Y en este rincón del vino, Rocky Ortega Fabricio Portelli 18/08/2016 Notas, Vinos Notas 2682 Parece una eternidad, pero en realidad pasaron apenas 16 años desde que José Manuel Ortega “aterrizó” su nave espacial en el Valle de Uco. Obviamente no se trata de un extraterrestre, aunque algo de loco tiene, sino del mentor de una de las bodegas pioneras en el Valle, y la primera en tener un restaurante de categoría, hoy algo tan de moda. Es cierto que en este tiempo el vino argentino ha evolucionado tanto que parece muy lejana la primer presentación de los vinos de O. Fournier en Buenos Aires. Un poco por el éxito y otro poco forzado por la realidad, José Manuel se ha enfocado más a consolidar su proyecto vitivinícola en el mundo, inaugurando bodegas también en España y Chile, siempre de la mano de su enólogo preferido, José Spisso, el mismo que elabora sus vinos argentinos desde el primer día. Hombre peleador, pasional y verborrágico, tan frontal como pujante, José O. Define a José S. como el mejor enólogo, porque se dedica a hacer vino. Además, cuenta el bodeguero, “fue el primer enólogo argentino que elaboró fuera de la Argentina. También un vino chileno de su autoría fue elegido como el mejor para la publicación de Robert Parker Jr. Y uno español, cuarto de España. No es tan fácil y él lo consiguió. Además fue mejor vino argentino para Wine Spectator”, como para que no queden dudas de su afirmación. Luego de varios intentos fallidos vuelve a probar suerte en el mercado interno, al cual respeta mucho, porque como buen español que es sabe que tiene que se profeta en su tierra. Y para ello está en todos los detalles con su incansable ir y venir, por la bodega y por el mundo, aunque deja ser y hacer a cada uno de los integrantes de su equipo. “Yo solo firme cheques”, dice el ex banquero devenido en winemaker. José O. también se queja (siempre se está quejando de algo) porque hay mucho topo en la vitivinicultura nacional (en alusión al animal que va por debajo de la tierra y solo destruye lo que encuentra). Está seguro que las raíces de la vid no absorben piedra pero si componentes solubles en agua, y que más importante que una piedra es el carbonato de calcio que la recubre, hablando acerca de la nueva tendencia. “No somos borgoña, cómo vender algo que no es” se pregunta, al tiempo que dice lo que piensa, como siempre. Y cuenta, “hace 16 años decidimos hacer terroir en el Nuevo Mundo, y los de ahora parece que inventaron todo”, afirma ofuscado. Asegura que El Cepillo es fascinante más por el clima y sus diferencias que por el suelo. Ha comprobado que en 15 km de distancia hay 3 grados menos. Y esto lo tiene tan claro porque la central meteorológica de Altamira está en O. Fournier. El problema es que los suelos son muy heterogéneos en todo el Valle de Uco, y por ende los de El Cepillo no son tan diferentes a los de Altamira. Las claves para el bodeguero están en el agua y el clima. Se cuestiona si cometió un error al no haber hecho marketing, al tiempo que sostiene que ahora pasará más tiempo en el país. Después de tantas millas acumuladas queriendo vender que no existe un vino argentino. Porque no se puede simplificar, dice. O. Fournier es una de las pocas bodegas modernas que desde su primer cosecha en 2001 mantiene un estilo definido, algo que evidentemente comulgan ambos José. Orgulloso, José Manuel recuerda que al empezar estaba el boom de Parker y los vinos concentrados, pero ellos decidieron ir por otro lado. Es cierto que el B Crux fue siempre un blend más suelto y expresivo; no por casualidad es el preferido de muchos de la bodega, incluyendo a su propietario; pero los A Crux y el O. Fournier suelen ser bastante más cargados, y se expresan mejor con el paso del tiempo. Esto denuda una de las visiones vínicas de la bodega, hacer vinos para que se puedan tomar con mucho tiempo de guarda. Esto quiere decir que algo en el estilo y gusto personal de estos hacedores se asemejaba a lo que los referentes internacionales de principio de siglo destacaban de los vinos argentinos. Hay que recordar que era una materia nueva para nosotros, una categoría en la cual Argentina y su Malbec eran lo desconocido. Tanto para los que lo tomaban como para los que lo hacían. Por eso José Manuel explica que decidieron ir por una camino intermedio, de vinos potentes pero con elegancia y potencial, algo muy difícil técnicamente. “Por eso admiro mucho a José, por haber podido lograr todo eso con equilibrio”, dice José Manuel Ortega, recordando, “gustabas a los americanos o gustabas a los ingleses, pero los vinos de Spisso gustaban a ambos”. Y pone un ejemplo muy gráfico; el mejor vino para Parker era el peor para Steven Spurrier de Decanter. O. Fournier tiene su propia filosofía, más allá de la admiración que siente José O. por Viña Tondonia, el gran clásico español. “Ahora estamos viendo esa elegancia y frescura que siempre quisimos. Queremos recuperar el placer de tomar y no degustar vino, y que la gente lo disfrute”, reflexiona. Resumiendo sin querer la evolución del buen vino argentino en estos últimos años. Nada más que ellos se están aggiornado sin traicionar su estilo fundacional. Desde 2009 para sus vinos top utilizan uvas propias de El Cepillo y Altamira. Pero con la frontalidad que lo caracteriza, confiesa que los Tempranillo y Syrah de este año han sido desastrosos; dos de sus variedades emblemáticas. Por suerte para ellos los Malbec han salido “impresionantes”. “Al Syrah no le gusta la humedad, el retraso en la cosecha afectó mucho la primer parte del ciclo, por eso para dar con los buenos 2016 habrá que saber bien que está comprando uno” cuenta. Y se entusiasma con el equilibrio que alcanzó la viña, brindando una concentración natural en sus mejores vinos. Haciendo un mea culpa, José O. sostiene que “en parte ha sido una desgracia el éxito del Malbec”. ”Hemos tomado el camino fácil de hacer negocio, y esto ha causado (al menos en los Estados Unidos) mucho cansancio con nuestra variedad insignia”, advierte quién pasa de seis a siete meses al año viajando y vendiendo vinos. “Ya nadie me acepta un nuevo Malbec”, dice y agrega “la Argentina tiene quince variedades internacionales para vender pero no supo cómo hacerlo”. Ha plantado Malbec en Ribera del Duero y este año será la primer cosecha. Algo divertido para comparar con los tintos de Toro, a base del Tempranillo de la zona. Esto responde un poco a la curiosidad del bodeguero pero también a que en Estados Unidos piden cosas nuevas todo el tiempo. La apuesta fuerte desde Argentina son los Malbec Blend, asegura. Los vinos de O. Fournier Dejando para otra ocasión los Urban ($150/170), su línea de vinos para los jóvenes, José Manuel está muy entusiasmado con sus blancos. Del B Crux Sauvignon le fascina su mineralizad y que lo siente más un vino del Viejo Mundo y no tan potente como los del Nuevo Mundo. De solo 12 grados de alcohol, con una acidez natural fantástica y una complejidad que no es obvia, producto de un buen trabajo con lías durante 9 meses. Por su parte el Alfa Crux está fermentado y añejado en barricas de 500 l, al igual que el flamante Chardonnay de alta gama del que sólo se hicieron cuatro barricas, con grosor en boca pero sin el mantecoso, lejos del estilo americano sostiene el bodeguero. Pero la última novedad de la casa tiene burbujas, se trata de un espumante 2013 que combina ese Chardonnay con Pinot Noir. Del A Crux Brut Nature se hicieron 5000 botellas para probar, y lo vienen degustando en silencio, hace tiempo. Hoy están convencidos que es lo nuevo para su gama alta, y que ya vendrá el momento de hacer otros en las líneas más bajas. José Manuel está convencido que el vino más lindo que hacen es el B Crux. En 2011 fue un blend de Tempranillo (40%), Malbec (40%), Merlot y Syrah (10% c/u), criado un año aproximadamente en barricas de 500 l. La composición final del vino la define el clima de cada añada para poder mantener la calidad. En bodega se separan entre 150 y 180 lotes de vino que van al B y al A, la base siempre es la misma y se juego con los aportes, una vez se utilizó Touriga Nacional. En este vino José Manuel destaca la pureza en nariz. Buscan que no sea sobre-maduro y con suavidad de taninos. “El Tempranillo y el Malbec funcionan muy bien juntos, el primero es más rojo y maduro, mientras que el segundo es más floral. El Alfa Crux Malbec 2011 es un single vineyard de Santa Sofía, la finca que rodea a la bodega, con veinte meses de crianza en barricas, mayormente francesas. Un dato de color, el 2010 se agotó porque fue 25 en el Top 100 de Wine Spectator. Con el Tempranillo conducido en vaso pasaron de ser los únicos a ser los primeros. Lo hicieron por sentido común, ya que si hay mucho sol los racimos quedan más protegidos, igual que en España. Este es el varietal que domina el Alfa Crux 2007 (65%) con Malbec (25%) y Cabernet Sauvignon (15%). Generalmente hay dos cosechas de diferencia entre el A Crux Malbec y el Blend, y José Manuel cree que para la aristocracia hay que hacer vinos para 20 o 30 años, algo muy difícil en un país donde no hay historia. El O. Fournier es el vino top de la casa aunque no sea tan conocido como los A y B Crux. Se elabora sólo en añadas especiales, se seleccionan barricas a ciegas, y las que se consideran superior a Alfa, unas 10 o 15, se fraccionan como O. Fournier, desde el 2002 que fue un Syrah de Vista Flores. También fue Syrah en 2008, un vino con mucha estructura, pero con elegancia y frescura según su hacedor. Asegura que ninguno de sus vinos tiene preponderancia de la madera, porque no quieren que sea obvia. No buscan el vino perfecto, sino la fruta con acidez y madera en equilibrio, “como una silla donde te sentas a gusto” dice José O. Y recuerda una anécdota en Vinexpo con su primer O. Fournier Syrah, Michel Rolland degusta el Syrah Folly de Aurelio Montes, y luego el suyo. “El mío se lo tragó, ahí supe que el vino era especial”. Reconoce que al principio se apuraron a salir con sus grandes vinos, por eso hoy esperan a que estén redondos antes de sacarlos al ruedo. Al A Crux Blend 2010 aún le falta, igual avisa que el 2012 está fenomenal. José Manuel es un peleador, y más por lo que cree. Nunca fue el niño bueno de la clase y se nota. En estos dieciséis años de carrera ha cultivado amigos y enemigos, admiradores y detractores. Está convencido que la Argentina se está vendiendo mal, y que si él es O. Fournier no necesita de una Denominación de Origen que lo avale. Mientras tanto sigue desafiando a todos porque cree ciegamente que con sus vinos puede ganar cualquier pelea. Degustación B Crux Sauvignon Blanc 2014 O. Fournier, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $460) De aromas herbales, con cierta madurez, buena frescura y volumen, algo corto pero denso. Paladar franco y con carácter, algo mordiente y directo. Es cierto que no es sobre actuado, pero saca a relucir un costado rústico bien intencionado. Directo, con fruta blanca algo verde, que aporta matices a su indiscutible tipicidad. Beber en 2016. Puntos: 89 B Crux 2011 O. Fournier, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $560) Consagrado y original blend de Tempranillo y Malbec, con toque de Syrah y Merlot que identifican a al clima de la cosecha. Resulta un tinto compacto pero con fluidez, algo láctico con dejos especiados y herbales. Carácter de fruta casi negra, con taninos finos y buena frescura que dan una textura muy agradable. Con buen volumen, perfil moderno con crianza algo más tradicional (12 meses algo en barricas de 500 l). Final en el que empieza a asomar la complejidad de sabores, con algo de tabaco mojado y la firmeza de los taninos que hablan del Tempranillo. Beber entre 2016 y 2020. Puntos: 90 Alfa Crux Malbec 2011 O. Fournier, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $1100) De aromas densos y modernos, pero a esta altura del siglo XXI se los puede considerar clásicos. Muy buen equilibrio y textura, compacto con taninos finos y firmes. Fruta madura pero fresca, no es muy profundo pero sí contundente desde el vamos, y luego suelta su complejidad de sabores. Muy integrado. Con gran potencial de guarda, pero hoy está pasando por gran momento. Beber entre 2016 y 2020. Puntos: 92 Alfa Crux 2007 O. Fournier, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $920) Blend de Tempranillo, con Malbec (25%) y Cabernet Sauvignon (15%), de aromas bien integrados e intensos. Sus sabores hablan de madurez, algo licoroso y dominado por la madera. Elegante pero evidente, voluptuoso con evolución. Algo especiado y picante, con cierta vivacidad pero sus notas hablan del paso del tiempo. Bien evolucionado y algo cálido al final, se mantiene bien con sus taninos incipientes y así puede durar 10 años mas. Beber entre 2016 y 2017. Puntos: 90 O. Fournier 2008 O. Fournier, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $2011) De aromas lácticos, algo caramelizados y densos. Ataque fresco y compacto dominado por la madera, con un tostado final muy marcado que se mezcla con la madurez de la fruta confitada. Su textura es firme e integrada, con un paso fluido pero contundente. Y en el final asoma su potencia y calidez, con una persistencia ahumada y cárnica. Beber entre 2016 y 2018. Puntos: 90 A Crux Chardonnay 2013 O. Fournier, Gualtallary, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $610) Es la primer cosecha de este vino, de aromas poco expresivos, con cierta densidad y madurez. Hay frescura y mucha madurez en su trago. De buen volumen y paso mordiente, con cierta potencia final. Tiene mucha energía y cierta rusticidad en su profundidad dada por su firmeza y esas notas a caramelo que sobresalen. Tiene estructura para evolucionar favorablemente en botella y encontrar más equilibrio y complejidad. Beber entre 2016 y 2018. Puntos: 89 A Crux Brut Nature s/a O. Fournier, Los Indios, Valle de Uco $ – $$ – $$$ – $$$$ (Jun2016 $920) Blend de Chardonnay (80%) y Pinot Noir (20%), elaborado por método tradicional. De aromas maduros, con notas de membrillo y manzana asada, paladar poco profundo. Fresco y con burbujas finas que matizan su buen cuerpo. Franco, con un final de levaduras que le da cierta complejidad a su carácter maduro. Beber en 2016. Puntos: 90