar de todos los amenities del hotel (cancha de tenis, spa, piletas, etc.). Sin duda Casa de Uco es uno de mis lugares vínicos preferidos en el mundo, Estar allí es sentirse como en otro planeta, y luego de vivir (con todas las letras) el vino allí; ya nada será igual. Por suerte que acá cerca.