Ya todos saben que la clave del vino está en el terruño. Pero por estos lares eso recién empieza, y es por ello que se necesitan bodegas y personajes visionarios para poder interpretar cada lugar, explorar el potencial de cada variedad en cada tipo de suelo y así poder desarrollar vinos con estilo y personalidad propia.

Distinto es en el Viejo Mundo donde ese trabajo ya se hizo hace varios siglos y hoy ya casi no importa quién haga el vino, sino que el hacedor respete la cultura del lugar y que sea la naturaleza la que hable más o menos bien de acuerdo a las condiciones climáticas de cada añada.

Pero acá en el Nuevo Mundo estamos en otra etapa. Pero no se puede decir que es tan atrasada, porque hoy gracias a la tecnología, el estudio de los suelos avanzó a razón de 25 años por año. Y entonces todas las voces se escuchan y todas las copas se cruzan. Nadie tiene razón pero cada uno tiene las suyas porque en la actualidad la Argentina está en la búsqueda. Y ahí todo vale.

Kaiken es una de esas bodegas que decidió tomar el toro por las astas hace varios años. Primero Aurelio Montes (referente chileno) fue cauto, cruzó Los Andes para hacer un Malbec y un Cabernet Sauvignon (Ultra 2002). Y cómo le gustaron mucho y los vendió todos, se metió de lleno en nuestra vitivinicultura. Compró viñedos, luego una bodega, y con los años adquirió más viñas y acondicionó la bodega; una de las más atractivas en el corazón de Vistalba, el lugar ideal para empezar a escribir una historia de viña.

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Los terruños de Kaiken

Hace un par de meses, con un grupo de colegas, realizamos un viaje al corazón de las tierras de Kaiken, guiados por Rogelio Rabino (enólogo de la casa) y su par chileno Gustavo Hörmann, con el objetivo de conocer de cerca todo el trabajo que vienen realizando estos años, y poder degustar los vinos de cada lugar en el lugar donde nacen. Una verdadera experiencia enológica.

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Vista Flores, el futuro es hoy

Hasta hace unos años, Aurelio Jr. estaba a cargo de la bodega y de los vinos, pero fue justamente él quién se preocupó por tener un coequiper local, alguien con su misma pasión y ganas de descubrir los terruños mendocinos. Así llegó Rogelio Rabino a Kaiken. Quien en sólo tres años llegó a ser el responsable absoluto de todos los vinos de la casa. Y si bien su expertise estaba más en Gualtallary, fue aprendiendo de las viñas viejas que rodean a la bodega en Vistalba, descubriendo el gran potencial de una zona clásica como Agrelo, y anticipándose al futuro en el Valle de Uco, más precisamente en Vista Flores.

Justamente allí comenzó el recorrido. En Los Chacayes (cuyo nombre oficial es Vista Flores) a 1350 metros, ya tienen plantadas 15 de las 150 hectáreas que adquirieron en 2010. Es una finca ubicada en la loma del Valle de Uco y frente a la Cordillera frontal, tan larga que llega hasta Los Árboles cuenta Rogelio y agrega, “el problema allí no es el suelo ni el clima sino que se frenaron los permisos para los pozos de agua”. Pero el enólogo está convencido que se puede volver a plantar trabajando con dry farming para poder plantar en los tres ríos secos que atraviesan la finca. Por ahora tienen Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Petit Verdot, y algunos de ellos en cabeza para aprovechar cada rincón del viñedo sin tener que remover toneladas de piedras.

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“Haciendo calicatas nos dimos cuenta que los suelos no son tan aluvionales, sino más bien coluviales, es decir con piedras traídas por gravedad y no por el río”, relata Rogelio. Aclarando, parado en una gran roca, que allí no había suelo, sino que se fue formando un suelo franco arenoso con algo de limo. Un terruño virgen, con mucha disposición de calcio, en un clima extremo y con un buen drenaje que evita las heladas. Como se trata de una zona nueva hay variabilidad de vigor y concentración en las plantas de una misma hilera. Este año realizaron un mapeo aéreo y de peso de poda para empezar a equilibrar la viña.

Del que ellos denominan “Sector Ermita” sale el Obertura Cabernet Franc. Son plantas en vaso muy difíciles de manejar, no muy altas por el zonda, aireadas, de 4 o 5 racimos, con raleo y poda en envero para poder madurar, cosechadas todas de una y elaboradas en bins, bien artesanal. “Es un vino sin tanta boca pero vertical y con un carácter de lugar especial con el que vamos aprendiendo año tras año”, dice Gustavo Hörmann Quién está convencido que tomillo salvaje presente entre las vides lo absorbe la pruina de las uvas y algo de eso llega al vino. Y por las dudas aclara que existen estudios realizados en UC Davis y el INTA al respecto que confirmarían su teoría.

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Agrelo, todo el potencial en un solo lugar

Originalmente, el proyecto era construir en la Finca Alto Agrelo de 61 ha la bodega. Para Rogelio es una zona muy difícil por sus suelos pesados y muy productivos. Realizaron muchos trabajos de movimientos de suelos allí porque quieren enfocar la finca a uvas de la mejor calidad posible. Allí tienen Malbec, Cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Bonarda, Cabernet Franc, Ancellotta y Marselan.

A orillas del lago (un reservorio de agua para riego) Gustavo cuenta que toda la uva de allí se usa para Kaiken Reserva, salvo el Bonarda que va al Terror Series.

Para el Rogelio “en esta zona es mejor el Cabernet Sauvignon y el Bonarda anda muy bien, porque es una zona caliente, con mucha amplitud térmica. Los manejos se diseñan para lograr mayor penetración de las raíces. Hay más materia orgánica, y con mucha cabeza y movimientos mejoramos el sistema radicular”, afirma Rogelio. Allí tienen una densidad de 5000 plantas por ha, obtienen un rendimiento de 10.000 kg por ha, y apuntan a mecanizar.

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Vistalba, historia más vigente que nunca

Lo que más enamoró a Rogelio Rabino al llegar a Kaiken fue el paño más de 125 años plantados con el material genético directo de Michel Pouget; el enólogo francés que introdujo el Malbec a la Argentina por pedido de Sarmiento a mediados del siglo XIX. De ahí sale el Malbec más puro que tienen. Se trata en general de una viña baja de mucha densidad. En los 90´se incorporaron las espalderas altas y el riego por goteo, por eso en la finca que rodea a la bodega conviven los dos sistemas, es decir la viticultura tradicional con la moderna.

Por su parte, el Merlot está en un parral de 80 años y el Cabernet Sauvignon en uno de 75 años, plantados por Calise, el fundador de la viña y a partir de una selección masal.

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El enólogo explica que el Cabernet Sauvignon es de baja producción mientras que el Malbec da menos de forma natural. La finca es biodinámica, y aunque no está certificada, el objetivo de la bodega es volver a los orígenes de la vitivinicultura; con huerta, animales, abonos naturales y guiados por el calendario lunar para realizar los trabajos en la tierra.

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Rogelio se ha tomado tan en serio el tema que tienen sus propia casita Bio en medio de la finca, donde atesoran todos los compost que allí mismo preparan. “En estos tres años las plantas se ven más sanas, creció la microbiología y el componente orgánico del suelo. Volvieron los animales y se redujeron los pesticidas. Intentamos que la planta no se ofenda. Hay que estar convencido y no hay que negar que proteger el suelo y el medioambiente es bienvenido por el entorno”, asegura Rogelio quien confiesa que solo le falta encontrarle la vuelta al uso de algunos preparados como el cuarzo, que es a prueba y error.

El suelo allí es profundo, de un metro, franco-arenoso con un 15% de arcilla, y luego canto rodado. Son bien aluvionales, con sedimentos más gruesos que lo hace más permeable. “Con mucha mineralidad y mucho contenido de calcáreo, más que en Agrelo” se entusiasma Rogelio y agrega “las raíces del Cabernet Sauvignon van más profundo, es un suelo muy lindo”. Allí en Vistalba también tienen Chardonnay y lo utilizan para darle más cremosidad al de Uco.

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Los vinos de Kaiken

La bodega construida en 1920 cuenta además con destilería, planta de aceite de oliva y un viejo generador propio (todo en desuso), ya que fue concebida como toda una industria. Con una capacidad de 7 millones de litros (5 de vinificación y 2 de estiba).

Rogelio explica que se habían hecho piletas chicas de cemento porque era la capacidad de la cosecha diaria de una familia. Esto sirve hoy para vinificaciones de diversos volúmenes. “El hormigón es más eficiente por energía, y nos gusta el epoxi porque evita el desarrollo de bacterias” cuenta Gustavo. Las piletas son ideales para trabajar por arriba y para llevar a cabo maceraciones largas, como ellos quieren. Además, poseen 2800 barricas dispuestas en tres naves que ellos llaman “subtes”. Las de Mai descansan con música gregoriana, y en cada rincón se ve el legado de Douglas (uno de los fundadores de Kaiken) y su respeto por el Feng Shui.

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El resultado de este trabajo integrado entre viña y bodega está a la vista. Este año venderán cerca de 200,000 cajas de 12 botellas, y Argentina ya es el segundo mercado; pasó a Alemania.

“La vendimia 2016 fue atípica y extraordinaria” dice Rogelio. Pero aclara; “fuera de lo común, ni buena ni mala, sino con menor madurez azucarina en general”.

Fue una cosecha de mucho terreno por las muchas lluvias de Enero y Marzo, y hubo que controlar diariamente cuartel por cuartel para evitar la podredumbre y seguirle el ritmo a la madurez polifenólica que fue más rápida de lo normal.

“Agrelo fue la vedet del año” afirma Rogelio, con blancos y rosados de mucha frescura.

La calidad de los vinos en general ha sido muy buena, bajos de alcohol pero de lindos colores, vinos con personalidad única. “Por suerte los años nos fueron preparando para este desafío” termina confesando Rogelio.

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Los Kaiken de Vista Flores

Fueron muestras de tanque y algunos ya en barricas. El primero fue un Malbec (para Terroir Series), tenso, con un carácter herbal bien marcado y los típicos taninos firmes que delatan el lugar. En primicia también se degustó el Obertura 2015, un Cabernet Franc con algo salvaje, mordiente, firme y herbal. Se hicieron 6500 botellas, un poco más que antes, pero sigue siendo un vino diferente y de partida limitada. Un Cabernet Sauvignon 2016 en espalderas, fresco y denso, con carácter y tipicidad, que será el corazón del Terroir Series.

“La fluidez es la del año, vinos más diluidos y flacos pero muy expresivos” aclara Rogelio.

El Petit Verdot 2016 provienen de una viña en vaso, sus aromas son intensos y perfumaos, hay fruta con carácter, y un cuerpo contundente. Para el enólogo es el rugbier de la línea Terroir Series.

 

Los Kaiken de Agrelo

El Rosé de Malbec 2016 ha encontrado su lugar en el mundo. Presenta un muy buen color, también con intensidad pero para nada exagerada, es muy amable y fresco. El Malbec 2016 es calidad Reserva, y demuestra por qué fue el año de Agrelo. “Hace mucho que no lograba esta concentración, y la producción fue baja de manera natural” cuenta Rogelio. De trago agradable y bien frutal, buen volumen y agradable frescura. El Bonarda del año también muestra un muy buen carácter frutal, mordiente y con dejos especiados. “Los últimos años fueron difíciles porque necesita mas calor, pero este año tiene ese yogurt de frutilla, y va al Terroir Series junto con el Malbec”, asegura el enólogo. Una de las novedades del viaje fue el Ancellotta 2016, con mucho ataque y carácter de fruta fresca. Es una de las variedades que más ha sorprendido al enólogo y con la cual se vendrán algunas sorpresas. El Cabernet Sauvignon 2016 posee buena concentración, y un carácter más frutal que el típico vegetal.

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Los vinos de Vistalba

El MCA 2015, como se lo conoce internamente a este blend de Merlot, Cabernet Franc y Ancellotta, no es exclusivamente de Vistalba, pero sí el Merlot que predomina. De aromas intensos y algo maduros, con frescura y buen volumen.

Un Merlot 2014, con solo dos meses en barricas nuevas, con el cual Rogelio está muy entusiasmado ya que si bien sostiene que no se da bien en Mendoza, 2008, 2014 y 2016 son los años del varietal. Equilibrado, fresco y especiado. El Ultra Cabernet Sauvignon 2005 desplegó toda su clase, con aromas evolucionamos, y carácter vegetal y especiado, con equilibrio, frescura y más potencial.

Por último el Mai 2016 de aromas intensos y directos, con taninos incipientes y firmes y la fruta es más fresca que de costumbre. Se nota que es un Malbec importante, con la esencia de la zona y con mucha vida por delante.

 

Todos los vinos degustados terminaron demostrando que el lugar importa más que la variedad, pero que por el momento el hombre es más importante que el terruño.

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